Es una historia conmovedora a la par que entrañable.
¿Os la cuento?
Soy así de pelma.
Era una tarde fría de invierno, sobre las 5 y media, pero ya estaba oscureciendo. Llovía. Llovía mucho.
Temblaba de frío.
Una vez dentro, le puse el café y empezamos a charlar (a primera hora casi nunca había clientes y podía dedicarle toda mi atención).
Me contó que había empezado a trabajar en una empresa de esas piramidales...
"Esa es la actitud", le dije.
Varios cafés y varias horas de conversación después (de las que pude deducir que era una persona...
Le dije que podía hacer lo que quisiera, que allí era bienvenido y que no molestaba.
Aún así, recogió su chaqueta y se fue.
Y no le volví a ver más...
En ese tiempo, yo cerré el bar y me dediqué a vivir del cuento con lo que saqué del traspaso del bar. Pero claro, cuando gastas mucho y no ingresas, el dinero se va acabando. Y yo me había dedicado justamente a eso.
Eso me llevo a discusiones con mi...
Justo la noche del día que lo dejamos, yo fui a cogerme la borrachera de rigor de las rupturas (siempre ha sido mi vía de escape en estos casos), así que me metí en un bar. Solo. Sin más intención...
Iba ya por la quinta copa, cuando el camarero me dijo: "Esta está pagada". Le di las gracias, a lo que me respondió: "No me las des a mí, la ha pagado aquel hombre del fondo".
Levanté la mirada y, aunque estaba completamente cambiado, pude...
"Un mal año", le respondí.
Me preguntó que qué me había pasado. Le conté la historia.
Él me contó (mientras no dejaba...
Me dijo: "Nada que agradecer... Hoy por ti, mañana por mí".
Nos despedimos.
Aquella noche ese hombre me sirvió de mucha ayuda. Me sirvió también para ver las cosas de otro modo. Para ver que siempre hay una oportunidad más.
Y desde entonces, me fui de Barcelona, y nunca más he vuelto a saber de él.
Pero desde entonces, cada vez que estoy jodido, me acuerdo de aquella noche, y pienso que no todo está perdido.
Y ya.