Thread by @ajfreniche

Guillermina Freniche Gómez. 1941.
Mi madre.
Con 19 años se marchó a trabajar a Inglaterra, huyendo de la miseria de una posguerra cruenta que se ensañaba especialmente con las mujeres jóvenes.
Estudiaba por las noches.
Abro hilo 👇🏼

Trabajó en Suiza y siguió estudiando por las noches.
La devolvió a España un marido, que amparado por las leyes vigentes en la época, amenazó con llevar a sus hijos, de corta edad, a la frontera española.

Acabo siendo la primera mujer empresaria de Málaga, en el sector, especialmente machista, de la construcción.
Creó un negocio próspero que supuso empleo para mucha gente, y que hoy en día, sigue en funcionamiento.
Hablaba correctamente tres idiomas

Con su eterno Ducados humeante en la comisura de los labios, conducía un mini rojo cuando las mujeres no conducían.
Se divorció cuando las mujeres no se divorciaban.
Aún a costa de perder todo aquello que había creado.

Encontró rápidamente un trabajo a su medida, en la alcaldía del recién creado ayuntamiento de Torremolinos, y siguió creciendo.
Su biblioteca excedía cualquier pared de casa, nunca paró de ampliarse. Jamás vi prensa rosa entre las montañas de revistas semanales que compraba.

Eran los tiempos de La Codorniz, el Hermano Lobo, Doblón, Cambió 16 y otras tantas...(Gracias mamá...también por eso)
Su último marcapáginas favorito fue el testamento vital/poema de su amado Antonio Gala.

Después, y dolorosamente precoz, el Alzheimer se encargó de ir borrando implacablemente sus recuerdos.
Hace 14 años que empezamos a sufrir, y 7 que nos dejó en alma.
Su cuerpo sigue aquí.

Sigue aquí, dolorosamente torsionado y conectado a una sonda de alimentación que le ha colocado una jueza que nunca la conoció ni habló con ella.

Que jamas se tomó un vino con ella ni participó en ninguna de las tertulias que organizaba en casa con sus compañeros y amigos.
No probó sus famosas berzas mensuales ni bailó con ella.

Una jueza, que no la oyó gritar y llorar cuando le tocó vivir el final de su madre, mi abuela...

Una jueza, un forense y un equipo médico, fanático y sectario, al servicio de una religión que ella, a pesar de respetar, no profesaba.

Una resolución judicial, a instancias de la residencia a la que, mi hermano y yo, confiamos su cuidado, nos impide negarnos al ensañamiento terapéutico.
Y a pesar de la tutela legal, no podemos hacer absolutamente nada por ella.

Le niegan los cuidados paliativos porque su cerebro ha sido destruido por una enfermedad neurodegenerativa y no por un cancer.
No puede quejarse...

Mientras tanto, un millón de firmas esperan en el Congreso de los Diputados a que nuestros votos procuren un gobierno que tenga el valor de abrir las cajas que las contienen y oír a todos los que pedimos una ley veraz de muerte digna, donde ninguna religión meta sus sucias manos.

Todas vamos a morir.

Comparte si la conociste, a ella o a otras.
Comparte si crees que tu vida y tu muerte son tuyas.

#LeyMuerteDigna
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#EnsañamientoTerapeutico
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