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La infamia del tal Alejandro Lelo de Larrea contra el subsecretario de Salud Hugo López Gatell es la estrategia cobarde de los periodistas y analistas de la amlofobia:

(Hilo)
Ayer, en un ejercicio más de acoso que de periodismo, Lelo de Larrea no preguntó, sino que insinuó que López Gatell "no pone bien el ejemplo" al llevar a su hijo a Palacio Nacional, además de hostigarlo mientras el funcionario hizo una pausa para tomar un refrigerio en la calle.
Cuando hizo su provocación artera -que no pregunta-, obviamente en redes se le tildó de irresponsable, de mal periodista y de amarillista.

Razones no faltaron para ello y de manera espontánea un sinnúmero de personas cuestionaron su falta de profesionalismo.
Debe aclararse que López Gatell y el resto de la gente que estaban con él, son de las personas que en la pandemia NO PUEDEN PARAR DE TRABAJAR.

Insinuar que su estancia en la calle, haciendo una pausa para alimentarse es "romper las reglas" es una tontera irresponsable.
De ahí que todos los reclamos y cuestionamientos al tal Lelo de Larrea fueron más que merecidos.

Su pregunta no fue periodismo, sino un acto deshonesto. El tipo fue ahí a provocar, a tratar de sacar de sus casillas al subsecretario.

En otras palabras, fue a tirar la piedra.
Cuando vino la merecida reacción en su contra, el tipo persistió en su actitud deleznable.

En vez de hacerse responsable de su provocación, como buen cobarde, se victimizó. Insinuó que el gobierno gastó cientos de miles de pesos en "atacarlo" en redes.
O sea, el tipo lanzó la piedra y no sólo escondió la mano, sino que se revolcó como lombriz salada como si el agredido fuera él.

Esa proyección victimista ha sido la clave psicológica principal de un amplio sector de la oposición a AMLO.
Hace un año escribí un texto donde traté de explicar los orígenes de esta actitud victimista y señalé a Enrique Krauze como el gran precursor de ella, al tomar como ejemplo la Operación Berlín:
Luego de estar hostigando por años a AMLO no con críticas legítimas, sino con mentiras descaradas o invectivas racistas, cuando Krauze fue exhibido como un panfletero a sueldo de catadura ilegal, en vez de asumir las consecuencias de sus actos, se dijo "víctima del Estado".
Y esa ha sido la actitud deplorable de los golpeadores de AMLO: hacen y dicen cosas ilegítimas o inválidas en una democracia (como emitir mentiras deliberadas o instigaciones al asesinato), y cuando se ven descubiertos lagrimean como si los ofendidos fueran ellos.
Ejemplos abundan:

-El tal Írving chillón acusando que "lo atacan bots" cuando se le exhibió como bocón.

-El sicario verbal Ricardo Alemán acusando "censura de AMLO" cuando lo corrieron de varios medios por instar al asesinato del tabasqueño.
-Loret, experto en montajes grotescos, llorando "persecución" a la menor oportunidad.

-El calderonismo y sus ideólogos, quienes luego de ser expuestos como mentirosos, acusan "intolerancia" a quien los desenmascara.
Ojo: aquí debe hacerse una necesaria distinción. Una cosa es la crítica legítima, basada en datos, y otra es la mentira deliberada o las campañas de hostigamiento interesado disfrazadas de "periodismo" o de "análisis político".
Todos tenemos el derecho de cuestionar como nos dé la gana a AMLO. Pero nuestra crítica debe nacer del dato verificado.

La mentira o tergiversación pagadas, la incitación al magnicidio y el hostigamiento no son válidos en el debate público sano y debemos combatirlos.
Ayer el tal Lelo de Larrea volvió a exhibir este curioso rasgo de la amlofobia: cometer un acto de mendacidad, y en vez de afrontar las lógicas consecuencias, se deslindan de sus propios actos sintiéndose víctimas indefensas.
Y esa actitud de victimarios con discurso de víctimas es muy propia de las derechas más rancias en la historia.

Ojo: el problema no está en estar a la derecha. El problema está en recurrir a actitudes de deshonestidad intelectual para tratar de disminuir a tu adversario.
Esta actitud, además de deshonesta, es reveladora: Lelo, el Írving, Alemán sienten que detrás de quien los cuestiona, por fuerza hay algún interés monetario. Por eso aseguran que sus críticos son "bots pagados"

Descartan totalmente que haya quienes los increpemos por convicción.
De ese modo, más que defenderse o demeritar a sus críticos, parecen desnudarse el alma y proyectarse. Al asumir que detrás de un cuestionamiento político hay un interés monetario, quizá exhiben que ése es el modo en el que ellos se desenvuelven en el debate público.
Ya las conferencias nocturnas de López Gatell han expuesto el paupérrimo nivel de muchos periodistas afines a la oposición.

Además de tratar de curarse esos defectos profesionales, bien les haría dejar de lloriquear cuando se les recrimina alguna actitud condenable.
Si de algo está urgido este país es de un debate público sano y una oposición de altura. La crisis del coronavirus, más que exhibir la incapacidad del gobierno de AMLO, está revelando el perfil carroñero de muchos opositores.
Filias o fobias aparte, hoy es indispensable no minar la credibilidad de las autoridades sanitarias, quienes más allá de sus posibles errores, han mostrado con elementos sólidos estar haciendo un trabajo serio, con sus recursos disponibles, en el combate a la epidemia.
Los golpeadores y saboteadores, disfrazados de "reporteros" o comentócratas, que buscan mermar la confianza ciudadana en esas autoridades sanitarias, son la versión palaciega de los enfebrecidos violentos que en la calle lanzan cloro a personal médico o quieren quemar hospitales.
Aunque los muevan pulsiones diferentes (a los segundos, el miedo irracional, a los primeros, el cálculo político mezquino) atentan contra el mismo objetivo: las personas que hoy están encabezando la lucha contra la epidemia, tanto arriba como abajo.
La oposición habría de hacer un paréntesis en esos cálculos mezquinos, pero todo indica que prefieren destruir el país antes que dejarse gobernar por AMLO.

Y eso es contraproducente hasta para ellos.
Hacemos votos porque depongan tanto su ánimo destructor como su psicología victimista. Lo primero ayudará a todos en esta crisis epidemiológica y lo segundo les ayudará a ellos a salir de su pequeñez política y elevar el debate público.
Por lo demás, dejo aquí el escrito donde hace un año pronosticaba que la oposición recurriría siempre, como lo hizo Enrique Krauze, a esa proyección victimista toda vez que fuera desmentida o cuestionada:

polemon.mx/enrique-krauze…
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