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Como curiosidad, al año siguiente la familia Porcioles compró la empresa Artespaña al INI, como parte de las privatizaciones de la última etapa felipista, por alguna cantidad irrisoria.
Mi padre trabajó más de 20 años en la empresa. Recuerdo que me llevaba a los inventarios en la gigantesca tienda de la calle Hermosilla, llena de pasadizos y cámaras secretas. De allí salían, por ejemplo, los relojes artesanales que se regalaban a los invitados de 'La clave'.
A finales de los 90 yo también pasé más de una temporada de rebajas trabajando en la tienda como mozo de almacén, para pagarme fiestas o bien para expiar el abandono de alguna carrera universitaria. Vuelvo a esto al final.
Buscando la noticia de la compra, me he topado con un gazapo en el libro de @KarimJuste sobre el IBEX 35: obviamente Porcioles Sr. no pudo comprar Artespaña en 1994 porque había muerto el año anterior. 
Con toda seguridad se trata de su hijo, José María de Porcioles y de Sangenís. El padre, por cierto, había nacido en 1904 en Amer, el pueblo de Puigdemont -ese donde ahora desinfectan con lejía al paso de constitucionalistas-, y antes de la guerra fue simpatizante de Cambó.
De mis veranos y navidades en Artespaña conservo aún amigos y más de una anécdota. Una, por cierto, referida a un compañero de partido de Rubén Juste. Ya la contaré en otra ocasión.
