Thread by @CuadernodeLuis

¡Atención, gente del tuiter!

A petición del respetable, sigue una #RistraDeTuits en la que se verán algunas tetas.

Como luego me chapen el tuiter me vais a oír, ya os aviso.

En fin, sea.

¡Allá vamos!

Se suele conceder que los duelos de honor tienen mucho que ver con los antiguos caballeros que, durante la Edad Media y Moderna, se partían la crisma en sus justas y torneos y que llegaban a las manos por un quítame allá esas pajas.

Pero...

La verdad es que toda la mecánica de los duelos debe gran parte de su existencia a los estudiantes de filosofía de las primeras universidades (que, como todo el mundo debería saber, eran medievales).

Aunque la filosofía medieval es un muermo considerable, provocaba agrias disputas entre partidarios de uno u otro filósofo, de una u otra interpretación de Aristóteles, de si los universales son esto, lo otro o lo de más allá...

¿Qué digo disputas? ¡Verdaderas peleas!

Así se formaron "bandos" (identificados cada uno por una banda de un color determinado) y unos estudiantes eran de un bando y otros, de otro bando.

Se citaban en un determinado lugar y dirimían sus disputas filosóficas a mamporros, como es debido.

Como la cosa iba a mayores, a más de uno se le ocurrió acudir a los aceros. Al principio, que un puñal, que una daga... Pero luego apareció uno con la espada de su papá y ya la tuvimos liada.

Los primeros tratados de esgrima verdaderamente modernos se copian en el reverso de los apuntes de filosofía de las universidades alemanas e italianas de principios del siglo XV. De repente, la esgrima se puso de moda en la universidad.

Para no hacerse daño (eran jóvenes, pero no tontos) luchaban a primera sangre. Por eso luchaban con una fina blusa que, a la primera gota de sangre, se manchaba cosa fina. Y sin armadura, porque costaba una pasta. Eran estudiantes, no caballeros, y sus luchas eran casi rituales.

En efecto: Aunque alguno acababa roto o descalabrado, se detenía todo a la primera sangre. ¡La intención no era matarse!

El valiente que superaba la prueba entraba en un "bando" o hermandad de estudiantes y presumía con orgullo de sus cicatrices.

Fue pasando el tiempo. Evolucionaron las armas. De la bastarda o espada de mano y media del siglo XV se pasó a la espada ropera española del XVI y XVII, que evolucionó hasta una ropera de cazoleta o de conchas.

Los duelos de honor eran todavía un aquí te pillo, aquí te mato.

A mediados del siglo XVII, en Francia, llegó a tal extremo la fiebre por batirse en duelo que el rey Luis XIV intentó regular los duelos de honor, recuperando las viejas normas de la esgrima universitaria, puestas al día en las escuelas españolas e italianas.

Además, se impuso una moda en el vestir que hizo imprescindible prescindir de las espadas roperas y recurrir a armas de menor tamaño.

Nació el espadín, del que luego saldría el florete.

Pero no os llevéis a engaño, que el espadín, allá donde lo veis, es un arma muy peligrosa.

¿Y las tetas?

Tranquilos...

Aunque siempre ha habido mujeres aficionadas a los aceros, la adopción del espadín se lo puso más fácil.

Aparecieron personajes como Julie d'Aubigny, más conocida como madamoiselle Maupin.

La Maupin fue la mejor cantante de ópera de su tiempo, pero también una notable juerguista, que tuvo amantes de ambos sexos a patadas y, además, se batía en duelo como nadie.

En una sola noche, en medio de una fiesta, se cargó a tres contrincantes, uno detrás de otro.

La Maupin era excepcional en la alta sociedad, pero entre el pueblo llano no eran raros las disputas a cuchilladas entre mujeres. No es lo mismo, lo sé, pero preguntad a las amigas de @MdaCaravaggio por el "sfregio" (chirlo) que le hacían al primero que se ponía tonto con ellas.

Es a finales del siglo XVIII que las mujeres comienzan, tímidamente, a aficionarse a la esgrima y de ahí a pelearse entre ellas con una espada o un espadín en la mano hay un paso.

Y por tonterías, ya os digo yo.

Entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XX (sí, XX), los duelos se consideran legítimos (aunque ilegales) y están muy cuidadosamente reglamentados. Siguen un protocolo muy estricto.

De entrada, surgen armas sólo para duelo, como la espada de duelo o el florete.

Los duelistas solían aparecer ligeros de ropa, para moverse con más agilidad. Un duelista llevaba una de las dos armas que daba a elegir el árbitro (A), luchaba con una camisa o con el torso desnudo (B) y muchas veces descalzo (C), para no resbalar sobre la hierba.

Los duelistas (A) contaban cada uno con dos padrinos (B); el más veterano de los cuáles hacía de árbitro, o se llamaba a uno aparte. Estaba siempre presente un médico (C), porque salvo en ocasiones excepcionales la idea no era tanto matarse como "limpiar" una mancha en el honor.

¿Y las tetas?

Qué impacientes...

Ahora vienen las tetas. Porque las mujeres, poco a poco, se aficionaron a los duelos.

No tanto como los varones, también lo digo, pero con más saña.

(Aquí un señor pensando en tetas).

Cuatro de cada diez duelos entre varones acababan con un duelista seriamente herido o muerto.

Pero ¡ocho de cada diez duelos entre mujeres acababan igual o peor!

Dicho de otra manera, eran más aficionadas a los duelos "à outrance".

No querían limpiar su honor, sino vengarse.

Pero, claro, tenían que luchar a pecho descubierto, o apenas cubiertas por una ténue blusa.

Porque eran duelos a primera sangre y porque la moda femenina de la época era muy... eh... apretada.

De hecho, algún corsé podría detener una puñalada, ya puestos.

O sea, que se presentaban en el campo del honor de esta guisa:

Y corrían el peligro de verse así también:

Las mujeres se pusieron muy serias y los asuntos del honor entre ellas estaban severamente restringidos. El único varón que podía estar presente era el médico.

"¿Quiénes son ésos?"
"Los médicos."
"Jolines, cuántos."

Y todo porque en aquella época...

¡¡¡Pecado!!! ¡¡¡Fuera del tuiter, hombre ya!!! ¡¡¿Qué es eso de andar enseñando las tetas por ahí?!!

(Calma, que ahora me libro de éste).

Decía que los duelos entre mujeres se convirtieron en el sueño erótico de muchos varones calentorros, y en un pequeño negocio. Se hacían "postales parisinas" y no se hicieron pocas películas "porno" de la época donde salían mujeres batiéndose en duelo.

Pero, a fin de cuentas, ¿no hacían lo mismo los varones?

No os quejaréis, que han salido tetas, ¿eh?

Sexo y violencia. Esta #RistraDeTuits lo tiene todo.

Seguimos.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la afición por la esgrima de las mujeres crecía y crecía y no eran pocas las que se apuntaban a una sala de armas. Además, se batían entre sí y en combates mixtos, con mucha maestría.

Parte de ese éxito tenía que ver con el movimiento sufragista, que exigía los mismo derechos políticos para varones y mujeres.

Se pusieron de moda las escuelas de combate y defensa personal para mujeres (esgrima, boxeo, baritsu, etc.), para poder plantar cara a los varones.

Y así, sin querer, como quien dice, las mujeres se ganaron un importante lugar en las salas de armas, y el respeto de muchos tiradores deportistas (y de algunos duelistas).

En la imagen, las tres armas de la esgrima deportiva: el florete (A), la espada (B) y el sable (C).

En las columnas M (masculino) y F (femenino), el año en que cada arma fue considerada olímpica, según el sexo del tirador.

Costó que las mujeres fueran tiradoras olímpicas.

Pero lo consiguieron.

Aquí una tiradora de florete de las Olimpiadas de 1924.

Os lo digo como tirador aficionado de sable: las mujeres son unas tiradoras magníficas.

También es verdad que a mí me gana cualquiera, pero ésa es otra historia.

Para acabar, os dejo con una final de un campeonato femenino de sable, muy emocionante.

Quizá no entendáis las reglas, pero yo ahí lo dejo y me despido de todos con mucho agradecimiento por vuestra paciencia y tal y cual.