-No me interrumpas, Nene. Déjame hablar y no seas como tu madre. Que llego yo hecho un pimpollo al patio después de hablar contigo de lo que me debes de la apuesta que me encontré de las cinco mil pesetas que, por cierto, ¿cuándo me vas a pagar?
-Cuando te vea te pago
-Papá
-Nene, que la gente se muere de pronto ¿Te acuerdas de don Rogelio el traumatólogo?
-Si. Pero… don Rogelio se murió estando yo en el colegio,
-¿Y qué tiene eso que ver? ¿Se murió de pronto o no se muró de pronto?
-Pues le dejó diez mil pesetas a deber a tío Ramón. Al salir del Club le dijo, mañana se las traigo y le dio un infarto en las Tendillas. Podría haberle dado un cheque pero no quiso. Igual sabía que se iba a morir que para eso era médico. Y era de la Virgen del Puño, Nene.
-¡Qué crueldad, Nene! Inenarrable.
-¿Por qué?
-Las cuatro allí sentaditas en la mesa y yo presidiendo. Que tu madre estaba muy guapa, por cierto. Me sonríe y luego me mira con esos ojos y es que me derrito, Nene. Si es que es un guayabo mi Pilarín
-¿Qué problema?
-El de la fiesta, papá.
-¡Ah, las otras tres!
-¿Qué hicieron?
-Cantarme el «cumpleaños feliz»
-Eso está feo. ¿Y mamá?
-Yo creo que lo cantaba bajito. Por no hacerle el feo a tita Carmen, sobre todo.
-Tampoco será para tanto, papá.
-No lo sabía.
-Tan mal como tú, no, Nene, pero es que lo tuyo ya es delictivo y lo sabes.
-Ya salí yo…
-Es que nos has hecho pasar muchas vergüenzas cantando. Reconócelo.
-Siempre tienes que meter el dedo en la llaga.
-Bueno, ya vale. ¿En qué quedó lo del «cumpleaños feliz»?
-¿Y ellas?
-Pues lo de siempre, que les dio lo mismo. Y lo cantaron tres veces. No, cuatro. En español, portugués e inglés.
-Eso son tres.
-En español, dos veces.
-¿Después? Me tome otra botella de ginebra y me fumé dos puros. Es que son pura maldad, Nene. Bueno, adiós, que ya me he desahogado. No vayas a salir y te resfríes.
Se ríe.
Y colgó y se quedó tan pancho.