Notas sobre el marxismo y la igualdad. ¿Cuál es el punto de vista del comunismo revolucionario respecto a la idea de igualdad? Merece la pena rescatar la interpretación y el recorrido histórico y político que acomete Engels en su obra “Anti-Dühring”. 
Para refutar la exposición “trivial y chapucera” de Dühring sobre la igualdad, Engels reivindica a Rousseau, gracias al cual la igualdad juega “un gran papel teórico y, desde la Gran Revolución (…) [es] un elemento considerable de agitación socialista en casi todos los países”.
Si bien la noción —y el anhelo— de igualdad es muy vieja, la concepción moderna de igualdad reviste una naturaleza muy distinta, tanto por sus fundamentos como por sus reivindicaciones. Engels:
En la Antigüedad, o en las formaciones sociales modernas donde el trabajo forzado directo, no mediado (como diría el Marx de los Grundrisse), era determinante, como en los estados esclavistas norteamericanos, resultaba imposible hablar de “la igualdad general *humana*”:
La “marea germánica” fue una y su contraria respecto a la idea de igualdad en Europa, pues liquidó las viejas formas de igualdad (la cristiana primitiva inclusive), pero a la vez “preparó el terreno en el cual podría hablarse de equiparación humana y derechos del hombre”.
Durante la época feudal, la burguesía, “la clase llamada a convertirse, en su ulterior desarrollo, en portadora de la moderna exigencia de igualdad” (Engels), contribuyó, desde las entrañas de la sociedad medieval, a plantear nuevas formulaciones en torno a la igualdad.
La clase burguesa, como "capital personificado", requería, sin ser plenamente consciente de ello, la traslación en el terreno jurídico y político de la idea de igualdad para llevar a cabo el despliegue de su fuerza económica. ¡La ley del valor exigía la igualdad formal de todos!
Las relaciones de producción feudales constituían una rémora para el avance de la civilización burguesa y, por tanto, para la moderna noción de igualdad. Por ello, los rígidos y ordenancistas códigos económicos, gremiales, de trabajo, etc., del feudalismo debían ser superados.
Se iba de este modo fraguando la noción moderna de igualdad, pero no como idea platónicamente desarrollada, sino como fuerza y necesidad, en última instancia económica, reflejo teórico, ideológico e intelectual cuyo sustrato se hallaba en las antiguas comunidades primitivas.
La necesidad de universalizar las leyes económico-sociales de la civilización burguesa fue la fuerza propulsora de las ideas generales y modernas de igualdad y libertad, hasta donde podía y estaba interesada en llegar la burguesía (véase la sanción de la esclavitud en EE. UU.).
Con el proletariado (sujeto negador de la burguesía que solo puede emancipar a la humanidad negándose a sí mismo), la idea burguesa de igualdad se radicalizó en consecuencia: los obreros modernos exigían no ya suprimir los privilegios, sino la “supresión de las clases mismas”.
Llega así Engels a la doble significación de la exigencia de igualdad para el proletariado consciente. Exigencia que tiene como límite la superación de las clases, a partir de lo cual comienza un igualitarismo “absurdo” que nada tiene que ver con lo que postula el comunismo.
Para el proletariado revolucionario, la igualdad es la síntesis dialéctica de las formulaciones históricas de la propia idea de igualdad, en especial de la burguesa. Uno y su contrario: los mayores defensores de la igualdad burguesa, los mayores enemigos de la igualdad burguesa.
Ello remite al problema, desarrollado sobre todo por Lenin, de la dialéctica entre revolución proletaria y democracia: cuanto más democrática es la sociedad burguesa, más cristalino es el hecho de que el problema de fondo es la sociedad de clases y no la falta de derechos.
En el problema de la genealogía histórica de la idea de igualdad se podría escarbar la tesis defendida por el Movimiento por la Reconstitución del entrelazamiento histórico entre revoluciones burguesas y proletarias. El hijo que reivindica y al mismo tiempo mata al padre.
Y es que el proletariado revolucionario solo llegó a construir su propia concepción de la igualdad partiendo de la idea burguesa de dicha igualdad (así como de las anteriores nociones históricas sobre la igualdad), negándola, conservándola y superándola al mismo tiempo.
Engels, al fin y a la postre, lo que hace es historizar la idea de igualdad, frente a toda "verdad eterna", procesarla y redefinirla desde la concepción materialista de la historia, que es lo que hará también con el problema de la moral.
Desarrollo en espiral, dialéctico, de todo problema de naturaleza social: la igualdad primitiva fue negada por las primeras sociedades clasistas, cuya negación fue negada a su vez por la burguesía revolucionaria, negada nuevamente por el proletariado consciente.
Lo 𝑎𝑝𝑎𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 paradójico del orden burgués en su desarrollo tardío, imperialista, es que, superado el viejo corporativismo feudal, las nociones generales de igualdad o de libertad revistieron nuevas formas corporativas, desdibujando la universalidad de la clase.
Dinámica que cristalizó en la integración de un sector de la clase asalariada moderna, la aristocracia obrera, en el seno del Estado burgués imperialista. El sindicalismo en la era imperialista como primera escuela de corporativismo moderno.
pcree.net/Linea%20Politi…
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Cuyo testigo "recogió" el feminismo, sobre todo tras la debacle definitiva del primer asalto a los cielos, la bancarrota absoluta del oportunismo y, en suma, la derrota histórica del comunismo. Pura cristalización de la dialéctica masas-Estado.
Llegamos al punto final: lo que en su momento fue revolucionario, ahora no es sino reaccionario, conservador, contrarrevolucionario. La igualdad burguesa ha devenido cada vez menos burguesa y universalmente igualitaria. ¡La igualdad ha muerto, viva la igualdad (comunista)!
