- Como que nos vamos a beber hasta el agua del Guadalquivir, mi arma. Gritó Pancho de modo un tanto inapropiado, que yo, reconozco, jaleé.
- ¿Llegado, adónde? – pregunté.
- A Madrid.
- ¿Madrid?
Sábado, media mañana, estación de Atocha, Madrid. Un calor horroroso. Bajo del AVE deslumbrado. Oigo risas a mi alrededor. Son los pasajeros y el personal de la RENFE. Un niño me señala.