Voy a resumir los puntos nodales de la exposición de Engels acerca de la teoría del valor en su famoso libro "La revolución de la ciencia del Sr. Eugen Dühring", popularizado como Anti-Dühring, pues considero que condensa bien la cuestión, sin perder profundidad analítica. 
Más aún, porque entiendo que es un torpedo directo a la línea de flotación de cualquier expresión de reformismo (viejo y nuevo), y por el hecho de que nos precave frente a todo intento de reducir el comunismo revolucionario a teoría crítico-positiva de la economía política.
Un primer aterrizaje histórico-político en la cuestión:
Teorización que remite, por cierto, a lo postulado por Marx en El Capital respecto al plustrabajo en el comunismo, concretamente al tratamiento de la renta diferencial de la tierra en el libro III.
Engels, como Marx, reivindica, al mismo tiempo que señala sus insuficiencias por estar preso de la cosmovisión burguesa, el "gran descubrimiento" de David Ricardo, la clave de bóveda para la comprensión científica del valor:
Al tratar el problema de la diferencia entre trabajo simple y trabajo compuesto, Engels nos remite por enésima vez al problema del valor transformado en "sujeto automático" (El Capital, libro I, sección segunda, cap. IV).
Proceso objetivador, leyes ciegas por las que aun el capitalista, "capital personificado, dotado de conciencia y de voluntad", es un agente inconsciente y solo actúa de modo consciente para apropiarse de "riqueza abstracta". El contenido determinante: valorizar valor (EC, ibíd.).
Volviendo a Engels, el valor es entonces "la expresión del trabajo humano socialmente necesario objetivado en una cosa". Pero el trabajo per se carece de valor; de hecho, "Marx (...) ha sido el primero en exponer que el trabajo no puede tener ningún valor, y por qué no...".
Engels expone la relevancia teórico-política, revolucionaria, de la comprensión científica de los fundamentos del valor. Superar el valor es superar la división de la sociedad en clases, acabar con el poder cosificador y reificador del capital y sus dinámicas y categorías.
Al afrontar la cuestión de ¿cómo valorizar valor?, Engels previene en primer lugar contra toda explicación que sitúe el problema en términos moral-políticos (engaño, extorsión, etc.). "La totalidad de la clase capitalista de un país no puede engañarse a sí misma", dirá Marx.
¿De dónde proviene, cuál es la fuente del (plus)valor? "La solución de esta cuestión es", para Engels, "el mérito más decisivo de la obra de Marx". Una cuestión que hasta Marx cegaba a economistas burgueses... y a socialistas (en especial, pero no solo, al anarquista Proudhon).
Y la solución se halla no en "el trabajo", sino en una mercancía muy particular que es fuente del valor: la fuerza de trabajo. (El texto citado por Engels es de Marx.)
La fuente del plusvalor está sometida al "dominio de las leyes que regulan [o 'rigen', según la traducción] el intercambio de mercancías", lo cual tiene tal trascendencia política que supone poner al descubierto "el mecanismo del actual modo de producción capitalista".
El capital como fuerza social —y su criatura dirigente, consciente e inconsciente a la vez, "su portadora, la burguesía" (Engels)— constituye el condensado histórico que concentra los "dispersos y reducidos medios de producción" para transformarlos en palancas de valorización.
Pasando por sus diversas formas primigenias, desde el capital comercial y bancario en modos de producción aún no capitalistas, y por las tres fases de "la cooperación simple, la manufactura y la gran industria", el capital deviene la gran potencia apropiadora de trabajo ajeno.
El capital como poder de mando sobre el trabajo ajeno, dirá Marx en El Capital. Un proceso por el que, al mismo tiempo, tanto los medios de producción como la producción en sí misma se han hecho no solo sociales, sino más sociales que nunca... salvo por el modo de apropiación.
Es la contradicción, central y determinante en la sociedad moderna, entre la producción social y la apropiación capitalista, que solo el proletariado consciente, para sí, puede superar negándose a sí mismo como clase y negando así todo el edificio clasista.
El modo de producción capitalista, vuelve a insistir Engels, opera mediante "leyes [que] se imponen (...) sin el concurso de los productores, contra los productores, como ciegas leyes naturales de su propia forma de producción. El producto domina a los productores".
Y es que "toda sociedad basada en la producción de mercancías tiene la peculiaridad de que en ella los productores pierden el dominio de sus propias relaciones sociales" (Engels). Donde imperan las leyes del cambio y del valor, el sujeto es el objeto, y el objeto es el sujeto.
Por ende, la superación del valor, de las leyes ciegas del capital, solo puede pasar por invertir los términos: por lograr que sea el productor social —el individuo social libre, por decirlo al modo del Marx de los Grundrisse— el que controle el producto y todo el proceso social.
"Con la toma de posesión de los medios de producción por la sociedad, se elimina (...) el dominio del producto sobre el productor" (Engels). Ahora bien, este problema nos lleva de nuevo a la cuestión de quién sustancia ese proceso, de cuál es el sujeto que puede hacerlo posible.
Tampoco se trata de la mera posesión jurídico-formal, social, de los medios de producción. En sí mismo no soluciona nada, o lo hace en la medida en que es la cristalización de un proceso consciente y planificado de lucha de clase revolucionaria hacia la abolición de las clases.
O, dicho de otro modo, solo lo hace en la medida en que las "fuerzas objetivas y extrañas" del capital como modo de producción históricamente constituido son superadas por una agregación social de nuevo tipo, por una acción libre y propia, consciente (Engels, de nuevo).
Se trata de acabar de una vez para siempre con lo que Engels denomina la "sociedad de desarrollo *espontáneo* de la producción". Toda la crítica de la economía política del comunismo revolucionario nos remite, siempre, al problema de la conciencia revolucionaria.
¡Emanciparnos de una lógica inconsciente que, sin embargo, nosotros creamos y que se ha emancipado de nosotros mismos! Ello exige, para Engels...
Al confrontar con la propuesta socialista suigéneris, reformista, de Dühring, Engels desmonta, en línea con lo que haría Marx en la "Crítica del Programa de Gotha", la ilusión de cambiar en el comunismo "trabajo igual por trabajo igual", de adquirir el fruto íntegro del trabajo.
Llegados a este punto, Engels realiza una exposición muy clarificadora respecto al valor y la "forma elemental" de "las sociedades en las que predomina el modo de producción capitalista", es decir, la mercancía. Creo que merece la pena reproducirlo completo.
Engels se interroga acerca de en qué consiste el carácter social de las mercancías en tanto que productos privados:
Así, citando y parafraseando a Engels, el valor de una mercancía determinada es la expresión de un producto socialmente útil, producido por una persona privada, pero, "sin saberlo o quererlo", producto de trabajo social, cuya cantidad se expresa a su vez "en otra mercancía".
Esa otra mercancía únicamente puede ser una mercancía que constituya la "encarnación inmediata del trabajo social" y que sea a la vez el valor mismo desplegado, esto es, el dinero. Pero...
Ahora bien, la producción mercantil más desarrollada, el capital, no ha sido la única forma histórica de producción social. La producción feudal o esclavista también era social, pero, al ser directas las esferas de la producción y la distribución, excluían...
¿Qué ocurre cuando el sujeto consciente, el proletariado revolucionario, construye el comunismo y, por tanto, se disuelve a sí mismo como clase? Volvemos a la vieja conexión directa, pero en un punto dialécticamente superior (desarrollo en espiral), entre producción y consumo:
Por ese motivo, "no se le puede ocurrir expresar las cantidades de trabajo incorporadas a los productos que ahora conoce de modo directo y absoluto en una medida sólo relativa, vacilante e insuficiente, antes inevitable como mal menor —en un tercer producto, en definitiva—...
Por esa razón, también, el hecho de que "los cien metros cuadrados de paño han exigido para su producción, pongamos, mil horas de trabajo, no se expresará con la frase, oblicua y sin sentido entonces, de que *valen* mil horas de trabajo". El plan consciente sustituirá al valor.
"El concepto de valor", continúa, "es la expresión más general y (...) comprensiva de las condiciones económicas de la producción mercantil (...) [contiene] el germen no sólo del dinero, sino también de todas las (...) formas (...) de la producción y el intercambio mercantiles".
La forma-valor es el "germen [de] toda la forma de producción capitalista, el antagonismo entre capitalistas y trabajadores asalariados". Y ahora viene el misil de Engels dirigido a toda expresión de reformismo y revisionismo respecto a la ilusión del "verdadero valor":
Merece la pena repetirlo: pretender domeñar el valor o, peor aún, formular un valor "distinto", "socialista", "revolucionario", es intentar construir comunismo a partir de "una categoría económica que es la más acabada expresión del sometimiento de los productores al producto".
El elemento por el cual el socialismo pequeñoburgués, reformista, articula su propuesta de "verdadero valor" lo sitúa Engels "en imaginarse que el trabajador no recibe de la sociedad actual el pleno 'valor' de su trabajo, y que el socialismo está llamado a terminar con eso".
Por esa razón, el socialismo proudhoniano-dühringiano lucha por "averiguar el valor del trabajo, y lo [halla] intentando medir el trabajo no por su medida adecuada, el tiempo, sino por su producto. El trabajador, se dice, tiene que recibir el 'producto pleno de su trabajo'".
Lo que parece una genuina "justicia distributiva" para con los productores inmediatos, según la concepción igualitarista-pequeñoburguesa, no es sino nueva dispersión y autonomización del producto respecto al productor. Por tanto, permanecen incólumes los fundamentos del valor.
La pelea por el "verdadero valor" y por el "producto íntegro del trabajo" no deja de cambiar trabajo vivo por productos del trabajo. Y "con eso", continúa Engels, "se la hace mercancía, igual que el producto con el que se la quiere intercambiar":
Establecer el "verdadero valor" de los Dühring y Proudhon positiviza lo que pretende negar: si el trabajo vivo ha de "recibir su producto pleno (...) la ley del valor tiene que seguir en vigor para todas las demás mercancías", salvo para la mercancía-fuerza de trabajo.
Tendríamos un supuesto no valor, que no se aplica a la mercancía valorizadora, la fuerza de trabajo, y un valor formalmente abolido pero vigente en realidad: "esta confusión que se contradice y suprime a sí misma es todo lo que se esconde detrás de la frase 'valor del trabajo'".
Así, como el que desmonta un mueble del IKEA, desbarata Engels las ilusiones reformistas de la "comuna económica" y el "verdadero valor". ¡Frente a la "ley natural contenida en las cosas y en las relaciones" (Engels), la "reconstitución consciente de la sociedad humana" (Marx)"!
Para que se vea la conexión *fundamental* entre los principios formulados por Engels respecto al valor (y su superación) y los principios de Marx en El Capital, puede ser bueno recordar el proceso de elaboración colectiva de la magna obra de este último.
