- Armando, he decidido que cortejes a Merceditas de Monjas, la hija de don Dióscoro, el sátiro.
Tío Armando, que hacía lo de siempre; fumar, mirar un mapa y no hacer caso a su madre, contestó lo que siempre:
- Lo que tú digas, mamá.
- Armando, ¿nos casamos para San José?
Y el tío Armando, que ya no era capaz de aguantar tanto carácter le contestó:
- Lo que tú quieras, Merceditas.
La boda se preparó con mucho mimo.
- Aligere y cásenos.
- Bueno, vale, que le vamos a hacer, Merceditas, has ganado.
- Eso vale, ¿verdad, Padre?
- Claro que sí, doña Mercedes
Nunca fue. Se conformó con ir de paseo a la Casa de Campo cada domingo.