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BALCANES EN LA MEMORIA
@paconadal me hizo la propuesta hace un año:elige un país,prepara un itinerario y lo convertimos en un viaje de autor.Elegí Croacia y Bosnia. La agencia B the travel brand y Viajes El País lo organizaron y lo ofertaron. Se apuntaron 22 viajeras y viajeros
Quince mujeres y siete varones. Más psicólogas y funcionarias que periodistas, abogados o maestras. Hay médicos especialistas, una farmacéutica, una enfermera, un economista, un ingeniero,especialistas en banca, una doctora en bioquímica, un estudiante universitario. Muy variado.
No pedí la lista de viajeros. No sabía quiénes venían.Una amiga tuvo que darse de baja por enfermedad dos semanas antes. Dos días antes de empezar el viaje me enteré de que nos acompañaba una ex compañera de @heraldoes. Ella editaba mis crónicas durante las guerras balcánicas.
19 salimos de Madrid. Dos de Barcelona y una persona de Mallorca. Antes de montarnos en el avión les agradecí que hubiesen elegido este viaje y confiasen en mí. En una carta enviada antes les había pedido que vinieran cargados de ganas de
aprender y sentir.
En la carta les dije también que estaba seguro de que íbamos a vivir
momentos muy emotivos e intensos y también otros más relajados y divertidos. El
itinerario elegido mezcla lugares históricos imprescindibles con escenarios que
tienen que ver con mi propia experiencia bélica.
En el último párrafo de la carta les confesaba que “no tengo ni idea de cómo
sois,qué edad tenéis,en que trabajáis”,pero que estaba seguro de que nadie
se mete en una aventura como ésta durante sus sagradas vacaciones sino tiene
interés por entender mejor nuestro confuso mundo
La única interrelación que había mantenido con una de las viajeras fue a través de
twitter después de leer un escrito en el que decía que estaba leyendo el libro
Sarajevo, de @alfarmada , publicado por la editorial @malpa mientras se documentaba para el viaje a los Balcanes.
El viaje empieza apenas cinco días después de regresar de otro largo periplo de un
mes en Guatemala. Dedico un par de días a ordenar el material que quiero llevarme para mostrarlo durante el viaje de once días.Buceo en internet y en Wikipedia y fotocopio mis propias fotografías.
Ya les había pedido que se preparasen muchas preguntas que intentaría responderles, pero también les había advertido que estaba seguro de que me harían preguntas que no tienen respuestas o, al menos, yo no las conozco. Estábamos listos para empezar a rodar por Croacia y Bosnia.
Hasta la mañana antes de la salida hacia Dubrovnik no se me ha ocurrido pensar en la posibilidad de que no sea la persona ideal para dirigir un grupo de personas desconocidas. Nunca me ha gustado viajar en grupo. Nunca he utilizado esa opción aunque conozco más de cien países.
Me pregunto:¿Qué puede pasar si no conecto con el grupo?¿Les gustará mi forma de plantear este viaje personal? He elegido los lugares que vamos a visitar porque estoy conectado mentalmente a ellos desde más de un cuarto siglo.Tienen
sentido para mí. Pero,¿lo tendrán para ellos?
Empiezo a sentir algo de miedo escénico. Lo peor es que todo estemos incómodos. Les he recomendado como introducción al viaje que vean el documental de la serie Imprescindibles que TVE me dedicó en 2014 rtve.es/alacarta/video…) Así sabrán cómo soy. Cómo me expreso y cómo ando.
Después de encontrarme en el aeropuerto con el gran grupo que va a volar desde Madrid me quedo más tranquilo. No se ha colado ningún despistado que busca una
experiencia imposible de saciar. Ni un campanudo que lo sabe todo. Personas normales ansiosos por conocer y profundizar
Volamos a Dubrovnik y nos encontramos con los pasajeros que han viajado desde otras ciudades y con nuestra guía local,una joven bosnia de nombre Merima que nació en la ciudad de Mostar en febrero de 1994 en plena guerra de Bosnia-Herzegovina.Vino al mundo en medio de la muerte.
Nos instalamos en un magnífico hotel y pasamos la tarde utilizando las piscinas climatizadas con vistas al mar. Sólo tengo una preocupación: una viajera ha venido sin pasaporte. En Madrid la policía nos ha asegurado que se puede entrar en Bosnia con carnet de identidad.
Al estar muy claramente escrito en la web del Ministerio de Asuntos Exteriores de España,el policía nos confirma que es imposible hacerle un pasaporte de urgencia. Vamos a entrar por tierra en Bosnia-Herzegovina desde Croacia. No quiero que ocurra nada que perjudique el viaje.
Salimos de Dubrovnik. Tenemos que pasar la frontera entre Croacia y Bosnia-Herzegovina que permite transitar por los seis kilómetros de costa adriática que tiene este último país. A continuación volvemos a entrar en Croacia. Dos horas después llegamos de nuevo a otra frontera.
Le digo a la viajera sin pasaporte que se ponga detrás de mí.Intentaré entrar en Bosnia-Herzegovina con mi carnet de identidad. Si me dejan todo solucionado.El policía bosnio recoge el carnet sin mirarme, lo escanea y me lo devuelve segundos después.Permiso de entrada concedido
Por fin me relajo.Hubiera sido una pena que la viajera se hubiera tenido que quedar en Croacia y viajar hasta Vukovar por su cuenta,en la parte oriental del país, para encontrarse con nosotros tres días después. Siempre hay que viajar con pasaporte por si hay cambios de planes.
Empieza el verdadero viaje.Les cuento que las casas en ruinas de las que apenas quedan los cimientos en pie pertenecían a musulmanes o católicos y fueron quemadas por las milicias contrarias.Ocurrió en las primeras semanas de la guerra. Odio y violencia en el valle del Neretva.
Les aclaro que es erróneo hablar de limpieza étnica. En Bosnia-Herzegovina no la hubo porque serbios-ortodoxos, croatas-católicos y bosnios-musulmanes
pertenecían a la misma etnia eslava. Tampoco es justo hablar de limpieza religiosa
porque la mayoría eran poco practicantes.
¿En nombre de qué concepto se hicieron las atrocidades?¿Con qué término definimos a las decenas de miles de ejecuciones extrajudiciales, las miles de violaciones de mujeres y menores, las decenas de miles de desapariciones
forzosas, la destrucción de los puentes de convivencia?
Antes de llegar a Mostar les explicó que lo primero que hay que hacer para conseguir manipular a una comunidad es crear un enemigo aunque sea ficticio. Se deshumaniza al vecino, al amigo, al compañero de trabajo. Se le acusa de traición, se le convierte en chivo expiatorio.
Los asesinos necesitan justificar las razones de sus actos arbitrarios. Necesitan convencer a la población de que era necesario sembrar el terror. Interiorizar que se forma parte de los guardianes de las esencias ideológicas, religiosas. Darle sentido tribal a la vida.
Los que dirigen la matanza necesitan cómplices.Ser todos culpables para reducir la responsabilidad. Hacer creer que al formar parte de una masa es imposible ser condenados.Porque la culpabilidad se diluye cuando la violencia se generaliza. Cumplir órdenes como el hizo el resto.
Llegamos a Mostar. La primera vez que visité la ciudad en setiembre de 1992 me quedé de piedra: sólo quedaba en pie el puente otomano que un año después, el 9 de noviembre de 1993, fue destruido intencionadamente por los croatas. Simbolizaba la convivencia entre comunidades.
El puente data del siglo XVI. Tiene una anchura de 4 metros y una longitud de 30. Slobodan Praljak, el comandante del Consejo Croata de Defensa que ordenó su destrucción, se suicidó en 2017 ante el Tribunal Penal Internacional Penal de la Antigua Yugoslavia en La Haya.
Con la llegada de la paz se iniciaron los trabajos de reconstrucción. Se sacaron del fondo del río los restos del puente destruido y usando métodos tradicionales y piedra de canteras cercanas se consiguió una réplica similar al original. Se inauguró el 23 de julio de 2004.
La ciudad sufrió violentos bombardeos por parte de los artilleros serbios durante los primeros meses de la guerra de Bosnia-Herzegovina. Un año después empezaron los combates entre los croatas y los bosnios-musulmanes. La destrucción fue generalizada y los combates encarnizados
Paseamos por la orilla del río Neretva. La ciudad es hoy muy visitada por los grupos turísticos que visitan Croacia. Algunos croatas creen que Mostar les pertenece. Como si fueran un apéndice de su país. Las dos comunidades se siguen dando la espalda. Es el peso de la guerra.
Muchos edificios han sido reconstruidos de las cenizas. Todavía quedan paredes acribilladas y edificios abandonados. Los alrededores del puente te permiten retroceder siglos en la historia de Mostar. Las calles empedradas y resbaladizas se han conservado desde la época otomana.
En julio hay una competición de saltos desde 27 metros, la altura que hay entre el
puente y el río. Es un concurso que se celebra desde hace décadas. Hemos tenido
suerte porque un saltador profesional ha decidido tirarse cubierto con un traje de neopreno. El agua está muy fría.
Llegamos a Sarajevo de noche. Nos alojamos en un gran hotel de Ilidza. Durante la guerra esta localidad estaba bajo el control de los serbios. Los controles de la policía serbia tenían como objetivo: robar todo lo que podían a los periodistas. @bthetravelbrand @elpaisviajes
En aquellos tiempos había que viajar con mucho dinero en efectivo.Las tarjetas no funcionaban.Lo mejor era viajar en los aviones de la ONU. Así evitabas los controles serbios.Todo se torcía cuando el aeropuerto se cerraba por motivos de seguridad y tenías que viajar por tierra.
Algunos jefecillos serbios se hicieron ricos. La guerra saca lo peor del sr humano.
Tipos grises, mediocres y rastreros se aprovechan de su poder para robar, asaltar, cometer crímenes inmunes. Muchos de estos desalmados se salieron con la suya: sus
crímenes nunca fueron juzgados.
Los serbios de Bosnia siempre se quejaron del comportamiento de la prensa internacional.Nos consideraban vendidos ala causa bosnio-musulmana.Pero nunca fueron capaces de hacer un esfuerzo para mejorar su imagen.Bombardeaban sin piedad y dificultaban el trabajo delos periodistas
Fue muy difícil trabajar con los serbios. Tuve la suerte de conseguir en Pale en junio de 1992 el carnet de prensa serbio gracias a las gentileza de la asociación de periodistas serbios. Fue el mejor salvoconducto: en los controles serbios lo enseñaba y nunca me cacheaban.
A mis compañeros les robaban el dinero que llevaban encima y a mí ni me tocaban. Recuerdo un día como unos periodistas austriacos tuvieron que entregar 40.000 marcos alemanes (20.000 euros).Se lo canjearon por un papel que decía:se les devolverá al final de la guerra. Cachondos
Aquellos policías serbios eran muy corruptos. También controlaban el mercado negro junto a los paramilitares serbios y los bosnios-musulmanes.El precio de los productos se disparaba en Sarajevo. Había que pagar 15,20 o 25 veces más por un kilo de patatas o una docena de huevos.
Asesinos y corruptos haciendo negocios con el dolor del resto de la población. Ocurría en las zonas controladas por los serbios pero también en Sarajevo. Hoy siempre evito entrar en los restaurantes o bares de los paramilitares bosnios que se enriquecieron durante la guerra.
Empezamos nuestra visita a Sarajevo visitando la tumba de Nalena Skorupan, una bebé que murió víctima de un proyectil lanzado el 6 enero de 1994, el día de Reyes, por un artillero desde las colinas colidantes. Tenía 82 días y ya nació huérfana porque su padre murió en combate.
Le cuento al grupo que lo primero que hago cuando visito Sarajevo desde 1994 es ponerle flores a la diminuta tumba. Me gusta hacerlo solo sin testigos o con alguna persona de confianza. He querido romper esta norma porque me gusta la actitud de todo el grupo que viaja conmigo.
Me han dado muestras continuas de afecto. Llevamos poco tiempo juntos, pero siento que han venido con ansias de entender qué fue lo que ocurrió en el patio trasero de la Europa de Maastricht cuando todo se vino abajo y se impuso el comportamiento deleznable de unos y otros.
No me gusta el exhibicionismo cuando se trata de mostrar las profundas cicatrices que provocan décadas de cubrir escenarios de la barbarie. Sólo yo sé qué significa Nalena en mi vida. No es fácil olvidar el rostro de una criatura marcado por la metralla. Y menos sus sollozos.
Pasamos un buen rato delante de su tumba. Les explico qué pasó aquel 6 de enero de 1994 y los dos días siguientes hasta que su tío Mirsad Demirovic colocó su pequeño cuerpo al fondo de la tumba cuando la tuvo que enterrar de noche para evitar ser alcanzado por los artilleros.
Mirsad también tuvo que enterrar a su esposa Mirsada que estaba acunando a Nalena cuando el proyectil se estrelló contra la casa e hizo un boquete de un metro cuadrado. Mirsada murió decapitada y Nalena saltó de sus manos como si fuera una muñeca y se estrelló contra el suelo.
Recuerdo que el 7 de enero de 1994 visité la casa cuando voluntarios estaban recogiendo restos humanos. Después fui al hospital. El médico especialista me aseguró que Nalena no iba a morir mientras yo escuchaba sus sollozos. Sus heridas eran aparatosas, pero superficiales.
Pero el 8 de enero de 1994 murió. Me lo pregunté entonces,me lo he preguntado durante los últimos 24 años,me lo preguntaré el próximo 8 de enero cuando se cumpla un cuarto de siglo de su asesinato:¿Qué hace que un bebé prefiera morir antes que seguir viviendo en un mundo cruel?
Tuve suerte en octubre de 2008 al encontrarme a Mirsad, tío de Nalena ante la tumba de su sobrina el día del Bairam, la fiesta religiosa que pone fin al Ramadán. Y me hizo el mejor regalo posible: una fotografía de Nalena y su tía Mirsada pocos días antes de sus muertes.
Me gusta mirar la cara de sorpresa de Nalena en brazos de su tía, posiblemente en un abrazo parecido al del día en que el artillero-asesino acertó de lleno. Me gusta mirar su carita libre de cicatrices y sus ojos asustadizos. Me gusta ver en ella la vida. Así huyo de su muerte.
Visitamos la biblioteca de Sarajevo. Sé que todas las personas que forman el grupo quieren conocer el lugar donde hice una de mis fotografías más conocidas. Un lugar destruido por la violencia y el odio es atravesado un día por un haz de luz. Y allí estoy yo para fotografiarlo.
Seguro que ese haz de luz se paseó muchas veces por ese lugar tan simbólico. Pero no había nadie para fotografiarlo y al final mi fotografía se convirtió en un símbolo de la tragedia bosnia. Supura dolor y tristeza envueltos por la fuerza de la vida en forma de haz de luz.
Visitamos la parte otomana del casco antiguo de la ciudad. La gran mezquita,la sinagoga más vieja en una ciudad en la que llegó a haber nueve sinagogas en el pasado después de acoger a los judíos sefardíes expulsados por los Reyes Católicos. Las catedrales católica y ortodoxa
Separadas por algunos centenares de metros estos edificios han fortalecido la reputación de Sarajevo como crisol de culturas, etnias y religiones.Pero la guerra de los noventa lo trastornó todo.Muchos judíos y serbios se marcharon al principio del conflicto.Nunca han regresado.
Llegamos al mercado (markale) de la ciudad donde se produjeron dos de las masacres más recordadas. La primera tuvo lugar el 5 de febrero de 1994. 68 personas fueron asesinadas y 144 resultaron heridas. Fue una granada de 120 milímetros lanzada sobre el mediodía. Fue terrible.
Todos los nombres de los muertos son recordados en un monolito que se inauguró después de la guerra. El suelo sigue salpicado de metralla. El lugar exacto donde estalló el proyectil ha sido pintado de un color rojo-sangre y sobresale del suelo la espoleta de un proyectil.
La segunda matanza tuvo lugar el 28 agosto de 1995 a las once de la mañana. La
zona fue barrida por cinco impactos de mortero y uno de los cuerpos literalmente agujerado por la metralla quedó doblado sobre la una barandilla de protección de la acera y la circulación de los coches
Murieron 43 personas.Esa misma mañana yo salí de Sarajevo a las 7 de la mañana en un blindado de la ONU después de pasar varias semanas en la zona.Había empezado cubriendo la Operación Tormenta de los croatas contra los serbios de la Krajina y,de nuevo,había viajado a Sarajevo.
El día anterior a la tragedia fue el más tranquilo que pasé en la ciudad cercada
desde el inicio de la guerra en abril de 1992. Habían pasado tres años y medio
y el cansancio era evidente en los rostros de los ciudadanos. Todos habían
perdido una media de doce kilos de peso.
Me senté en un minúsculo café que había enfrente del mercadoy estuve leyendo un libro durante tres horas.Hasta entonces aquella zona la evitaba porque era muy peligrosa. Me he preguntado muchas veces por qué lo hice.Quizá porque necesitaba ser un ciudadano normal por unas horas
Caminamos y buscamos los lugares donde hice algunas de mis fotografías más conocidas. Que el grupo patee la calle como yo lo hice durante el cerco. Lo fácil que era estar en el punto de mira de francotiradores situados a centenares de metros. @bthetravelbrand @elpaisviajes
Llegamos aL hotel Holiday Inn, un mamotreto cuadrado de un amarillo chillón, el cuartel general de los periodistas durante la guerra. Era una de las zonas más peligrosas durante el cerco. Las dos torres gemelas fueron incendiadas por la
explosión de varios proyectiles.
En 2008 estuve un mes y medio recorriendo la ciudad en busca de los lugares donde hice mis mejores fotografías en blanco y negro.Volví a fotografiar los mismos lugares y a las mismas personas en color. No fue difícil porque tengo una buena memoria y recordaba todo con precisión
Caminamos por la que fue conocida Avenida de los Francotiradores no transitada durante la guerra por el control que los francotiradores serbios tenían sobre ella desde sus posiciones al otro lado del río Miljacka. Retrocedemos a 1994: una pareja camina de espaldas a la cámara.
La imagen resume toda la tragedia bosnia y la elegí para la portada de mi libro El Cerco de Sarajevo, publicado por la Editorial Complutense en diciembre de 1994. Hace frío, hay nieve, edificios en ruina, calles mojadas y vacías, desolación, la UE dando la espalda al sufrimiento
Unos metros más adelante hay un joven muerto en el suelo y un hombre fuma sentado. La fotografía forma parte de una secuencia que duró quince minutos en junio de 1992. El hombre ha ayudado a trasladar el cadáver a una zona más segura y
espera la llegada de los sepultureros.
Aquel día hice dos docenas de disparos en color y blanco y negro con dos cámaras
distintas. Tres hombres arrastran al muchacho alcanzado por un francotirador en
una zona batida por disparos. El hombre de las gafas busca su documentación. Es
peligroso moverse y también quedarse.
Cruzamos la gran avenida. Quiero que sigan viendo los escenarios bélicos de mis fotografías. Entramos en una especia de corrala cuadrada que forman varios edificios. En octubre de 1993 unos adolescentes jugaban al baloncesto. Evite que me viesen y tomé una buena fotografía.
Cuántas veces he perdido buenas fotos porque los mocosos han empezado a levantar las manos y hacer señas. Me escondí detrás de un árbol a pocos metros. Preparé la cámara,medí la luz e hice una fantástica fotografía.Después les pregunté si tenían miedo: “Nunca, somos valientes”.
Quince años después, en octubre de 2008, volví a visitar el lugar.Unas niñas jugaban
al baloncesto pero ya no había canasta. La fotografia en color endulzaba el lugar pero las paredes seguían salpicadas de metralla. Otros diez años más tarde, en setiembre de 2018,todo sigue igual
Visitamos la esquina histórica más famosa de la ciudad de Sarajevo: el lugar donde el 28 de junio de 1914 fue asesinado Francisco Fernando, archiduque de Austria, príncipe imperial de Austria, príncipe real de Hungría y Bohemia y,desde 1896, el heredero al trono austrohúngaro.
A las once de la mañana el príncipe heredero y su esposa Sofia fueron asesinados por Gavrilo Princip,extremista serbio perteneciente al grupo terrorista Mano Negra. Fue uno de los desencadenantes de la Primera Guerra Mundial tras la declaración de guerra de Austria contra Serbia.
Quiero acabar el día con un encuentro muy especial: con Adis Smajic, un joven sarajevita que perdió a su padre (muerto en combate), a su abuelo (desaparecido) y también todos sus sueños en aquella brutal guerra que empezó en su infancia y acabó cuando estaba en la adolescencia.
Conocí a Adis el 19 de marzo de 1996, el día después de que una mina casi lo mata, tres meses y tres días después de que la guerra acabase según Wikipedia. Estaba destrozado en una cama del hospital más importante de la ciudad después de haber perdido un ojo y una mano.
Viajamos a Visegrad para visitar el puente otomano que cruza el río Drina. Es un puente que hizo más famoso el escritor Ivo Andric, ganador del Premio Nobel de Literatura "por la fuerza épica con la que ha reflejado temas y descrito destinos humanos de la historia de su país".
En 2009 el Tribunal Internacional Penal para la antigua Yugoslavia con sede en La Haya condenó a cadena perpetua a Milan Lukic, uno de los criminales de guerra serbios más sanguinarios y brutales, acusado de crímenes de guerra y contra la humanidad en Bosnia. @bthetravelbrand
El tribunal probó que Milan Lukin, de 41 años, tuvo una destacada participación como líder del grupo paramilitar "Águila Blanca" o "Los Vengadores" en el encierro de unas 70 mujeres, niños y ancianos bosnios musulmanes en sus casas, que incendiaron después con granadas.
El tribunal probó que sus paramilitares dispararon a sangre fría contra los que intentaron huir por las ventanas. Lukin fue condenado por asesinar a al menos a 142 personas.Los paramilitares radicales serbios organizaron una orgía de sangre y muerte que coloreó de rojo el río.
En el censo de 1991, el año anterior al inicio de la guerra, en Visegrad vivían 13.471
bosnios-musulmanes (63,54% de la población) y 6.743 serbios (31,80%). El censo más reciente de 2013 asegura que la población total se redujo a menos de la mitad y sólo el 10% es musulmán.
Si van a Visegrad y se alojan en el hotel Vilina Vlas, entre bellísimas colinas, sepan que están utilizando las mismas habitaciones donde fueron violadas al menos 200 mujeres por los paramilitares serbios. Estamos hablando de testimonios escuchados en la Corte Internacional.
Hablemos del puente Mehmed Pasa Sokolovic construido en 1577
por el arquitecto del gran visir otomano de mismo nombre, declarado Patrimonio
de la Humanidad por la Unesco en 2007. Esta obra maestra tiene una longitud de
179,50 metros y una altura de entre 11 y 15 metros.
Estamos circulando por territorio serbio-bosnio desde que hemos abandonado la capital. En junio de 1992 atravesé las mismas ciudades mientras intentaba llegar a
Sarajevo. Sus calles estaban repletas de paramilitares que participaban en las batidas, robos, asesinatos, masacres.
En Nova Kasaba comienzo a pellizcarme la piel para recordarme que estoy vivo de milagro. Debería decir: estamos. En junio de 1992 diez periodistas extranjeros estuvimos a punto de ser ejecutados por un grupo de bosnios-musulmanes en una aldea cercana cercada por los serbios.
Aquel día viajamos desde Belgrado y atravesamos el río Drina, frontera natural entre Serbia y Bosnia, en Bratunac, donde se encontraba el cuartel general de los serbios que dirigían la matanza en las aldeas musulmanas. Conseguimos que nos permitieran continuar nuestro viaje.
Nos ordenaron que guardásemos las cámaras y no filmáramos nada de lo que íbamos a ver en el camino. Si lo hacíamos no saldríamos vivos de allí. El espectáculo era dantesco: casas incendiadas,animales muertos y paramilitares robando todo lo
que encontraban de valor en las casas.
Unos días antes había comido en Belgrado con José María Mendiluce, alto Comisionado de la ONU para los refugiados. Su relato fue tan brutal que tuve dudas. Preferí titular con algo menos sangriento. Después le llamé y le dije: “Es mucho peor de lo que tú me contaste".
Tres kilómetros después de dejar las últimas posiciones serbias nos encontramos con la carretera cortada por varios árboles a la entrada de una aldea. Al bajarnos de los vehículos nos dimos cuenta de que una decena de milicianos asustados nos apuntaban desde una colina aledaña
Levantamos las manos
y gritamos “Mi smo novinari. Ne pucaj”(Somos periodistas. No disparen).Los
milicianos se acercaron apuntándonos.Un par de ellos llevaban granadas en las
manos preparadas para lanzarlas.El fotógrafo Santi Lyon les enseñaba un rosario musulmán para calmarlos.
Después de varios minutos de gran tensión conseguimos convencerles de que no éramos enemigos nos trasladaron a una casa donde estuvimos retenidos 24 horas hasta que recibieron órdenes de liberarnos. Tuvimos que regresar a las posiciones serbias atravesando tierra de nadie.
Eso es lo peor en una guerra. No saber desde dónde te están vigilando.Un periodista de la CNN y yo caminamos 300 metros con una bandera blanca y las manos en alto.Éramos observados desde los blindados serbios y temimos ser ametrallados.Por suerte nos reconoció un oficial serbio
Minutos después nos abrazamos e hicimos señas a nuestros compañeros para que avanzasen lentamente.Tuvimos que regresar a Bratunac y de allí a Belgrado.Nunca
olvidaré las columnas de humo de las casas incendiadas por los paramilitares. Se paseaban disparando a los perros asustados
Llegamos al cementerio de Potoçari.Enfrente de una antigua fábrica donde fueron ejecutados centenares de bosnios-musulmanes en julio de 1995,está el gran campo santo abierto en abril de 2003 para enterrar a los miles de desaparecidos encontrados en las fosas comunes y exhumados
Cada 11 de julio se celebra un funeral masivo con todos los cuerpos identificados en el año anterior. Empezaron a enterrar en 2003. En 2005 fueron 610, en 2010 775 musulmanes y un católico. Este entierro masivo se hizo horas antes de un famoso gol: el de Iniesta contra Holanda.
Todos hemos visto aquel gol que le dio el Mundial a España. Vi el partido aquel mismo día en Sarajevo. Es imposible que alguien no se enterase de esta noticia. Pero, ¿quién recuerda alguna imagen del posiblemente funeral más masivo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial?
Hasan, el guía, nos está esperando en una de los almacenes del complejo industrial. Brevemente nos cuenta su historia. “Fue un superviviente del genocidio con 19 años. Estuve muy cerca de ser atrapado e,incluso, vi como fusilaban a varios compañeros a unos cien metros”, cuenta.
“Mi padre y mi hermano gemelo fueron víctimas del genocidio.Muchos años después pudimos encontrarlos e identificarlos y ahora están enterrados en el gran cementerio donde ya ha casi 7.000 víctimas inhumados individualmente.Mi madre es feliz porque dos de sus hijos siguen vivos.
El documental dura media hora y supone un golpe emocional para la totalidad de los presentes. La larga secuencia de la ejecución de varios musulmanes por sus verdugos te atraviesa por dentro. Merima, la traductora, no lo puede resistir
y se va. La veo llorando en el exterior.
Recorremos el camposanto durante media hora. Más de ocho mil nombres de víctimas forman listas compactas en un largo listado donde algunos apellidos se repiten decenas de veces. Algunos miembros del grupo buscan a los más jóvenes y encuentran a un niño de 14 años. Sin piedad.

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Poco antes de anochecer nos dirigimos a Zvornik, una de las capitales del mal durante la guerra. Aquí se concentraban muchas de las unidades de paramilitares serbios que venían de Serbia dispuestos a hacer el mayor daño posible. Eran asesinos, cobardes y ladrones de week end.
El hotel donde nos alojamos es muy agradable y está situado en un montículo escarpado donde casi se juntan las dos orillas del Drina que separan a Bosnia de Serbia.Hay una bellísima luna llena que refleja su intensidad luminosa sobre las aguas de uno de los ríos más caudalosos.
No se lo comentó a nadie del grupo. Quiero que se relajen y disfruten de la atención y simpatía de los trabajadores del hotel y de la magnífica comida. Pero siempre que estoy en la parte serbia de Bosnia pienso en los criminales que nunca fueron ni perseguidos ni juzgados.
En Sarajevo y en las zonas bosnios-musulmanes nunca entro en los restaurantes o bares de antiguos paramilitares implicados en asesinatos de serbios que decidieron quedarse en las ciudades durante el cerco. Paramilitares que controlaban el mercado negro y se enriquecieron.
Miro a las personas que tenían entre 20 y 40 años en los años de la violencia generalizada y me pregunto: ¿Fuiste un asesino? ¿Violaste? ¿Cómo contamos a los asesinos cuando las víctimas se cuentan por decenas de miles? ¿Es justo que sigan tomando café sin ser molestados?
Pienso en Borislav Herak, el serbio-bosnio al que fotografié el primer día de su juicio en Sarajevo en marzo de 1993, que reconoció 32 asesinatos y 16 violaciones incluidas varias menores. Un brutal asesino en serie de 22 años. La reencarnación del mal sentado enfrente de mí,
Fue condenado a muerte, luego se le conmuto la pena capital por cadena perpetua. Nadie se explicaba qué le había transformado. Era alguien vulgar y corriente que nunca había destacado. Del montón, que posiblemente había tenido mala suerte con las chicas desde la adolescencia.
Un buen hijo,un buen amigo,un buen trabajador. Incapaz de matar a una mosca antes de la guerra, como escribió Hannah Arendt en Eichmann en Jerusalén o Slavenka Drakulic en su viaje al corazón de las tinieblas balcánicas. La banalidad del mal.¿Monstruos o personas como nosotros?
Aunque lo peor quizá no sean los asesinatos.Mucho peor son aquellos propagandistas que niegan lo ocurrido.Que utilizan las redes sociales, muchas veces escondidos detrás de identidades falsas,para falsificar la historia.Aquellos quebasan su discurso en “los otros fueron peores”
.Muchas gracias,Jordi,por tu generosidad.Creo que es bueno que no olvidemos lo que ocurre cuando los puentes de convivencia se rompen.Las consecuencias se siguen pagando décadas después. Mañana hablaré de Vukovar enel hilo. La ciudad ha perdido la mitad de la población desde 1991
La ciudad croata de Vukovar sufrió uno de los asedios más brutales durante las cinco guerras en la antigua Yugoslavia que se desarrollaron entre 1991 y 2001. El Ejército Popular Yugoslavo (JNA) aplicó un severo plan de bombardeos que duró tres meses y arrasó con la ciudad.
La ciudad tenía entonces 44.639 habitantes, de los que 21.065 (47.2%) eran croatas y 14.425 (32.3%) serbios. Hoy apenas viven 27.683 con un 57,37% de croatas y un 34,87% de serbios. La división sigue presente y muchos jóvenes han decidido irse a buscar trabajo en otros países.
Pasé unos días de septiembre de 1991 en Vukovar.Entré junto al equipo de TVE comandado por @perezreverte y el cámara José Luis Márquez por un maizal que estaba minado y nos alojamos en los baños subterráneos del hotel Dunav, destruido por los artilleros del ejército yugoslavo.
El frente era todo el centro de la ciudad.Los artilleros yugoslavos lanzaban continuamente proyectiles de gran calibre sin importarles si edificios como el hospital,repleto de heridos y enfermos, estaban protegidos por las convenciones internacionales que rigen los conflictos.
Nada más llegar nos trasladamos a una zona donde los defensores croatas habían parado a una columna de carros de combate en un audaz ataque. Algunos soldados yugoslavos yacían muertos mientras los perros abandonados corrían despavoridos y se ponían a salvo de los bombardeos.
Me impresionó ver a soldados tan jóvenes en la primera línea defensiva. Había visto grupos de paramilitares croatas de extrema derecha con toda la parafernalia bélica en Zagreb y en otros lugares a decenas de kilómetros del frente, mostrando músculo y haciendo ostentación.
Los paramilitares casi siempre se presentan al banquete final de una batalla o escaramuza: cuando es fácil matar, robar, violar.Lo he visto en Croacia,Bosnia, Colombia,El Salvador, Guatemala.Tipos sin escrúpulos,cobardes, que actúan amparándose en la impunidad. @bthetravelbrand
Pero allí, donde se luchaba de verdad, había combatientes valientes muy mal armados pero con muchas agallas. Intentaban contener los ataques de un
ejército muy superior en armas.Atemorizados porque no querían morir pero
ansiosos por defender sus posiciones a cualquier precio.
Después de un jornada brutal como pocas he pasado en mi vida busqué un teléfono por toda la ciudad y al final conseguí el único que había: el de la Radio Croata. Pedí, rogué que me dejaran unos minutos para mandar una crónica a @heraldoes , el diario con el que sigo colaborando.
Me dieron diez minutos y me tomé unos cuantos más. Llamé a cobro revertido. Pedí que me pusieran con Luis Menéndez,la persona más rápida en coger notas al dictado y empecé a leer párrafos enteros sobre lo que había visto en “El Álamo de Croacia”.Título de @heraldoes en primera.
Fue genial convertirte en el único periodista español que pudo mandar una crónica desde el interior de uno de los cercos más salvajes que he conocido en toda mi vida profesional. Salí tan contento del bunker donde estaba la radio que casi me pierdo cuando ya había anochecido.
Me gusta el grupo con el que viajo. Veo a personas cultivadas e informadas ansiosas por profundizar.Llevamos días juntos y todavía no he escuchado un comentario fuera de lugar.Aunque flota en el ambiente, no han aparecido comentarios sobre las tensiones entre Cataluña y España.
Les cuento que el verano de 1991 fue mi última temporada como camarero en el Bar Fina de la playa del Milagro de Tarragona. Sólo había fallado el verano de 1978 porque estaba haciendo la mili. Desde mis 15 años hasta mis 31 años. Dejé de trabajar el día antes de cumplir los 32.
Aquel trabajo me permitió ayudar económicamente a mi familia, estudiar en la universidad y viajar en mis primeros ocho años como periodista. Dejé de trabajar en 1991 porque ya había conseguido mi objetivo: que mis ingresos por las colaboraciones fueran mayores que los gastos.
A veces cuando me preguntan en los talleres qué hay que hacer para llegar donde yo he llegado doy una respuesta sencilla e irónica: trabajar 17 veranos de tu vida como camarero, ahorrar todo lo que puedas y salir a comerte al mundo a no ser que tenga unos padres que te financien
Pocos días después de finalizar mi última temporada viajé a la guerra de Croacia. Mi obsesión era Vukovar. Los hoteles de Zagreb,especialmente el lujoso Explanade, estaban llenos de periodistas que escribían sobre la guerra a decenas de kilómetros. A mí me aburría aquel ambiente.
Vukovar era la perla informativa.Era la ciudad croata más bombardeada y su cerco se iba cerrando cada día.Había oído historias increíbles sobre su capacidad de sufrimiento.Pero eran escasos los periodistas que habían estado allí. Supe que un equipo de TVE tenía intención de ir.
Me presenté ante el camarógrafo, el mítico José Luis Márquez, que me trató con mucho respeto a pesar de que no nos conocíamos. “¿Hay posibilidad de que ir con vosotros?”,le pregunté. “Tendrás que hablar con @perezreverte Es el jefe”,me contestó mientras nos tomamos una cerveza.
“Ni hablar. No me gusta ir con carga. Todo son problemas”, me cortó. Le dije que tenía experiencia en conflictos en América Latina cuyas guerras llevaba cubriendo desde hacía siete años. @perezreverte bajó la guardia:"Podéis seguir nuestro coche
hasta Osijek y allí decidimos”.
Salimos muy temprano, llegamos a nuestro punto de destino en una mañana bastante tranquila y bajamos al bunker donde se encontraba el centro de prensa para recoger toda la información posible sobre las posiciones de los croatas. Entonces apareció un compañero de viaje:el miedo.
Desde que empecé en esta profesión siempre he creído que el miedo es el mejor antídoto contra la estupidez. A los jóvenes periodistas les recomiendo que no trabajen con personas que rechazan el miedo: son insensatos o locos. Tampoco es bueno el pánico.Pones en peligro al grupo.
El único camino libre para entrar en Vukovar era una peligrosa senda que transitaba entre maizales. Era bombardeada con regularidad por los artilleros yugoslavos y, además,estaba minada. Había que conocer muy bien las entradas para no caer en una trampa y saltar por los aires.
Un vehículo de periodistas había sido acribillado horas antes. La furgoneta de TVE empezó a acelerar. Nos pusimos detrás a una distancia prudencial para no ser envueltos por la nube de polvo que iba levantado. A medida que nos acercábamos las explosiones eran más nítidas.
Ya nos habían advertido que Vukovar llevaba horas sufriendo un intenso ataque. La desolación era absoluta. Las calles estaban vacías. Apenas una quinta parte de los 50.000 habitantes seguían resistiendo atrincherados en los refugios de sus casas. Nos acercamos al hospital.
Tenía impactos por todas partes. Observamos cómo descargaban una docena de muertos de una furgoneta. Eran mujeres en su mayoría, las últimas víctimas. Esta profesión está repleta de divismo y de periodistas obsesionados por hablar de sí mismos en vez de hacer bien su trabajo.
Si hay alguien que nunca expresaba sus sentimientos ese era José Luis Márquez. Su manera sobresaliente de trabajar era digna de observar. Cuando los demás éramos
incapaces de enfocar por la tensión y el miedo, él ponía el foco en el lugar preciso y tomaba unas imágenes únicas.
El conductor de un vehículo había sido alcanzado por un francotirador en la cabeza. Su cuerpo parecía dormido sobre el volante.El boquete de entrada era muy nítido. La bala al salir había provocado graves destrozos en la cara.Yo estaba muy afectado por las continuas explosiones
José Luis Márquez enfocó el orificio y empezó a abrir el plano muy lentamente como sólo lo hace un maestro provisto de un gran pulso. La cámara recorrió unas casas destrozadas, se posó en la docena de cadáveres mojados y ahí se congeló. 40 segundos para la eternidad televisiva.
Como ya he contado teníamos que dormir en los baños subterráneos del hotel Dunav. Los soldados croatas, que entonces eran encantadores con los periodistas extranjeros,nos pasaron un par de botellas de whisky y otra de rakia,un licor local que recorre el gaznate como una brasa.
Nunca me ha gustado el alcohol en esas circunstancias. Te hace perder la conciencia del peligro y la pérdida de los reflejos. Conciencia y reflejos son muy importantes en las guerras. Pero algunos de mis compañeros se pusieron las botas. Iba a ser difícil conciliar el sueño.
Los yugoslavos tenían emplazadas sus baterías al otro lado del Danubio y decidido castigar la ciudad. Varios proyectiles impactaron directamente en las plantas superiores del hotel. El ruido era ensordecedor y las paredes se movían. No hacía falta beber para sentirse borracho.
“No aguanto más. Me voy a arriba. Aquí es imposible dormir”, soltó @perezreverte de repente. Quince minutos después empecé a preocuparme y subí buscarlo. Estaba tumbado en un lugar peligroso. Intenté convencerle de que bajase y me comprometí a ordenar silencio en los baños.
Pero él se negó. “Pues me quedo aquí contigo y si me matan esta noche no te lo perdonaré nunca”, le dije en serio. Dos años después @perezreverte recogió este viaje y otros parecidos en su libro Territorio Comanche,un relato que levantó muchas ampollas entre algunos compañeros.
Escribió que yo siempre iba a pie y cargado con mis cámaras por Sarajevo y “su destrozado caqui de reportero sobre el antibalas de segunda mano”.Dijo que era una de las mejores personas que cubrían aquellas guerras.Tenía fama de duro, pero era cariñoso como un osito de peluche.
Cuando leí el relato le llamé para decirle que mi chaleco era de primera mano. @heraldoes me lo había comprado con gran esfuerzo económico y tenía más capas antifragmentación que el suyo. Cuando nos encontramos me recuerda la anécdota. Siempre me ha tratado con gran respeto.
Salimos a pasear por Vukovar después de una gran tormenta. @perezreverte @bthetravelbrand @ElViajero_Pais El sol intenta sortear las nubes que cubren toda la ciudad y,de tanto en tanto, algún rayo alumbra con intensidad las fachadas aún picadas por la metralla de hace 27 años.
Es difícil hacerse una idea de lo que fue aquel infierno. La ciudad ha sido reconstruida desde las cenizas. Pero si buscas todavía encontrarás decenas de
casas destruidas. Aquí la crónica de Martin Bell, un gran periodista, desde el lado yugoslavo ()
Visitar el hospital sigue siendo una experiencia traumática.En 1991 pasé unas horas en él junto a @arturo. El edifico se había convertido en uno de los objetivos de la artillería yugoslava. Los heridos y enfermos se protegían hacinados en los sótanos.El miedo cruzaba sus caras.
Era evidente que el ejército yugoslavo y los paramilitares serbios acabarían rompiendo las líneas defensivas croatas y se produciría una gran matanza. Algunas de las personas que fotografíe fueron asesinadas unas semanas después. No hubo ni piedad ni compasión con el enemigo.
Visitamos el museo que se ha creado en los pasillos y en los sótanos. De fondo se escucha los nombres de todas las personas que fueron asesinados tras la caída de Vukovar. Entre ellas había personal interno del hospital.Los enfermos y heridos han sido sustituidos por maniquíes.
Nos trasladamos a una finca llamada Ovčara, a un puñado de kilómetros del centro de Vukovar. La finca formaba parte de un complejo agrícola y ganadero, especializado en ganado porcino. Aquí miembros del ejército popular yugoslavo y paramilitares serbios cometieron una masacre.
Entre los días 18 y 21 de noviembre de 1991 unos 200 civiles y soldados heridos (de los que 194 pudieron ser identificados) fueron traídos desde el hospital y asesinados por los paramilitares serbios y miembros del Ejército Popular Yugoslavo y enterrados en una fosa común.
Las víctimas fueron golpeadas con objetos contundentes como tubos, bates de béisbol y cadenas al llegar a la granja porcina. Cuatro de ellos murieron en las primeras horas. En grupos de 10 a 20 personas fueron ejecutados.Tenían entre 16 y 72 años y llevaban tres meses cercados.
Las autoridades locales han desalojado el mercado central y se preparan para abrir la que podría ser la fosa común con los centenares de ciudadanos de Vukovar que siguen desaparecidos.52 fosas comunes se han abierto en los alrededores dela ciudad e identificado a 1.693 víctimas
Seguimos el viaje por la autopista. Las personas que me acompañan llevan días viviendo situaciones de gran intensidad. Es fácil preguntarse: ¿cuál es el límite de la violencia y la cobardía humanas? ¿Cuándo dejaremos de matar, violar, hacer daño o divertirnos viendo sufrir?
Dos horas después llegamos a la cumbre del horror: Jasenovac, uno de los peores campos de exterminio de la Segunda Guerra Mundial. Los fascistas croatas, que crearon el régimen filonazi Ustachá, construyeron este complejo en agosto de 1941, y lo desmantelaron en abril de 1945.
El baile de cifras de víctimas(en su mayoría serbios pero también gitanos y judíos)es una constante desde entonces.Las autoridades croatas siempre han intentado minimizar el número de asesinatos.Empezando por Franjo Tudjman que dijo
quelas víctimas fueron entre 60.000 y 70.000
Por cierto Franjo Tudjman, primer presidente de la Croacia independiente, posiblemente hubiera sido juzgado en La Haya por crímenes contra la humanidad si no se hubiera fallecido en 1999. Algunos de sus generales sí fueron investigados y juzgados por la corte internacional.
Como decíamos el baile de cifras varía entre la ridícula cifra dada por Tudjman (que encima era historiador) y un millón. En Jasenovac ya hay un listado publicado en un libro con los nombres de 72.193 víctimas identificadas. Los ustachas destruyeron la mayoría de las pruebas.
Un informe de la Gestapo a Heinrich Himmler, fechado el 17 de febrero de 1942, aseguraba que se había multiplicado el número de rebeldes por las atrocidades cometidas por las unidades ustacha en Croacia contra la población ortodoxa. “Han cometido actos de una manera bestial”.
El informe ya daba datos tenebrosos a pesar de la corta vida
del campo de exterminio. “El número de ortodoxos que los croatas católicos han torturado y masacrado es de aproximadamente trescientos mil, especialmente
ancianos, mujeres y niños indefensos”, da cuenta la Gestapo.
Los métodos de exterminio fueron evaluados por el Tribunal de Nuremberg en 1946: “En Jasenovac se asesinaba con golpe de maza en la nuca,con cuchillo, con toda clase de objetos contundentes, por ahogamiento, hambre,quema de personas vivas y ahogamientos en piletas de cal viva”.
Menachem Shelach e Israel Gutman afirman en la Enciclopedia del Holocausto: "Unas 600.000 personas fueron asesinadas en Jasenovac, en su mayoría serbios, judíos, gitanos y opositores al régimen ustacha. El número de víctimas judías fue de entre 20.000 y 25.000”.
Serbia y Croacia deberían buscar una forma de ponerse de acuerdo para contar la lista de atrocidades que sus gobiernos han dirigido en amplias zonas de los Balcanes durante al menos los últimos 80 años. Una forma de evitar que sus estudiantes crezcan completamente manipulados.
Profundizar en lo que hizo el presidente serbio Boris Tadic el 11 de julio de 2010: asistiendo al funeral por las víctimas de Srebrenica; y en noviembre de 2010 visitando Vukovar y pidiendo perdón por los crímenes cometidos allí en nombre del pueblo serbio. Tuvo muchas agallas.
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