Seamos realistas: no hay "cosas" en biología (o, como diría Bohm, "no hay cosas en el mundo). Las cosas son abstracciones de una realidad en constante CAMBIO. La realidad consiste en una jerarquía de procesos entrelazados. 
Si la vida es CAMBIO, entonces las actividades que impulsan este cambio son las que debemos explicar. Pero seguimos extrañamente fijos en la explicación en términos de entidades estáticas e inmutables.
El mundo viviente no está formado por partículas o "cosas" sustanciales, como a menudo se ha supuesto, sino que está constituido por PROCESOS.
El dominio biológico está organizado como una jerarquía interdependiente de procesos, que se estabilizan y mantienen activamente en diferentes escalas de tiempo.
Incluso las entidades que intuitivamente parecen ser paradigmas de "cosas", como los organismos, en realidad se entienden mejor como PROCESOS.
Las principales motivaciones para reemplazar una ontología de sustancias por una de procesos se encuentran en los hallazgos empíricos de la ciencia.
La biología proporciona razones convincentes para pensar que el reino viviente es fundamentalmente dinámico y que la existencia de las cosas siempre está condicionada a la existencia de PROCESOS.
El fenómeno de la vida clama por teorías que prioricen los procesos sobre las cosas, y sugiere que el explanandum central de la biología no es el cambio sino la estabilidad, o más precisamente, la estabilidad lograda a través del CAMBIO constante.
El mejor ejemplo de esta fijación en las sustancias en biología es nuestra historia de amor con los GENES, esos agentes particulados de la herencia y el desarrollo.
Es demasiado fácil para los biólogos caer en un lenguaje determinista y preformacionista, donde los genes representan una especie de esencia perdurable de un cuerpo viviente efímero.
Otro ejemplo es nuestra insistencia en que las explicaciones "MECANICISTAS" adecuadas de los organismos vivos deben formularse al nivel de las MOLÉCULAS componentes, que consideramos que no cambian en las escalas de tiempo relevantes para los procesos que estudiamos.
Nuestra fijación en las cosas estáticas conduce a patrones falaces de razonamiento, dentro de la biología y en otros ámbitos.
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