My Authors
Read all threads
Decía Lenin en 𝑀𝑎𝑡𝑒𝑟𝑖𝑎𝑙𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑦 𝑒𝑚𝑝𝑖𝑟𝑖𝑜𝑐𝑟𝑖𝑡𝑖𝑐𝑖𝑠𝑚𝑜 que la economía política es una «ciencia 𝑑𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑑𝑜», y que los «profesores de Economía política no son, en general y en su conjunto, más que sabios recaderos de la clase capitalista».
Pero, a la vez, es deber del comunismo revolucionario «saber asimilar y reelaborar las adquisiciones de esos "reaccionarios"», pues «no dar[emos] (...) ni un paso en el estudio de los nuevos fenómenos económicos sin tener que recurrir a los trabajos de esos recaderos».
En ese sentido, también es misión del marxismo revolucionario «𝑠𝑎𝑏𝑒𝑟 rechazar su tendencia reaccionaria, saber seguir una 𝐥𝐢́𝐧𝐞𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐚 y luchar 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑙𝑖́𝑛𝑒𝑎 de las fuerzas y clases que nos son enemigas». (La negrita es mía.)
Desde tal punto de partida independiente, expondré cómo ciertos aportes de académicos burgueses —perdón por el pleonasmo— respecto al trabajo asalariado y los cambios en la organización social clasista concuerdan y refuerzan una tesis básica del Movimiento por la Reconstitución.
La tesis de la corporativización de todo movimiento social espontáneo (es decir, burgués) en el marco de la dialéctica masas-Estado, y más en concreto al sindicalismo como primer gran movimiento de masas que evoluciona necesariamente hacia el reforzamiento del orden capitalista.
Empecemos con el libro 𝐸𝑐𝑜𝑛𝑜𝑚𝑖́𝑎, 𝑜𝑟𝑔𝑎𝑛𝑖𝑧𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑦 𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎𝑗𝑜: 𝑢𝑛 𝑒𝑛𝑓𝑜𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑜𝑐𝑖𝑜𝑙𝑜́𝑔𝑖𝑐𝑜, o con un capítulo de dicho libro en especial, titulado «Modelo socioeconómico y organización de las relaciones laborales», de Bilbao Sentís.
No me meteré en la discusión más epistemológica respecto a las diferencias entre el modelo neoclásico y el modelo keynesiano, pues lo que más me interesa es precisamente su derivada más económico-política y sociológica, si se quiere decir así.
Al discutir sobre el enfoque keynesiano de afrontamiento de la crisis del 29 y el reajuste de las relaciones entre clases, Bilbao sitúa la regulación de las relaciones laborales y la institucionalización de la negociación como factores de «estabilidad y crecimiento económico».
Más importante: aunque el autor no puede ni está interesado en trazar una genealogía del fenómeno, el sindicalismo realmente existente, el que hoy es y solo puede ser hegemónico, se institucionaliza el cambio de discurso, «abandonan[do] la terminología [relativa al] capitalismo».
Desde entonces, el capitalismo pasa a ser «una totalidad en la que ellas mismas [las organizaciones sindicales] están integradas (...) [desarrollándose así] el concepto de economía nacional (...) como un proceso en cuyo desarrollo están interesados todos los sectores sociales».
«Se abre una nueva perspectiva [por los sindicatos], cuyo aspecto más relevante es que ya no se posicionan como elementos hostiles al proceso capitalista de producción, sino que desarrollan una nueva práctica asociada al progreso de las condiciones de la economía nacional».
Estamos ante el proceso de tendencia histórica corporativizadora del movimiento obrero espontáneo, sindical, que cristaliza en la paulatina integración de un sector de la clase obrera, la aristocracia obrera, en el seno del Estado burgués imperialista.
Un miembro de la Academia exponiendo una verdad descubierta y formulada por el marxismo revolucionario, y defendida con una claridad, consecuencia y contundencia única por la Línea de Reconstitución, ante el silencio y la complicidad del comunismo hegemónico. ¡Qué época!
Silencio y complicidad inevitables, claro, teniendo en cuenta que justamente el oportunismo es el representante de la clase obrera burguesa. ¡Y, parafraseando al amigo Sancho, mejor no hablar de la relación entre corporativización y sindicalismo en casa de la aristocracia obrera!
El gran problema del oportunismo y el reformismo es, precisamente, que la época histórica del viejo partido obrero (partido-sindicato) ya ha pasado y el propio modelo de lo que Bilbao llama «capitalismo organizado» está en crisis, sobre todo desde 2008 (en el fondo, mucho antes).
Lo cual es además signo de profunda crisis del capitalismo, que podrá rumiar su propia decadencia eternamente, al menos mientras el planeta tal como lo conocemos aguante. Y es que ya no puede, salvo que las condiciones de la lucha de clases cambien, garantizar el modelo anterior.
Si «las economías corporativizadas son las formas más eficaces» (Bilbao en referencia al pacto de clases keynesiano), nos encontramos ante una tendencia político-corporativizadora creciente que, paradójicamente, encuentra cada vez más dificultades en su despliegue económico.
De ahí las pugnas cada vez más enconadas entre movimientos e ideologías burgueses tales como las diversas corrientes del feminismo o el ecologismo (hermanos pequeños del sindicalismo). Crecen los demandantes de corporativización, se achican las posibilidades de su acomodamiento.
El pluralismo agonista de Mouffe es cada vez más inviable. La burguesía sabe que el viejo movimiento obrero de masas no es ya más que un cuerpo exangüe, y, partiendo de ese escenario de clase, que las nuevas formas de organización de la producción la impelen a soltar lastre.
Ello no significa que para la clase capitalista el sindicalismo haya dejado de ser en última instancia un interlocutor válido y necesario. De hecho, lo será más en la medida en que el proletariado sea capaz de constituirse como clase verdaderamente revolucionaria.
Pero estamos en un momento en que las leyes de valorización capitalista impulsan justamente hacia formas de organización del trabajo y la producción que necesitan prescindir cada vez más del encorsetamiento sindical, del «capitalismo organizado».
Insisto, ello es al mismo tiempo sinónimo de debilidad (relativa) del capital, pues todo orden social explotador es más sólido en la medida en que puede integrar a más sectores sociales en ese gran y violento condensado económico que es el Estado moderno.
Las jeremiadas del oportunismo sindicalista demuestran por eso que su propia visión burguesa les nubla incluso el juicio analítico. Pretenden resucitar, por intereses de clase e impulso corporativista, un patrón de desarrollo económico que el capital ha agotado históricamente.
En su Muro de las Lamentaciones, la integración inevitable del sindicalismo en el Estado es una «traición» que el «verdadero sindicalismo», «de clase», debe superar, y los cambios en la división internacional del trabajo son el producto de malévolos planes de grupos oligárquicos.
Los procesos de descentralización, precarización y segmentación de la fuerza de trabajo, de internacionalización creciente de la producción y deslocalización (y su contratendencia proteccionista y relocalizadora, que nunca desaparece del todo) se ven como una suerte de complot.
Todo ello se traduce en lo que Bilbao denomina «proceso de individualización de la clase obrera», que hace emerger «la figura del trabajador no como miembro de una clase, sino como individuo con sus propios y autónomos intereses, no vinculados a ninguna colectividad exterior».
La pregunta es: ¿cómo, partiendo de la derrota histórica del proletariado revolucionario, una vez clausurado el Ciclo de Octubre, podía ser de otra manera, cuando además las fuerzas económicas capitalistas y sus leyes objetivadoras propenden justamente a ello?
Las lamentaciones del revisionista medio son en este sentido cada vez más impotentes y extemporáneas. Corresponden a un periodo de desarrollo agotado de la clase proletaria y, lo que casi es peor, del propio capitalismo como sistema de explotación históricamente constituido.
No extraña por ello que todo el arco reformista y oportunista sea además incapaz de comprender el triunfo de la universalidad del hombre-empresa, en términos de Mises, Hayek y Cía. Como en el anticapitalismo pequeñoburgués judeofóbico, todo es siempre una especie de contubernio.
Victoria de la universalidad del hombre-empresa, del ℎ𝑜𝑚𝑜 œ𝑐𝑜𝑛𝑜𝑚𝑖𝑐𝑢𝑠, que halla su máxima expresión en la figura del emprendedor como autogobierno del individuo, sin desnaturalizadoras interferencias externas que le impidan maximizar sus intereses particulares.
Por terminar con los cambios entre las distintas escuelas y perspectivas sobre la organización del trabajo y el conflicto sindical (véase «Problemas en el análisis del conflicto laboral», de Dithurbide), resaltaré la crisis del modelo pluralista respecto al funcionalista.
Lo cual tiene interés, tal como en el aspecto de la corporativización sindical bajo la dialéctica masas-Estado, no por su vertiente académica o academicista, sino por exponer con meridiana claridad la bancarrota del revisionismo y el único punto de partida revolucionario hoy.
Si el modelo funcionalista ve la sociedad como la suma atomizada de individuos, el pluralista la concibe como grupos en competencia; si para el primero las relaciones de producción son armónicas, para el segundo son el resultado de una coalición de grupos de interés diversos.
Si el funcionalismo ve en el sindicato un elemento funcional, pero a la vez una amenaza a la unidad entre clases (además de un «monopolio»), el pluralismo lo contempla como una institución normal, como un necesario interlocutor social, como un mecanismo autocorrector.
Si el funcionalismo parte de intereses convergentes y de un sistema jerarquizado de papeles, el pluralismo habla de intereses divergentes y organizados, o, en otros términos, de «capitalismo organizado».
Si el funcionalismo, basándose en una lógica instrumental, preconiza que el sujeto es un portador pasivo de valores dados, racional y libre, el pluralismo alude a la lógica del compromiso social y defiende que el sujeto es una colectividad con diversas estrategias de acción.
Si la naturaleza y el fenómeno del conflicto social y laboral son para el funcionalismo temporales, anómalos, disfuncionales e individuales, para el pluralismo son positivos, normales, permanentes y colectivos.
Por consiguiente, el primero trata de redirigir el conflicto económico-sindical mediante la individualización, y el segundo a través de su canalización institucional (modelo que, no por casualidad, hoy se encuentra en cuidados intensivos, aunque el oportunismo se niegue a verlo).
Si el funcionalismo, por fin, concibe la negociación colectiva entre la clase capitalista y la aristocracia obrera como una suerte de rémora del pasado, el pluralismo ve en la acción colectiva sindical un mecanismo que, racionalizado y disciplinado, resulta positivo, funcional.
Dithurbide es también cristalina en relación con los cambios operados en la organización de la producción y los sindicatos, antes de la ruptura del pacto de clases por parte de la oligarquía financiera. Un fragmento de su capítulo (las negritas son mías): Image
Derrota histórica de la clase obrera revolucionaria en el asalto a los cielos, agotamiento del torrente espontáneo-sindical como palanca revolucionaria y corporativización de todo movimiento espontáneo. ¡Lo que ya defendió el PCREE hace casi dos décadas!
reconstitucion.net/Documentos/Fun…
Respecto a la cuestión del sindicalismo, espero que cada vez más comunistas consecuentes y críticos tomen nota de las lecciones que nos brinda la experiencia histórica más avanzada, que nos permite fundamentar y afrontar hechos incuestionables como este:
Missing some Tweet in this thread? You can try to force a refresh.

Keep Current with Toussaint Louverture

Profile picture

Stay in touch and get notified when new unrolls are available from this author!

Read all threads

This Thread may be Removed Anytime!

Twitter may remove this content at anytime, convert it as a PDF, save and print for later use!

Try unrolling a thread yourself!

how to unroll video

1) Follow Thread Reader App on Twitter so you can easily mention us!

2) Go to a Twitter thread (series of Tweets by the same owner) and mention us with a keyword "unroll" @threadreaderapp unroll

You can practice here first or read more on our help page!

Follow Us on Twitter!

Did Thread Reader help you today?

Support us! We are indie developers!


This site is made by just two indie developers on a laptop doing marketing, support and development! Read more about the story.

Become a Premium Member ($3.00/month or $30.00/year) and get exclusive features!

Become Premium

Too expensive? Make a small donation by buying us coffee ($5) or help with server cost ($10)

Donate via Paypal Become our Patreon

Thank you for your support!