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Voy a animarme a hacer un hilo de historiadora para complementar este interesante hilo de @Feloarias sobre la tan extendida percepción de que a todos los países latinoamericanos nos han quitado o hemos perdido "pedazos de patria"
No voy a agregar nuevos hechos o pruebas para desmentir ese mito pues el hilo de @Feloarias es suficientemente elocuente. Quiero más bien profundizar en el por qué de ese mito
Manipulaciones políticas aparte, una de las razones de esa percepción es que se nos olvida lo reciente y novedosa que es la idea de estado nacional como la entendemos hoy. Reciente y novedosa no solo para las jóvenes naciones latinoamericanas.
Solemos imaginar al mundo como en los mapas políticos: cada cm del planeta encerrado entre líneas sólidas y con colorcitos señalando su pertenencia indisputada a un estado. Pero hace dos siglos esa idea no estaba instalada en nuestra imaginación colectiva
Hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX el mundo, incluso lo que podemos considerar "Occidente", estaba lleno de fronteras confusas y porosas y de territorios desconocidos o malconocidos por la cartografía.
y pues, sin mapas detallados, ¿cómo saber por dónde iba la línea de la frontera, por ejemplo, en la mitad de la Amazonia? En 1750 una expedición de novela había intentado sin éxito trazar los límites de los dominios de España y Portugal.
Si las fronteras entre los dominios de dos imperios distintos no estaban bien definidos, difícilmente podían estar claros los límites entre jurisdicciones administrativas del mismo imperio
Así que no se podía esperar que los estados latinoamericanos nacieran con sus fronteras bien definidas. El reclamo sobre los territorios se hacía además desde unas identidades nacionales que nos acabábamos de inventar.
Acabadas de inventar sobre bases más bien arbitrarias. Divisiones coloniales como los virreinatos no pueden pensarse como "protonaciones". Su demarcación no tenía bases identitarias sino razones administrativas a veces muy coyunturales.
Como referente para la vida cotidiana de los habitantes había de hecho jurisdicciones más antiguas y significativas, como las audiencias y las diócesis. Recordemos además que el Virreinato de Nueva Granada tenía menos de 100 años de creado.
El famoso Uti possidetis iuris que se cita para reivindicar los límites de los virreinatos en 1810 como base de las fronteras actuales se lo inventó Bolívar como parte de sus muy exitosas estrategias diplomáticas.
Se convirtió con el tiempo en un principio reconocido por el derecho internacional y muy útil para los procesos de descolonización, pero su puesta en práctica requirió de unas cuantas licencias y libres interpretaciones del pasado reciente.
Por otro lado, si se fija, la mayoría de esos "territorios perdidos" corresponden a zonas poco habitadas o habitadas por comunidades indígenas en las que no se había establecido un dominio real de la colonia española.
Por ejemplo, ¿de quién era la península de La Guajira? ¿del Virreinato de la Nueva Granada o de la Capitanía de Venezuela?
En verdad, era de los wayuu que tenía, y tienen, un sentido del territorio muy distinto al del estado nacional. La frontera nacional fue una realidad posterior y externa que se superpuso sobre su concepción del territorio.
Pese a todo lo anterior, la definición tardía de nuestras fronteras no se puede considerar como una debilidad de nuestros estados o como muestras de nuestro atraso institucional. Todo lo contrario.
En el siglo XIX éramos estados nacionales muy nuevos, pero es que el estado nacional era en sí mismo una novedad. Fuimos en verdad pioneros. En 1850 Latinoamérica tenía casi la mitad de los estados soberanos que había en el mundo.
No es mi campo de especialidad y no voy a profundizar en ello, pero me parece importante señalar que la diplomacia de los jóvenes estados latinoamericanos hizo aportes significativos para abrirle espacio a la idea moderna de soberanía nacional en el derecho internacional
Puede que nuestros dirigentes hayan fracasado en muchas cosas, pero en el trabajo de inventarse estas naciones, legitimarlas ante el mundo y convencernos de que las viéramos como algo inmemorial e inevitable fueron muy exitosos.
