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2 de mayo de 2009. Estadio Santiago Bernabéu. El Barcelona vence por 2-6 al Real Madrid. La noche anterior, Guardiola había llamado a Messi a decirle que jugaría de falso 9. Lo cambió todo. Nació una leyenda.
Los medios han documentado aquella noche como en la que nació el Messi falso '9'. No es cierto. De hecho, en la jornada 6 de la liga 2008-2009, ante el Sporting de Gijón, ya Messi había jugado ahí.

Tampoco era una novedad en Barcelona, toda vez que Ronaldinho había jugado varias veces también de falso 9 bajo el mando de Frank Rijkaard, ya sea como plan A del partido o en fases del mismo.
Sin embargo, tras aquella exhibición de Messi, la figura del falso9 tuvo un boom. Tanto a nivel mediático, pues se convirtió en un rol conocido para el gran público, como en lo operativo de la competición: lo que gana se copia y todos quisieron copiar a Messi. Como si se pudiera.
¿Pero qué es un falso '9'? La mediatización del término también trajo su confusión. Hoy se usa en muchos casos que no lo son. Un falso 9 es un delantero que en el papel es el hombre más adelantado de su equipo, la punta y su referencia central en el ataque; pero que en el campo
es, en realidad, una referencia falsa (para los rivales y compañeros) porque en general no está nunca en la zona del delantero centro sino en otras y que cuando aparece en esa zona es llegando, no estando. Es una tema de posición y rol, no de características.
El nombre de 'falso 9' se retrotrae a cuando el fútbol era menos globalizado y los dorsales iban siempre del 1 al 11. Los sistemas eran estándar y se le entregaba a los jugadores el dorsal según su ubicación en el campo, de derecha a izquierda y de abajo hacia arriba.
En las delanteras de cinco jugadores, eso indicaba que el atacante central, el delantero centro, recibía el 9. Normalmente este jugador era un ariete. Como la numeración era estándar y los rivales no conocidos, los marcajes se ajustaban muchas veces según el dorsal.
Así, el marcador más retrasado sabía que debía marcar al '9'. Los falso '9' resultaban exitosos, en parte, por los desajustes en los sistemas de marcación: como el '9' no estaba la posición estandarizada, el marcador no sabía si marcarlo o no.
Fue el famoso caso de Nándor Hidegkuti en la Hungría de los 'Magiares Mágicos', que llevaba el dorsal '9' y no jugaba de ariete - de hecho, no jugaba de delantero - y sus marcadores no sabían si seguirlo, y dejar el espacio, o no seguirlo y que jugase libre. Lo cuenta @SVilarino
El Falso '9' estaba asociado al uso del dorsal en el fútbol clásico. Una vez los dorsales se liberaron y el punta del equipo puede jugar con cualquiera, el rótulo pasó a estar asociado a la posición y el rol y no al dorsal.
Como con lo de Messi en el Bernabeu, se instauró la leyenda de que Nándor Hidegkuti fue el primer falso 9 de la historia, sobre todo por la tendencia británica de centrar el universo sobre sí mismos. Hidegkuti no fue el primero, bajo ninguna de las dos acepciones.
No fue el primer dorsal '9' en no jugar de ariete ni tampoco el primer delantero que, jugando por el centro, fuese una falsa referencia ofensiva. Hidegkuti jugaba de mediocampista en su Hungría, que se paraba en un 3-1-2-4.
¿Quién fue, pues, el primero? La precisión de esto es difícil y siempre dispuesta a ser rectificada, pero yo diría que el primero fue José Piendibene, delantero del Peñarol de 1909. Era un ataque en V invertida, con Piendibene de falsa referencia central.
El fútbol uruguayo de principios de siglo era eminentemente inglés: pase largo y dribbling. Juego de alas. Cuando en 1909, desde Ferrocarril Oeste, llega el center-half escocés John Harley a Peñarol, estos comenzaron a jugar a la escocesa, con un estilo basado en los pases cortos
Ese nuevo estilo centralizó la acción de juego y exigió que el delantero centro (y también los otros) adaptaran su fútbol a uno de más asociación. Piendibene se convirtió en el primer receptor del juego distributivo de Harley. Jugaba "con la 9", pero no de ariete.
A partir de ahí, seguro, como con Messi tras el 2-6, hubo muchas copias a la V invertida uruguaya, con su delantero centro retrasado, aunque sean difíciles de rastrear. Pero existían. Sobre todo en los dos ejes donde el fútbol escocés floreció: en el Danubio y el Río de La Plata.
Los que no nombran a Hidegkuti como el primer falso '9' suelen decir que este fue otro danubiano: Mathias Sindelar, el hombre de papel. Su historia la pueden leer en panenka.org/tiempoextra/el…, porque es leyenda y habla sobre el poder social del juego.
Austria durante la década de los 30s estuvo dirigido por Hugo Meisl, discípulo del fútbol escocés y por tanto del juego técnico y de pase corto. En una época de WM, Meisl seguía siendo partidario del 2-3-5, con una diferencia: Sindelar, el 9, jugaba retrasado.
Sindelar era alto, pero liviano, de ahí el sobrenombre, y desaparecía como referencia para bajar a conectar con el cerebro del equipo, el center-half Josef Smistik, provocando una serie de movimientos posiciones que les dieron el apodo de "El torbellino del Danubio". Arrasaban.
En el Río de La Plata, el ejemplo de todos los tiempos fue Adolfo Pedernera. Zurdo y técnico, empezó en el fútbol de extremo izquierdo. Corría 1941 y River, con Renato Cesarini de entrenador, jugaba con Roberto D'Alessandro de '9'. ¿Pedernera? De extremo.
Carlos Peucelle, compañero, pero a medio camino entre el campo y el banquillo, había sugerido que por la falta de pique, Pedernera debía jugar en el terceto ofensivo central. Cesarini no estaba convencido. Una lesión de D'Alessandro lo hizo improvisar a Pedernera de '9'.
Fue el 21 de septiembre de 1941. ¿Cómo les fue? 4-0 ante el Independiente de Vicente De La Mata, Arsenio Erico y Antonio Sastre, quizás el mejor de la década de 1930 en Argentina. Había nacido La Máquina.
D'Alessandro era un ariete clásico. Pedernera no. Él bajaba y desde su zurda era un pasador mágico. Con D'Alessandro, todos jugaban para él; con Pedernera, todos jugaban para todos. River se pasaba la pelota con paciencia y gracia. Eran 'Los Caballeros de la Angustia'.
¿Por qué? Porque tocaban tanto el balón antes de marcar goles que a veces, a pesar del dominio abrumador, llegaban a los minutos finales sin marcar gol y terminaban ganando sobre la hora. Un poco como la España de 2012, ¿no?
Pedernera no fue el único argentino de la época en jugar de centro delantero retrasado. Otro famoso fue René Pontoni, del San Lorenzo de Almagro. Contemporáneo con La Máquina, San Lorenzo era otro gran equipo, asociativo, pero con un estilo más directo.
De cierta forma, algo parecido a la dicotomía del Real Madrid y el Barcelona de principios de la década pasada, siendo esta vez los azulgranas los verticales y los blancos los del mayor número de pases. San Lorenzo era también una máquina de jugar fútbol y Pontoni su falso 9.
En 1953, cuando llegó a España, Alfredo Di Stéfano hacía una diferenciación entre los delanteros artistas, como Erico, y los de ciencia, como Pontoni. Erico era un artista plástico del remate. En el futuro los artistas serían más como Pontoni.
Antes de entrar a hablar de Di Stéfano, que también tiene que ver mucho en esta historia, vale la pena detenerse en un hombre del que nunca o poco se habla: George Raynor. Otro inglés filoescocés que tuvo que irse fuera de Inglaterra. ¿Su destino? Suecia.
Raynor fue un verdadero adelantado. Vio el fútbol del futuro. Pocos le hicieron caso. En Suecia sí. Raynor soñaba con un fútbol de 'roaming players'. "Las tácticas en el fútbol deben ser fluidas y elásticas" solía decir.
La gran innovación táctica de Raynor fue algo que él llamó 'G-men', pistoleros, o "centrodeldntero táctico". Se trataba de que el teórico 9 fuese el director del ataque desde una posición incluso más retrasada que la de Piendibene, Sindelar o Pontoni.
En la práctica, eran mediocampistas. Mediocampistas ofensivos. Enganches. De los primeros. Dirigían el ataque desde atrás y llegaban luego a posiciones de disparo o asistencia. Eran diferentes a otros delanteros atrasados y técnicos como Raymond Kopa. Así lo contaba Glanville.
Los jugadores suecos eran muy técnicos y no tan físicos. Jugaban asociándose, pasándose el balón y en general todos sus jugadores tenían un buen toque de balón, adaptando a delanteros interiores a todas las zonas del campo, prácticamente.
Suecia se convirtió en el gran rival de Hungría. Unos días antes del famoso 6-3 ante el Inglaterra, jugaron y el partido fue un empate a dos. Raynor, antes que a Puskás, a quien temía era a Hidegkuti y ordenó contra él un sistema de marcajes zonales que funcionó.
Hidegkuti, como Pedernera o Messi, también empezó de extremo. Su excelso partido ante Inglaterra causó impacto, aunque no el suficiente. Inglaterra se movió, pero no mucho. Uno de sus coletazos fue el llamado 'Plan Revie'. Lo cuenta @Chemaerrebravo
Algo más de diez años después, otro extremo, un tal Robert 'Bobby' Charlton, pasaría a jugar también en el centro. Ya era un nuevo mundo y nadie nunca ha llamado a Charlton 'falso 9', pero lo cierto es que fue campeón del mundo con ese dorsal en la espalda sin jugar de ariete.
Charlton era más bien un mediocampista, como Hidegkuti, pero también como el Di Stéfano crepuscular, que es el jugador con quien más se lo comparó. El Alfredo de Sudamerica era un delantero al estilo de D'Alessandro, de pique y gol. 'La Saeta'.
Al llegar a España fue transformando su fútbol, convirtiéndose cada vez más en un centrodelantero de ciencia, como su idolatrado Pontoni o su maestro Pedernera. Del falso 9. Con la llegada de Puskas, que pasó a jugar de '9', Di Stéfano se convirtió en mediocampista.
¿Qué otro jugador fue comparado con Di Stéfano? Johan Cruyff. Johan fue un jugador único y no es recurso literario. Nadie ha jugado como Cruyff. No tanto en lo técnico, sino en la táctico. Tampoco ha jugado nadie como los equipos de Cruyff porque no lo tenían. Escribe @abelrojast
El Cruyff más joven era un delantero centro técnico, pero rápido, de desmarque. Bajaba, pero no era falso. Era un 9. Luego, sí sería uno falso, falsísimo. El más de siempre. Jugaba en todo el campo. Para la muestra, ESA jugada de la final del 74.
Muchos años después, Cruyff pondría al danés Michael Laudrup, mediapunta que venía de Italia, como hombre de referencia de su Barcelona. Laudrup, que no era 9, era una referencia falsa que salía hacia su izquierda, recibía la bola y asistía a los hombres que llegaban.
Entre el Cruyff de 1970 y el Laudrup de 1990, el fútbol había cambiado mucho y los "G-Men" de Raynor se habían convertido en los futbolistas más representativos del juego. En los directores de orquesta. Su presencia hacía menos interesante/necesaria la figura del falso 9.
Lo que sí podría considerarse una tendencia que fue creciendo de a poco fue la de jugar sin delantero centro. No es que hubiese uno falso, es que no había delantero. Uno de los casos fue el del Independiente de Bochini, con este de cuarto volante y arriba dos extremos.
También lo hizo la Francia de Platini. A nivel ontológico, táctico y social, el enganche había acaparado el puesto del posible falso 9. No fueron falsos '9' jugadores como Maradona, Zico o Sócrates, quienes ocasionalmente jugaron como hombre más adelantado.
Lo que hacían era jugar de delanteros. Adelantado su posición y teniendo que cumplir con las funciones del delantero centro a partir de sus características. No eran una referencia falsa: eran la referencia. Sí fue falso 9 Claudio Borghi
A pesar de todo, las ventajas tácticas de desocupar el área siguieron vigentes. Varios equipos de finales los 80s y principios de los 90s lo hicieron, incluso sin extremos que era lo del Independiente de Bochini y la Francia de Platini. Ejemplo? Yugoslavia.
O el Sao Paulo de Tele Santana en los 90s. Tele había tanteado en un equipo sin delantero centro fijo en el 82', pero aquello solo lo convertiría en realidad en su Sao Paulo, con Palinha atrasado y Müller, el hombre más adelantado, a lo Vujovic, jugando más bien en la izq.
En 1994, Carlos Parreira comenzó a hablar de que el futuro del fútbol sería el 4-6-0. La desaparición de los delanteros. Se habló de disparate. De defensivo. De todo. Era cierto. Ese era el futuro. Volvió a decirlo en 2006 y ese año, Totti la reventó jugando de falso 9 en la Roma
Luego, Alex Ferguson pondría a Cristiano Ronaldo de falso 9 en los partidos más difíciles. La movilidad de Cristiano y la inteligencia de Tévez y Rooney por momentos fue el del fútbol de los 'Roaming Players' de George Raynor.
La final de la Champions de 2009, de hecho, fue un hito: ambos equipos jugaron con falso 9. Tanto Cristiano como Messi fueron la referencia, falsa, de sus equipos.
De ahí en adelante, muchos quisieron jugar así. Y, en todo caso, a los delanteros centro ya se les pedía que operaran de una forma que se asemejaba al falso 9, participando del juego asociativo del equipo como Benzema. Más en este hilo
Una vez pasado el furor, sin embargo, el falso 9 comenzó a escasear de nuevo. ¿Por qué? Porque jugar con un delantero centro siempre ha sido y será una ventaja táctica de base porque soluciona problemas de ocupación de área, profundidad, espacio y remate.
Curiosamente, los dos mejores equipos del 2019 sí usaron falso 9 en muchas ocasiones (Tadic en el Ajax y Firmino en el Liverpool), sin embargo, parece más un coletazo de una moda fervorosa, que algo que será replicado, porque ahora el mundo mira a Haaland. Quieren goles.
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