-Jacobo, nene. Que me ha llamado Willy para que le perdone.
-¿Por qué?
-Por haberme obligado a darle aquel botellazo tan justo…
-Jacobo, soy mamá.
-¿Qué dice tita Carmen?
-Jacobo – se oye en la lejanía- el amor ha vuelto a mi vida, soy feliz de nuevo…
Y ya me lo han contado. Entre las dos y cada una a su aire. Más de media hora escuchando sin poder meter una palabra. Lo normal.
- ¡Vuelve el amor! No me ha mandado rosas porque no se puede.
- La locura es lo que ha vuelto, Carmencita…
-¿Qué has estrenado? Que en #DomingodeRamos, el que no estrena…
-Se queda sin manos. Yo he estrenado una combinación de seda, Jacobo.
Es tita Carmen en la lejanía.
-Mamá, dile a tita Carmen que se comporte.
- ¿Y papá?
- ¿Qué si papá está ilusionado? No creo. Está en el despacho fumando puros como un tren expresso.
- Bueno, lo llamo a su número.
- ¡Hijo, ya no me quieres?
- ¿Qué dices?
- Me has dejado con la palabra en la boca. No me dejas hablar.
- Haz lo que quieras, mal hijo. El confinamiento te ha desnaturalizado. ¡Anarquista, te has vuelto anarquista!
- Me apenas, Jacobo. Hacerte anarquista para hacernos sufrir.
Es tita Carmen que se inmiscuye. Me cuelgan.
-¿Diga?
-¿Papá, por qué no me contestas?
-Estaba ocupado con algo muy urgente.
-¿En qué?
-Miraba por la ventana…
-¿Y…?
-Nada, nene, no pasa nadie. Ni un alma. Y eso que por aquí, en estas fechas pasa cada extranjera que quita el sentío.
-¿Cuántas veces que voy a tener que recordar que estar a dieta no te prohíbe leer el menú?
-¿Está bien?
-Si.
-Pues nada, me alegro. Hasta mañana.
-Papaaaaaá
-¿Qué? -Contesta casi enfadado.
-Quiero hablar contigo. Es serio.
- Papá… eso quedó cerrado en tiempos de Suárez.
- Como eres tan insistente…
- A ver, ¿tú recuerdas la porra que hicisteis el #DomingodeRamos del 73?
- …
- Cuando tía Adelita me quiso sacar con la Burriquita.
- Esa.
- ¿Y? Este año no puedes salir. Si quieres organizamos una para el año que viene. Puedes ir de centurión romano…
- Me refiero al desenlace de aquella Semana Santa…
- Acabo bien, como todas. El Señor Resucitó.
- ¡Vaya perraco el del yerno de Alberto Artacho! ¡Lo dejasteis hecho polvo! Quinientas pesetas de veterinario que me costó, además de los cincuenta duros que le prometimos. ¡Qué risas nos echamos en el Club!
- No seas tonto. Al perro, no. Contraté al dueño.
- ¿Y me has ocultado esto tantos años?
- No, yo no te he ocultado nada. ¿Me lo has preguntado alguna vez? ¿O tú te crees que aquellos helados de David Rico eran por nada?
-No te pongas trágico. Pareces tu madre. Y además, eran treinta mil pesetas.
-¿Y…?
-Que no era cualquier cosa, tiquismiquis.
-¿Mamá lo sabe?
-Pues no me acuerdo. Creo que sí. Porque la idea fue de tu abuelo.
-… ¿Qué?
- ¿El qué?
- Yo… no puedo con vosotros, papá.
-Papá…
-Nene, ahora tengo menos amigos médicos porque se han muertos muchos.
-Papá…
- Papá, que ya tengo una edad…
- Bueno, pues te invito a lo que quieras. ¿Qué quieres?
- No sé, papá, no sé, estoy muy enfadado…
Y colgué.
- Pero tú pagas los gastos que se originen, Jacobo, ha añadido entre risas.
Si es que lo tengo que querer.