María Moliner fue una de las primeras funcionarias del cuerpo de Bibliotecas. Durante la II República trabajó para las Misiones Pedagógicas y creó las Bibliotecas Populares. Con la Guerra Civil iniciada, escribió una pequeña joya: un manual para las pequeñas bibliotecas: 
En él recomienda cómo atender al lector en zonas rurales. Aconseja al biblitecario dos cualidades: convicción en su labor y entusiasmo por los libros:
"«Mire usted: en este pueblo son muy cerriles: usted hábleles de ir al baile, al fútbol o al cine, pero… ¡A la biblioteca…!».
"«Mire usted: en este pueblo son muy cerriles: usted hábleles de ir al baile, al fútbol o al cine, pero… ¡A la biblioteca…!».
No, amigos bibliotecarios, no. En vuestro pueblo la gente no es más cerril que en otros pueblos de España ni que en otros pueblos del mundo. Probad a hablarles de cultura y veréis cómo invariablemente responden: ¡Eso, eso es lo que nos hace falta: cultura!"
