Tres o cuatro ideas rápidas sobre la decisión del Supremo sobre el impuesto a las hipotecas: 1) los bancos y analistas contaban, a su pesar, con tener que pagar a partir de ahora. Ha sido un sorpresón respecto a su escenario base.
2) La decisión de que paguen los clientes es volver a la situación que estaba vigente hasta el 18 de octubre y desde hace 20 años y que ya había reafirmado varias veces el propio Supremo en el pasado. No es que sea una rareza su decisión. Más bien es coherente.
3) La decisión que preocupaba realmente a la banca era la retroactividad de la nulidad del impuesto. Si las devoluciones tenían que remontarse a los últimos 20 años suponía una catástrofe para la banca, pero ese escenario era remoto a juzgar por la jurisprudencia existente.
4) La banca, de una u otra manera, repercutiría este impuesto a los clientes (directa o indirectamente). Eso es así. Quién de verdad tenía un problema era la administración pública, las CCAA, ya que estaban en juego más de 5.000 millones de euros en devoluciones a clientes.
