La historia de la higiene está en todas partes y tiene que ver con muchas cosas. Por ejemplo, hoy me servirá para unir en un solo hilo el refluzo que os debía de #FluzoRíos con el prefluzo para #FluzoAnimales. Hablemos de ensuciar y limpiar ciudades medievales.
En #FluzoRíos vimos muchas funciones de los ríos. Ríos como fronteras, ejes de transporte y comercio, fuente de recursos, riego, energía para molinos y otras maquinarias... Pero también eran proveedores de higiene y facilitadores de limpieza. Ríos como cloacas.
No es muy edificante, pero no es nada atípico. Es más: es lo práctico, es lo que ha facilitado a las ciudades crecer y mantenerse durante siglos. Las ciudades son cuerpos anómalos implantados en mitad del paisaje, locas concentraciones habitadas por humanos que ensucian un huevo.
El río era el flujo q limpiaba sus entrañas, facilitando una salubridad lejos d ser ideal, pero al menos mínima para permitir la prosperidad d la comunidad. Las ciudades sin río cerca invertían un dineral en traer agua, como vimos en Siena en #FluzoSanidadrtve.es/play/videos/el…
Pero claro, que el sistema funcionara dependía de muchos factores: lo grande y caudaloso que fuera el río, lo grande que fuera la ciudad, la disposición de uno frente a la otra, la orografía urbana, los ríos tributarios o complementarios, la gestión municipal del asunto…
Como corresponde al periodo descentralizado por excelencia que es la Edad Media, cada uno lo montaba un poco como podía, pero todos, en todas partes (en todo el globo), utilizaban los ríos como cloacas, de forma más regulada o menos. Y eso tenía ventajas y desventajas.
Ventajas: como a menudo las poblaciones eran pequeñas, un río mediano solía ser suficiente para llevarse la mayor parte de la porquería, incluyendo bastante residuo sólido. Por ej., los retretes en el puente de Londres en el siglo XIV. Sé q desde la óptica de hoy es una cerdada.
Pero pensadlo desde la perspectiva del s. XIV. Tienes decenas de miles de habitantes y necesitas proveerles con letrinas públicas para q la gente pueda descargar sin hacerlo en mitad de la calle. Las letrinas del puente daban servicio a decenas de londinenses de forma simultánea
Con una ventilación adecuada (y circulación: se entraba por una puerta y se salía por otra), sin acumulación de malos olores, con sus cubículos… ¡seguramente aquellas fueran las mejores letrinas de la ciudad! Y los zurullos, río abajo. El Támesis podía con ello y mucho más.
Por ejemplo, con este niño que se cae del puente de Londres empujado por el ganado en esta miniatura cortesía de la British Library.
No sufráis, le rescataron los pecadores de abajo mientras esquivaban las cacas de la letrina.
El lado malo: Si se tiraban restos sólidos sin control en las orillas, se acumulaba y causaba problemas, sobre todo en ríos menores. Tras décadas de uso como vertedero, a veces había que dragar los fondos, y aparecen en la documentación operaciones de limpieza.
El olor se volvía nauseabundo, la gente se quejaba, y el alcalde o el monarca de turno organizaba una limpieza especial para ponerlo todo a punto de nuevo. La higiene urbana no tiene un destino final: es una lucha constante entre la población, el residuo y la civilidad.
La gente era consciente de los problemas, claro. Ya Galeno advirtió en el siglo II que los peces Tíber arriba eran más grandes y sabrosos que los que nadaban a la altura de la ciudad.
Por eso en la Edad Media los aguadores tomaban agua río arriba para llevarla con cántaros a vender a la ciudad. Las torres de captación que se crearon desde finales del XIII en algunas ciudades, lo mismo.
Y los concejos recolocaban industrias para q la contaminación industrial no perjudicara a los habitantes, o facilitara la evacuación de los residuos en las distintas corrientes. Lo vemos en la Girona del XIV, que reubicó el lavado del lino para no apestar un monasterio cercano.
Lo vemos en la distribución de carnicerías, curtidurías y otras industrias en la Cracovia del mismo siglo, estratégicamente ubicadas para ir soltando sus residuos en dos lados opuestos del foso, con dos salidas distintas y escalonadas en el Vístula.
Lo vemos en la designación, en muchas ciudades, de puntos concretos de los ríos o acequias para limpiar la ropa, de forma que los jabones y la suciedad no contaminaran campos y alimentos. Aunque claro: casi siempre hay otra ciudad río abajo que se come tus desechos.
Los conflictos entre ciudades por los residuos generados río arriba, y los problemas por las aguas sistemáticamente más contaminadas río abajo, no fueron tampoco extraños durante el periodo. La gente necesitaba y quería el agua lo más limpia posible.
Esa batalla por la higiene urbana se luchaba en condiciones materiales y de conocimiento muy inferiores a las actuales, y solo se veía favorecida por una densidad de población que a menudo era baja. A cambio, en la ciudad vivía una cantidad enorme de animales.
Mercados aparte, en las viviendas había aves de corral, algún cerdo… y precisamente son estos últimos los que nos cerrarán el hilo. Porque veréis: los cerdos TAMBIÉN podían formar parte del sistema de limpieza urbana. Y diréis, ¿CÓMO, si es un CERDO?
Pero es que los cerdos son auténticas máquinas de tragar. Si sois de campo, o habéis visto alguna peli como Snatch o la de Hannibal Lector con el tío aquel de la cara hecha puré que parecía un muñeco diabólico, ya lo sabéis. Mastique-y-trague trague-y-mastique
Así que soltabas al cerdo por las calles y se iba comiendo la basura. Los días de mercado era ideal. En algunas ciudades italianas lo tenían establecido de forma municipal incluso, con especialistas porqueros contratados que iban arramblando con toda la basura.
A cambio, los cerdos iban dejando por ahí sus apestosísimos excrementos, pero era más fácil recoger esos excrementos y echarlos al río o al muladar de turno, que no recoger y trasladar tooodo lo demás. Pero claro: esto servía hasta cierto punto, y cuando había poca gente.
Porque los cerdos son grandes, pueden ser agresivos, y según iban creciendo las ciudades iban causando más y más problemas: más suciedad y destrozos que limpieza, algún herido, algún niño devorado, problemas con los carros, los perros u otros animales…
Así que a partir del XIV se comenzaron a prohibir dentro de muchas ciudades. O al menos, a prohibir su libre circulación. Luego estaban los que se lo saltaban, y se toleraba un poco, hasta que ocurría alguna nueva desgracia o molestia, y nueva legislación, y así hasta lograrlo.
Aún así, algunas industrias tuvieron licencia para mantener cerdos intramuros. Por ej. algunas cervecerías del norte de Europa, pues los desperdicios de su producción servían de alimento, y se evitaba así tirarlos al río, controlando la contaminación y produciendo más comida.
En la lucha por la salubridad medieval, todo sistema merecía probarse, y todo se hacía encajar de un modo u otro. A veces con resultados escasos o nefastos. Pero otras veces con una eficacia sorprendente. Recordemos una vez más que aquella era una sociedad del reciclaje.
Y en la tarea del reciclaje, el aprovechamiento de los recursos y la eficacia de la higiene pública, tanto los #FluzoRíos como los #FluzoAnimales del medievo jugaron un papel importante.
¡Espero que os haya parecido interesante!
Con este refluzo+prefluzo yo me despido, ahora sí que sí, del Condensador hasta nueva ocasión, y me preparo para disfrutar del #FluzoAnimales que comienza a las 22 en @la2_tve
Eso sí, aquí seguiré con mis chorradas, y tanto @alquicel como yo os iremos martirizando de vez en cuando con hilos sobre higiene medieval en los próximos meses hasta q salga nuestro libro.
Y en la imagen del niño que se cae del puente de Londres puse que le rescatan los "pecadores" y es porque en mi teclado falla un poco la "s", quería decir "pescadores" 🤦
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¡Os debía dos refluzos de #FluzoRíos de ayer! El 1º es para hablaros de un monstruo lacustre que se cayó del guion por motivos de tiempo (íbamos 3 minutos por encima).
Me fastidió porque mola mucho: es un monstruo COLOMBIANO, y se llama el Monstruo del Lago Tota.
He aquí el lago de Tota, en Colombia. La reserva de agua dulce natural más grande del país, 55km2 de superficie enclavados en los Andes, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar… y al parecer, escondrijo de una criatura enorme y terrible.
Las 1as referencias nos llegan durante la conquista de América. Las dejó Lucas Fernández de Piedrahíta (1624-1688), obispo y autor de una “Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada”. Allí nos habla sobre la exploración de Gonzalo Jiménez de Quesada (1509-1579)
¡Acabó #FluzoSanisad! Espero que os haya interesado la higiene medieval, y que queráis un poquito más, porque hoy con el #refluzo os llevo a la Inglaterra del siglo XIV para presentaros a una mujer q se inventó un ingenioso retrete y con ello causó enormes problemas a sus vecinos
Se llamaba Alice Wade, y no sabemos mucho de ella, salvo q vivía en Londres a principios del XIV, en la parroquia de St. Michael Queenhithe. Era un barrio céntrico, con su iglesia del siglo XII, pegadito al Támesis, con un muelle. Y junto aquel muelle había unas letrinas públicas
Las letrinas públicas inglesas usaban distintos sistemas de evacuación. Las más espectaculares estaban en el puente de Londres, y vaciaban directamente sobre el Támesis, una solución óptima. Otras daban a un gran pozo negro que debía vaciarse cada X tiempo.
Como hoy no salgo en #FluzoBelleza, para ir calentando motores os traigo un #prefluzo sobre belleza medieval. En concreto, sobre el canon de belleza que nos transmitió un divertido manuscrito catalán anónimo de finales del XIV llamado “Speculum al foder” o “Espejo del joder”
Ya os he mencionado esta obra alguna vez porque me encanta y contiene información muy interesante. Se trata de un manual médico-erótico, en parte basado en el Liber de coitu de Constantino el Africano, pero con mucha cosa de cosecha propia. Y contiene un montón de cosas.
Su inicio es épico: “Aunque dijo Albafumet que los libros que hablan de joder son muy abundantes, yo nunca hallo ninguno que me satisfaga, sino que los encuentro desviados y dispersos, de manera que hacían más daño que provecho. Por esto quiero hablar sobre este tema bien…
¿Sabíais que el 1er diccionario se escribió a principios del siglo XIII? Al menos, la 1ª obra con tal nombre: Dictionarius.
¡Y lo mejor es que nos enseña un montón sobre vida cotidiana medieval!
No es lo q se espera de un diccionario, claro, pero en fin, #middleages. Os cuento.
Lo escribió un gramático inglés llamado John Garland hacia a 1220, cuando estudiaba en París. Fue una obra de juventud q rompía la dinámica de glosarios y etimologías habituales. Su objetivo era ayudar a los niños a aprender latín y a traducir palabras francesas.
Y no tiene sistema ni orden, lo hizo como le salió de los cojones, apoyándose en lo q leía y, sobre todo, en lo q conocía: su rutina en las calles de París, pobladas de gente, mercancías y palabras. Luego sumó bloques random como “el cuerpo humano” o “armas de asedio”, y a correr
Y de forma separada al refluzo, dejadme que os dé un millón de gracias a tod@s. Las primeras, para l@s que habéis estado aquí cada jueves, o siguiéndonos desde la web, y comentando en vivo cada programa, creando hilos y refluzos, y compartiendo alegría y saber.
Este año lo he vivido con muchos menos nervios que el pasado, que venía virgen, pero a cambio ha coincidido con meses complicadines, y vuestra amabilidad y entusiasmo han sido un buen empujón para mí. Tuiter mola mucho silenciando a los 4 idiotas y quedándote con la buena gente.
Una persona muy importante para que mis nervios hayan sido light este año ha sido @RaquelMartos, su entusiasmo, su cercanía, su trabajo infinito, su memoria para llevarnos de pregunta en pregunta tras cada toma pifiada. Ha sido un lujazo poder currar contigo ❤️