Un apunte personal sobre el coronavirus. No voy a opinar sobre la efectividad de las medidas tomadas en las últimas 24 h porque mi opinión es irrelevante. No soy médico ni epidemiólogo.
Pero he seguido las noticias chinas a diario durante los últimos tres meses (y desde mucho antes, porque me fascina la historia y la cultura de ese país)...
... y cuando el coronavirus llegó a Europa me quedé consternado ante el contraste brutal entre la actitud hacia la enfermedad de los medios europeos comparada con los medios chinos.
No sé si las medidas tomadas ahora en Italia y en España son insuficientes y llegan tarde. O son todo lo contrario.
Pero sí que han dejado en evidencia a muchos expertos, divulgadores y periodistas que no han parado de repetir hasta la saciedad que esto «era como una gripe» y que aquí no pasaba nada y que no hacía falta tomar ninguna medida.
Porque era evidente, viendo la experiencia de China, que teníamos que tomar medidas drásticas más tarde o temprano. El virus no podía haberse desactivado por arte de magia al cruzar las fronteras de China.
(para más inri, algunos periodistas que decían que el virus era terrorífico cuando estaba confinado dentro del país asiático pasaron a decir que «era una gripe» de la noche a la mañana, pero esa es otra historia).
Esta actitud complaciente en los medios y en las redes sociales la hubiera podido entender si fuese un virus completamente nuevo o si solamente hubiéramos tenido a nuestra disposición la experiencia de Italia.
Pero no era así. Teníamos la experiencia de China de los últimos dos meses que nos estaba diciendo a gritos que esto era serio.
Por supuesto, no es el apocalipsis ni es el fin de los tiempos, pero obviamente sí que es mucho peor que una gripe. Y la evidencia estaba ahí, a ojos de todo el mundo.
Para colmo, en este tiempo la OMS no ha parado de advertir de que, si bien no hay que entrar en pánico, efectivamente estamos ante una enfermedad preocupante por su capacidad para sobrecargar los servicios de urgencias.
Pero en Occidente hemos jugado a que China es un exoplaneta lejano cuyos habitantes son, por lo que se ve, alienígenas con organismos diferentes a los nuestros. Vamos a pagar muy caro el mirar para otro lado.
Estos días he visto mucha gente a la que admiro negar la mayor y empecinarse en ignorar los hechos. Pero la realidad es tozuda y los virus no creen en sesgos cognitivos (bueno, no creen en nada).
Me reconforta ver a muchas de estas personas cambiar de opinión —o que están en proceso de hacerlo— y reconocer que se ha subestimado esta enfermedad. Sé que no es fácil y esto les honra como personas (y como profesionales en algunos casos).
Lamentablemente, también veo a muchos que se mantienen firmes en su negacionismo. Gente que se reía alegremente cuando se comparaba la situación del coronavirus en Europa con China porque «aquí no va a pasar nada» y «esto es solo una gripe»...
...y que ahora que los hechos les han adelantado por la derecha balbucean un «no discutan con los expertos»...
..., cuando precisamente son los expertos de la OMS y de China los que llevan semanas diciendo que estamos ante una enfermedad que no es para tomársela a broma y que las acciones que se estaban tomando en Europa eran insuficientes o, como mínimo, mejorables.
El tiempo dirá si las medidas de nuestros gobiernos son adecuadas o no. O si llegan a tiempo o ya es demasiado tarde. Repito, mi opinión al respecto es irrelevante. Lo que sí tengo claro es que informarse por las redes sociales puede ser una práctica muy tóxica.
Se fomenta el gregarismo, los mensajes simplistas —a veces directamente infantiloides— y la polarización radical. O estás conmigo o contra mí. O piensas lo mismo que yo o eres el enemigo.
Si dices que China está luchando de forma épica contra el coronavirus te conviertes de forma automática en un esbirro de Xi Jinping. Si comentas que, oye, a lo mejor esto no se soluciona SOLO con lavarse las manos, pasas a ser un alarmista anticientífico. Y así todo.
Un hilo de Twitter, por muy elaborado que esté y por muchos datos que tenga, es una mierda, con perdón, debido a sus limitaciones como formato.
Por muchos «zascas» y argumentos ingeniosos que usemos, por muchos ad hominems, falacias de hombre de paja o gif animados que metamos, la realidad va a pasar de nosotros. O por encima de nosotros. Bienvenidos al mundo real, donde las cosas no son blancas o negras, sino grises.
Ya sé que esto no es nuevo (¡ha descubierto Internet!), pero cuando hablamos de salud en vez de política o de series de Netflix esto puede tener consecuencias muy graves. Una pandemia es un asunto complejo.
Y los problemas complejos no tienen soluciones sencillas, sobre todo si metemos a la política de por medio.
Seamos más humildes y menos egoístas, por favor. Tenemos que ser fuertes, porque ahora viene lo peor según la experiencia de China (y la de Italia en estos momentos). Recordemos que los datos de infectados de hoy son en realidad una foto antigua de hace una o dos semanas.
En función de las medidas que se tomen y de cómo evolucione la enfermedad quizás veremos algunos hospitales con urgencias saturadas en pocas semanas. Es posible que sea necesario tomar medidas más drásticas en algunas zonas.
Sí, la mortalidad de esta enfermedad entre niños y jóvenes es muy baja, afortunadamente, pero todos tenemos familiares mayores y/o con patologías de riesgo. No los pongamos en peligro. La responsabilidad es de todos y todos estamos juntos en esto.
