Thread by @Jose_de_leon

LA MACARENA DE BENLLIURE.

Continuamos en este #CentenarioJoselito contando curiosidades sobre el torero y su repercusión en las artes. La presencia de Virgen Macarena en el mausoleo realizado por Benlliure guarda una historia personal del escultor que os cuento en este hilo 👇🏻

La misa por Joselito celebrada el 31 de mayo por la @Hdad_Macarena acrecentó aún más la polémica sobre el “exceso” de pompa y boato en los funerales del diestro. Días después, la prensa local llevó a sus páginas las voces que reclamaban un monumento al diestro,

un mausoleo a los pies de la Virgen de la Esperanza, que la Iglesia sevillana desaprobó al instante y reiteradamente ante las sucesivas peticiones que iban apareciendo en los periódicos. Con el deseo de cumplir la voluntad de sus seguidores, Ignacio Sánchez Mejías inició los

trámites necesarios: encargó la escultura a Mariano Benlliure, amigo de la familia y declarado gallista, y escribió a la cofradía para manifestar su intención de que los restos de José reposaran en la capilla de la Esperanza.

La analogía entre los bocetos de 1921 y el bronce final de 1925 revela que Benlliure tuvo desde el inicio la idea clara de figurar el entierro de Joselito. Aquel 18 de mayo, el escultor se encontraba en Sevilla y presenció el sepelio, quedando sobrecogido ante el halo heroico

que desprendía la figura de Joselito ante aquella muestra multitudinaria de dolor y tributo, que tan fielmente captaba lo que significaba Gallito. Esta sensación personal fue trasladada a su escultura y ello explica que representase a Joselito no en su altivez de matador,

sino inerte y glorificado en la solemnidad, nobleza y gloria de su muerte como mito. La figura de la Macarena presidiendo el cortejo no es un detalle anecdótico, ni siquiera obedece directamente a la devoción del diestro, sino a la experiencia del propio escultor.

Benlliure presenció la comitiva fúnebre a su llegada a San Gil, cuando los restos del torero fueron presentados ante la Esperanza Macarena en un acto emotivo en el que la junta de gobierno colocó una corona de flores con una cinta bordada por Rodríguez Ojeda.

Tal y como lo reveló el artista en ABC, la emoción desbordada de aquel instante ante la Virgen de la Esperanza le hizo comprender que “el triunfo de la vida estaba unido al tributo rendido a la muerte; que lo llevaban a hombros a la salida de la plaza, en una de aquellas grandes

tardes de triunfo y que lo conducían a su última morada con hondo sentimiento de admiración”. La Macarena y José muerto eran la metáfora más reveladora de que el homenaje en la muerte es la señal más inequívoca de la esperanza que guarda el pueblo en el triunfo final de la vida.

Meditó entonces el escultor que la Virgen de la Esperanza Macarena se había convertido en buena parte del hilo conductor de los encuentros que ambos mantuvieron en vida. Benlliure, presenció la famosa cogida que el diestro sufrió en San Sebastián y recordó que aquella noche,

cuando fue a visitarlo, Joselito sacó de su pecho una medalla de la Macarena dañada por el asta del toro: “Don Mariano, esto me ha salvado la vida”. La Señá Gabriela, encargó a Benlliure la réplica de la Virgen para el oratorio familiar bendecido como exvoto por aquel milagro.

Tres recuerdos de Joselito y en los tres la Macarena. Era evidente que la dolorosa de San Gil debía estar presente de una manera más que notoria para trasladar su vínculo personal y sobre todo la idea del triunfo del héroe a través de la inmortalidad. Así, situó su efigie en la

presidencia del cortejo fúnebre, portada por una joven, que ha querido identificarse con María, la esposa del cantaor Curro el de la Jeroma, que en su idealización aparece flanqueada por una señora y una niña como alegoría de la propia vida en su transcurso.

El retrato de Joselito, esculpido en mármol de Carrara, descubre que Mariano Benlliure trabajó con la referencia constante de las fotografías difundidas por Mundo Gráfico, como el retrato en la enfermería de Talavera tomado por Campúa y publicado a doble página.

De este modo, la Virgen de la Esperanza fue modelada siguiendo la fotografía de Castellano-Montes publicada por Mundo Gráfico el 9 de junio de 1929. Ello explica la analogía absoluta del busto de la imagen con la fotografía y la libertad en la realización del vestido y la caída

del manto, que apenas se apreciaban en las fotos restantes. No hay que olvidar, que la fotografía de la Macarena de cuerpo completo vestida de luto riguroso no fue difundida hasta 1989. Benlliure no solo captó a la Virgen de la Esperanza así ataviada por su directa vinculación

con Joselito, sino que aquella transgresión artística de Rodríguez Ojeda humanizaba a la Virgen y sintetizaba perfectamente la idea de dolor y triunfo que Benlliure había pretendido glosar en la composición general y en las actitudes individuales de todo el conjunto escultórico.

La miniatura de la Virgen de la Esperanza aparece sobre una peana en la que reza su advocación: “NVESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA”. Como en aquella jornada del 31 de mayo, durante los funerales por Joselito en San Gil, viste luto riguroso a la moda victoriana,

con su velo recogido en capota, luciendo la corona de oro posible gracias a la generosidad del diestro y portando entre sus manos el pañuelo regalado por el Fernando el Gallo, padre de Joselito. Pese a su pequeño tamaño, la figura reúne todos los valores plásticos y expresivos

para ser considerada una escultura con entidad propia. Está realizada con la técnica “impresionista” propia del valenciano, que logra trasladar al frío bronce la materialidad casi onírica del barro. Los precisos detalles permiten reconocer la imagen, que en su personal estilo se

nos ofrece con toda la profundidad expresiva y la intensidad emocional con la que fue concebida por Rodríguez Ojeda en el momento trágico y triunfal que se vivió durante estos días de mayo hace justo un siglo y del que esta portentosa obra es uno de sus más fieles testimonios.