Thread by @seguritips

Criminológicamente no existe una conexión entre delincuencia y pobreza, aunque se tiende a creer que están vinculadas. La realidad demuestra que cuando el deterioro de la calidad de vida se acelera, algunas modalidades de hurto de bienes canjeables también se incrementan. #Hilo

En Venezuela hemos comprobado todas las hipótesis. En los años de mayor bonanza y menos pobreza se incrementaron todos los índices de inseguridad. Y ante el drama de acceso a los alimentos, personas que se consideran a sí mismas honradas hurtan comida de los automercados.

El caso de la delincuencia venezolana consigue sus raíces más allá del asunto social y tiene que ver con el proyecto de dominación política impuesto por Hugo Chávez.

En tal sentido, la primera causa de inseguridad ciudadana se vincula con la destrucción de la institucionalidad democrática y la formación del binomio líder/pueblo sin estructuras intermedias.

He escuchado que entre las recomendaciones que Fidel Castro daba a Chávez estaba la de convertir a la delincuencia en aliada de la revolución, justificando el robo por necesidad, las expropiaciones sin el pago a sus dueños y la creación de grupos armados con fines políticos.

Bajo el modelo revolucionario chavista floreció entonces la delincuencia violenta como símbolo de la destrucción del Estado liberal vigente con la constitución de 1961, y se dio paso a la impunidad como recompensa a la lealtad y obediencia sin discusión al “líder supremo”.

Así sin más, se cambió la relación entre Estado y Ciudadano, mutándose a una forma de sometimiento a través del uso de la violencia, no sólo proveniente de las bandas criminales sino también del Estado por medio de sus cuerpos represivos.

Luego de 20 años de violencia, lo que estamos viviendo hoy es la explosión de un conflicto, que si bien fue de baja intensidad mientras la calidad de vida era aceptable, a partir de 2014 con las perversiones de Maduro, Venezuela entró en una dinámica real de país en guerra.

Todos los indicadores sociales y económicos así lo demuestran: migración, inflación, violencia, hambre, represión, pérdida institucional, crisis sanitaria y otros tantos que hoy conforman lo que mi mentor y amigo @mdaodao ha bautizado como el #cocteldelamuerte = sangre + hambre

Nos hemos convertido en una sociedad domesticada/sometida a punta de violencia, sin defensas institucionales y sin fuerzas internas para accionar en contra de quienes nos oprimen. Por ello, todos los esfuerzos que hasta ahora hemos hecho para deslastrarnos no han funcionado.

Tenemos, por tanto, un reto inmenso, porque la única defensa real que tienen las sociedades contra los proyectos violentos de dominación son sus propias Fuerzas Armadas, y resulta que, en nuestro caso, estas son el principal instrumento para someternos.

También en nuestro caso, la FAN y el régimen (son parte de lo mismo) se han encompinchado con otros poderes internacionales, ya no para controlar a la población, pues ese objetivo lo lograron, ahora, es para darle cuerpo a un proyecto de expansión que amenaza a toda la región.

Imagínense, si ya solos no podíamos contra los elementos internos que nos oprimen, cualquier intento de liberación sin apoyo externo es objetivamente irrealizable.

Hago toda esta exposición porque escucho por las redes a algunos analistas y periodistas horrorizarse con la solicitud de ayuda militar internacional a nuestros aliados, como si se tratara de una ofensa a las expectativas ya frustradas de los venezolanos,

cuando la única y clara realidad que el propio régimen de Maduro ha dejado sobre la mesa es el uso de la fuerza internacional.
Podría sonar paradójico que una sociedad doblada por la violencia de 2 décadas pida el uso de la fuerza para salir del drama en la que está sumida.

Pero es allí, precisamente dónde el condicionamiento de la escuela cubana intenta someternos aún más; que nos sintamos culpables al exigir por la fuerza nuestra propia libertad.