Thread by @DespertaFerro

«¿Día era este, duque, para dejarme con las putas y el bagaje?». #TalDiaComoHoy, un 24 de abril de 1547, el duque de Alba aplastó al ejército protestante del elector de Sajonia en #Mühlberg, cénit del poder de Carlos V, espectador pasivo (a su pesar) de la batalla. Abro HILO🧵

La batalla de Mühlberg se inserta en la breve campaña del Elba de 1547, continuación de la del Danubio del año anterior, que se inicia por los inesperados éxitos de Juan Federico, elector y duque de Sajonia, que demuestran a Carlos V la necesidad de intervenir personalmente.

A pesar de la gota que le martirizaba, se pone en movimiento desde Ulm con las tropas que le quedan. Con la partida de Buren de vuelta a Flandes y con los italianos diezmados por las operaciones en torno al Danubio, cuenta como infantería con unos 4000 de aquellos y 7000 alemanes

A estos habría que añadir la columna vertebral, los tercios, “la flor de soldados viejos españoles”, aunque algo mermada por la dura prueba de 1546. De los 8000 hombres iniciales solo seguían 6000, pero eran los más experimentados y con un elevado porcentaje de armas de fuego.

Junto con la infantería, Carlos V lleva 1900 caballos. Los arcabuceros españoles y herreruelos jugaron un papel esencial, así como las armas de fuego portátiles. Con todas estas fuerzas, el duque de Alba pergeña un plan opuesto al del año anterior, demostrando gran flexibilidad.

El duque opta por una rápida ofensiva. El elector tiene menos de 10 000 soldados de infantería y unos 2500 de caballería, pero sus correligionarios están entregados a una frenética recluta de hombres y medios. Se trata de derrotarle rápidamente, antes de que sea más fuerte.

En marzo de 1547 el emperador se pone en marcha. Su objetivo es penetrar entre Bohemia y Sajonia, reunirse con el rey de romanos y dar batalla aprovechando su superioridad. Para ello avanza siguiendo el rio Eger, batiendo a los destacamentos contrarios que encuentra en la marcha.

El 10 de abril se encuentran con don Fernando, que se ha adelantado con dos hijos suyos, el conde Mauricio y toda su caballería. La fuerza concentrada alcanza los 17 000 infantes y los 5000 caballos. Juan Federico de Sajonia, enterado del avance católico, se retira Elba abajo.

El 24 de abril Carlos V se halla al otro lado del río, frente a Mühlberg. Temprano, Alba parte a hacer un reconocimiento, acompañado por arcabuceros españoles y jinetes húngaros. Constata que la corriente es demasiado ancha para el puente de barcas que viaja arrastrado por carros

Antes de tomar una decisión necesita saber dos datos: si tiene delante al grueso de los adversarios o solo a un destacamento y si existe un vado para cruzar. Sendos villanos le darán las respuestas, el ejército protestante se encuentra en torno a la ciudad y existe un vado.

Alba ve el puente de barcas del elector dividido en tres secciones, flotando en la orilla opuesta, más elevada y ocupada por tropas. Su presencia hace pensar al duque que allí debe ser posible franquear la corriente. Transmite la información a Carlos V y optan por forzar el paso

Mientras, una maniobra de distracción pergeñada por el duque ha surtido efecto. Antes ha enviado a parte de sus arcabuceros y de los magiares hacia Torgau, con objeto de que hicieran una demostración de apoderarse del puente que allí había.

Avisado, Juan Federico, temiendo verse cortado, manda levantar el campo y marchar a la ciudad río abajo, antes de que caiga en manos imperiales. La orden afecta también al puente de barcas, cuyos tripulantes, protegidos por arcabuceros, empiezan a empujarlo en dirección a Torgau.

Entonces los españoles abren fuego cerrado al amparo del bosque. Por el corto alcance de las armas de infantería, tienen mayor efecto los cañones. Encelados, los arcabuceros se adelantan al río, hasta que las aguas les llegan “a los pechos”, para llegar a un radio eficaz.

Bajo el aluvión de fuego, los sajones, que no son más que una retaguardia, empiezan a ceder terreno y los de las barcas, muchos de ellos paisanos, bien se refugian “debajo de las tablas”, bien se arrojan al Elba.

Diez arcabuceros se tiran a su vez a la corriente y, nadando “con las espadas en las bocas”, abordan las barcas que toman “sin resistencia” y las llevan a la orilla propia. Carlos V ya tiene medios para hacer un puente, ya que la caballería ya había tratado de cruzar, sin éxito.

Alba lanzó un nuevo ataque por el vado, con éxito. Los de pie saltan a tierra y la caballería se lanza sobre los protestantes. El ejército sajón se repliega en buen orden, cubierto por la retaguardia, que mantiene a distancia a los católicos, hasta llegar a un bosque.

Carlos V se reunió con el duque, que observaba el combate, y riendo le reprochó la frase con la que se inicia el hilo: «¿día era este, duque, para dejarme con las putas y el bagaje?», que recoge el libro “Vidas intrépidas” de Julio Albi (bit.ly/41Mh6F1)

Ante la marea de acero, la resistencia de los jinetes sajones, superados en números, se desmorona. La infantería, al verlo, pierde la formación y su capacidad de defensa. En medio del colapso, el elector sajón es de los que no huyen. Dos españoles, finalmente, le capturarán.

Durante kilómetros los protestantes son perseguidos. Más de 2000 quedarán sobre el terreno, y más de 1000 caerán prisioneros. Solo 400 se pondrán a salvo. Los católicos, se dice, tuvieron menos de 30 bajas. Más tarde Torgau abrirá sus puertas y el landgrave de Hesse se entregará

La batalla fue poco más que una escaramuza, pero la captura del príncipe elector Juan Federico, pilar del protestantismo, fue un golpe devastador. Aun así, no significó la victoria definitiva, pues poco a poco Carlos V volvió a perder la posición ganada ante los príncipes.

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