Esta es la clave de bóveda, el núcleo del problema nacional que todo marxista debería comprender: esto no va de fetichizar a la categoría "nación" (ni para anularla de forma mecanicista ni para sublimarla), sino para abordarla y afrontarla de cara a su superación en el comunismo. 
Que a Lenin le importaban un carajo las categorías de "nación ucraniana" (o rusa, o polaca, o finlandesa, o belga...), su supuesto "encaje categorial" y todo ese escolasticismo tan obtuso. Que lo que quería, como cualquier comunista consecuente, era fusionar al proletariado.
Era consciente de que ese camino no podía ser lineal (la dialéctica nos enseña que la historia no se desarrolla cual lenguaje de programación), y que tal fusión solo sería tal garantizando una organización internacional del proletariado y unos lazos democráticos entre naciones.
Por cierto, la académica burguesa Carrère d'Encausse es, además de una reputada rusóloga, una enorme conocedora del tratamiento del problema nacional en la historia del marxismo. La recomiendo. Y en ese fragmento define con brillantez *lo único* esencial en esta cuestión.
Como a Haupt, Weill, Koht, Löwy, Anderson, Billig o tantísimos otros, desde Hobsbawm hasta Vilar, que formó a buena parte de la historiografía marxista europea, francesa, española o catalana, todos los cuales han permitido al marxismo avanzar en esta cuestión más que candente.
Y sí, como se ha dicho tantas veces ya, ni Marx, ni Engels, ni Lenin, ni absolutamente nadie dentro del comunismo revolucionario nos legaron ninguna especie de piedra de Rosetta respecto a la cuestión nacional (lo que tampoco significa hacer tabula rasa de dicho legado).
De hecho, no son pocos los estudiosos serios que han expuesto lagunas, incoherencias y sobre todo limitaciones que al fin y al cabo son inevitables. Por ejemplo, Weill y Haupt consideran con muy buen tino que ni Marx ni Engels tenían demasiada idea del Imperio austrohúngaro...
...y el mosaico multinacional que conformaba. Es normal, no eran Kautsky, ni O. Bauer, ni Renner, ni Adler. Haupt y Weill también consideran que el conocimiento de los dos barbudos sobre la realidad de la Europa mediterránea en este aspecto era... justita. ¡Y puede ser cierto!
¿Y qué decir del camarada Marx defendiendo con no demasiado tino la guerra de agresión norteamericana contra México por el asunto de Texas, sin ser consciente de que allí se ventilaban los intereses belicosos de los esclavistas de Texas? Es normal, quien se baña se moja.
¿O es que nadie aquí a lo largo de su vida militante, más corta o más larga, ha errado el tiro nunca, incluso dando su apoyo a aquello que consideraba justo y hoy ve como pura reacción y atraso (empezando por provenir todos virtualmente de las filas del oportunismo)?
El propio Vilar ha sido otro gran conocedor de esta problemática que, entre otras cosas, ha mostrado cómo ciertos marxistas "orientales" han infravalorado los conflictos nacionales en los países capitalistas más desarrollados, despachando el asunto con un "problema resuelto".
Y hoy la impepinable realidad política del imperialismo demuestra que tal cosa está lejísimos de ser cierta, que, de hecho, los conflictos nacionales, desde hace décadas, ni siquiera se atenúan en la Europa occidental, sino que se agravan. ¡Tiene su lógica histórico-material!
Pero tampoco se trata, como decía, de hacer tabula rasa. Y no tanto de los escritos, tácticos o estratégicos, de los "clásicos" como de las experiencias proletarias más desarrolladas donde se ha puesto a prueba el programa defendido por el marxismo revolucionario en este punto.
Y ese programa, que comparto por enésima vez, es el único que, más allá de los condicionamientos limitantes con que se encontraron sus protagonistas, es el único con la capacidad, el interés y la intención de acabar con el reinado de la burguesía y con las propias naciones.
