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Nos guste o no la definición de la situación, el régimen ha llevado la realidad de Venezuela a una forma de guerra no convencional de consecuencias tan devastadoras como otros conflictos armados más tradicionales en otras partes del mundo. #Hilo
Economías y sectores productivos destruidos, hiperinflación, hambrunas, caos sanitario, persecución política, emigrantes que huyen de las zonas de conflicto, desaparición de toda institucionalidad y por supuesto violencia instalada en la relación entre el Estado y el ciudadano.
Estas guerras no convencionales operan en múltiples dimensiones, pero persiguen un único objetivo político, que es mantener o incrementar el poder en todas sus formas y espacios.
En el lenguaje de estas confrontaciones, a los conductores de la estrategia se les denomina políticos de guerra, y si aspiramos a ganar, su responsabilidad es expandir la visión de la nación y sus ciudadanos, a un nivel de consciencia más amplio y demostrar voluntad real de lucha
Este cambio de la naturaleza de la guerra, ahora convertida en una guerra política no convencional es lo que se vive hoy en Venezuela y entenderlo así es el primer paso para poder pelear y tener posibilidades de triunfo.
Queda claro que la mayoría de los venezolanos no buscábamos ni queríamos una guerra no convencional y multidimensional (o de cualquier otro tipo) en el país, pero el modelo de revolución bolivariana sólo podía tener algún chance de supervivencia, una vez perdido el apoyo popular,
en escenarios caóticos de conflicto como el que impulsan en todos los planos de lucha, que van desde lo territorial, el ciberespacio, la opinión pública global y hasta la psique del individuo.
Ganar la guerra pasa entonces, por hacernos conscientes que somos el enemigo de uno o varios grupos que nos atacan, por tanto, estamos obligados a diseñar estrategias no sólo para defendernos, sino para tomar la ofensiva, pues nadie gana una guerra sólo defendiéndose.
En la estrategia de combate es indispensable construir una teoría o narrativa del éxito, que debe servir como grito de lucha. Chávez, por ejemplo, hablaba de que su revolución era para siempre y aquellos que buscaban el retorno de la institucionalidad democrática “no volverán”.
Hoy, luego de 20 años hemos comenzado a entender las dimensiones de esto y tenemos una oportunidad real de llevarnos la victoria, que definida como una narrativa de éxito es conquistar el poder de manera irreversible y devolver a Venezuela a la ruta democrática del desarrollo.
Debemos tener presente que el camino a la victoria pasa por ganar las batallas necesarias en todos los planos, no se trata sólo de salir de Maduro, hay que desalojar al régimen y erradicar la revolución hasta en la mente de los ciudadanos.
Cuando en Venezuela, la gente comience a pedir empleos de calidad en lugar de cajas CLAPS, le exija transparencia a sus líderes y crea que el trabajo productivo es la verdadera ruta del crecimiento, habremos alcanzado el éxito
