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¡Ya es el cuarto hilo sobre la historia de la ciudad de Babilonia! Nos toca la última porción: el Imperio Neobabilónico, el úlimo gran imperio propiamente mesopotámico.
Anteriormente dejamos a Babilonia gobernada por la dinastía extranjera de los casitas, entre un complejo de fuertes estados rivales tales como Egipto, el Imperio Hitita y Asiria. Hacia el 1235 a.e.c, fue esta última la que anexó a Babilonia y deportó a gran parte de su población.
Asiria para entonces había formado el Imperio Medio-asirio. Pero a fines del siglo XIII a.e.c estalló en todo el Oriente una crisis general, causada en parte por aquel gran movimiento migratorio de los que muchos han venido a llamar “los Pueblos del Mar”.
La debilidad de Asiria permitió cierto renacimiento de los casitas babilónicos, que no tardaron en rebelarse. Poco después, los casitas fueron expulsados de la ciudad, y una nueva dinastía local ascendió al trono, siendo Nabucodonosor I el monarca más famoso y victorioso.
Las fuentes callan hasta el siglo X, cuando nos encontramos con un nuevo renacimiento, ahora definitivo, de Asiria y Babilonia, que formarían, respectiva y consecutivamente, los imperios Neoasirios y Neobabilónicos.
Primero, el increíble poderío militar asirio les aseguró una expansión rápida por toda Mesopotamia, conformando el imperio más grande la humanidad hasta el momento. El rey Senaquerib conquistó la Babilonia sin dificultades e incluso destruyó, profanamente, su templo.
Pero sic transit gloria mundi, y el imperio asirio terminaría sucumbiendo algunos siglos más tarde. Primero, perdió Egipto, y luego tuvo que enfrentar duras rebeliones desde las hasta entonces muy pacíficas regiones sureñas de Babilonia y Elam.
La lucha sería iniciada bajo el reinado del asirio Assurbanipal, cuando en el siglo VII el rey vasallo en Babilonia y hermano del anterior Shamash-shum-Ukin decidió que era momento de hacer valer sus derechos. La lucha se extendería por tres años, con los asirios enfrentados...
...a una gran coalición de pueblos conformada por árabes, judíos, fenicios, elamitas y babilonios. La guerra fue brutal, y una crónica de la época da cuenta del hambre de las gentes que “se comían la carne de sus hijos y de sus hijas”. Al final, en el 648 a.e.c Babilonia cayó.
Asiria reprimió brutalmente a los pueblos sublevados. Esta violencia quedó retratada en el arte, como en este relieve donde el rey Assurbanipal disfruta junto su esposa un almuerzo en el jardín; en una de las palmeras casualmente cuelga la cabeza cercenada del rey elamita Teumman
Pero los cimientos del edificio imperial asirio ya habían sido removidos, y no tardaría en venirse abajo para no renacer nunca más.
Babilonia, entre tanto, estaba sumergida en un caos político, con varios pretendientes al trono asesinándose mutuamente. Uno de ellos prevaleció y tomó por la fuerza la corona, el caldeo Nabopolasar (reinado: 626-605 a.e.c). El acto fue condenado por la todavía reinante asiria.
La guerra estalló de nuevo. Al principio se trató más que nada de un frente defensivo babilónico, asediado en su propio territorio. Una segunda fase comenzó cuando Nabopolasar lanzó sucesivas campañas para desmembrar el territorio asirio.
Pero los babilonios no estaban solos. Otro pueblo que se había hecho poderoso recientemente, los medos, entró en la escena, y comenzó a presionar él mismo al ya decadente imperio asirio. El ejército del rey asirio Ciaxeres (625-585 a.e.c.) hizo varias incursiones victoriosas.
Fueron los medos quienes saquearon la capital asiria, Assur, en el 614 a.e.c. Mientras saqueaban los restos de la ciudad, los babilonios se hicieron presentes. Pudo haber estallado una cruenta guerra, pero en cambio, las partes establecieron una alianza dinástica.
Pero asiria no estaba totalmente vencida: la resistencia se trasladó a Nínive. Fueron los babilonios esta vez quienes se encargaron de ponerle fin. El golpe final fue a la ciudad de Harrán, invadida por la coalición de medos y babilonios. Asiria había caído.
Era hora de repartir el botín. Los medos se quedaron con la zona norte del actual Irak y parte de Anatolia (además de su propio territorio). Babilonia heredó la Mesopotamia y el territorio sirio-palestino.
El Imperio Neobabilónico, recién fundado, no duró mucho tiempo: menos de un siglo (626-539 a.e.c). Sus seis reyes fueron Nabopolasar, Nabucodonosor II, Evilmerodac, Neriglisar, Labashi-Marduk y Nabónido.
Nabopolasar, tras las guerras con asiria delegó su mandato en su hijo Nabucodonosor II, quien emprendería varias campañas para expandir las fronteras del reino. Se interesó particularmente por Siria, región atravesada por las más importantes rutas comerciales del momento.
Fue este el rey que tuvo que vérselas con las rebeliones de las ciudades del Levante, entre ellas Jerusalén, parte del reino de Judá. El conflicto se saldó con la toma de Jerusalén y la deportación de su población a Babilonia en dos ocasiones (597 y 587 a.e.c.).
Es aquí cuando se forma la terrible imagen de Babilonia que se trasmitió por medio de los libros de la Biblia. Como fuese, es durante el reinado de Nabucodonosor que el imperio alcanzó su apogeo. Mientras tanto, el poder de los medos se acrecentaba cada día más.
El pacto con ellos era firma por el momento, y el rey pudo dedicarse a embellecer su capital con la edificación de templos, palacios y carreteras. En el 562, Nabucodonosor murió.
Los años que siguieron fueron de una terrible lucha entre los pretendientes al trono, y los reinados de cada uno de los sucesores fue cortísimo. Recién cuando Nabónido, un noble de la ciudad, se estableció en el 556, se logró cierta estabilidad.
Este rey tuvo que legitimar su mandato y lo hizo por medio de la construcción y reconstrucción de numerosos templos del pasado. Parece que esta tarea lo convirtió en un proto-arqueólogo que, en sus palabras, estudió las inscripciones de los reyes anteriores y siguió sus lecciones
Nabónido fue el último rey. Pensaríamos que el fin de Babilonia vino de los medos, pero no fue así exactamente, sino que fue la mano persa, advenedizos en el escenario mesopotámico, la que acabó con el poder de la ciudad.
Ciro II, rey de los persas, acabó rápidamente con los medos, de forma que Babilonia quedó desprotegida frente a su avance. En el 539, Ciro se presentó ante Babilonia y fue recibido como un libertador. Nabónido fue aprisionado y exiliado poco después. El último rey babilonio cayó.
¿Cómo fue el corto reinado de Babilonia sobre Mesopotamia? Por un lado, para sus súbditos fue igual de malo que el yugo asirio. Deportaciones, ciudades enteras despobladas o destruidas, campos abandonados, sobreexplotación de los recursos...
La idea de un salvador que llegase a la tierra entre los ríos para salvar a sus pueblos comenzó a formarse, y eso explica por qué el buen recibimiento del que gozó Ciro, que fue, sin embargo, un conquistador más.
Pero, por otro lado, Babilonia se convirtió durante este periodo en el centro espiritual y cultural mesopotámico, y la Babilonia de Nabucodonosor es la viva imagen de este proceso. La ciudad era enorme: los muros necesarios para la defensa tenían unos 100m de anchura.
Se podía entrar a la ciudad por medio de ocho puertas, siete consagradas a dioses, y una dedicada al rey. La de las imágenes es la célebre puerta de Ishtar, diosa del amor y la guerra. Esta contaba con una anchura de 48m, y estaba protegida por imponentes torres de 20m.
Estaba construida con ladrillos cocidos, que se moldearon para formar toros y dragones mesopotámicos. Fueron policromados con esmaltes azules que le dieron esa particular distintividad. La puerta era atravesada por una gran avenida dirección norte sur.
Esta calle conectaba los principales edificios de la ciudad: el palacio real, el Zigurat, y el templo de Marduk. La vía estaba decorada con ladrillos como los de la puerta, pero con relieves de leones.
Toros, leones y dragones fueron símbolos recurrentes. El toro era símbolo del dios de la lluvia Adad; el dragón representaba al patrono de la ciudad, Marduk y a su hijo Nabû, dios de la ciencia y la sabiduría; el león era el signo de Ishtar, “la cortesana de los dioses”.
Los palacios debieron haber sido imponentes, con enormes patios y terrazas. Pero no se deben haber asemejado mucho a la polémica reconstrucción realizada por Saddam Hussein, que vemos en la foto.
Los templos más importantes fueron el Esagila, dedicado a Marduk, y el Etemenanki, el célebre zigurat que pude haber sido el origen de la leyenda de la mítica torre de Babel.
Sobre la torre, los jardines y otros mitos hemos hablado ya en otro hilo, el primero de la serie, que aquí les dejo. ¡Disfrútenlo!
Y así hemos llegado al final de nuestro recorrido, una historia de más de 2000 años de una de las ciudades más importantes de la historia de la humanidad: la pujanza de los cielos, la ciudad que une cielo y tierra, la ciudad que aniquila a sus enemigos... ¡Babilonia!
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