Thread by @robertayque

SENTENCIA RANIERE: El juez Garaufis comenzó enumerando los delitos de los cuales Raniere fue hallado culpable (Fraude migratorio, extorsión, robo de identidad, explotación sexual, trabajo forzado, etc) y cuánto le daba por cada uno, si aceptaba atenuantes o agravantes, etc.

Y concluyó con un categórico: Life in prison. Cadena perpetua. Antes de dictar la sentencia formal, sin embargo, es costumbre que se escuche a las víctimas, a los abogados y a los fiscales, al final de lo cual el juez ratifica o altera su sentencia.

A menos que suceda un milagro, Raniere se pudrirá el resto de su vida en la cárcel, aunque falta ver a qué tipo de cárcel se le sentencia, si se le da posibilidad de salida anticipada (parole) después de x número de años dentro y otras fruslerías.

Luego de las preliminares, el juez procedió a darle voz a las víctimas. Por parte de México hablaron Ivy Nevares, la autora (firmó como coautora, pero sabemos que el wey no movía un dedo) del único libro de Raniere, la Esfinge y Thelxiepeia, con prólogo del Dalai Lama.

Y una chica presentada como Jane Doe que, como Nevares, trabajó en the Knife Media, el portal de Rosa Laura Junco que, se supone, calificaba la “veracidad” y confiabilidad de los medios (ya sé, ternuritas).

Hablaron Sarah Edmondson, quien destapó el grupo de esclavas DOS en el New York Times, y Mark Vicente, el del documental sobre México. Vicente alegó la perversión de Raniere al testificar que Keith le dejó en su computadora un comic…

…que trataba de una mujer entusiasta, animosa y talentosa que se encuentra con una figura admirable, con un mentor a quien le entrega su vida, que resulta ser un explotador perverso que la lleva a la ruina, a la destrucción total.
Y sí, hay que ser perverso.

A Kirsten Keefe le dijo que el grupo debía llamarse, en vez de ESP (Executive Success Programs), Shattered dreams: sueños rotos.
Vicente pasó a explicar cómo Raniere se dedicaba a desestabilizar, a avergonzar a sus víctimas; siempre estaban en falta, siempre quedaban a deber.

Y el único que podía ayudarlas a repararse, a crecer, era él; India Oxenberg dijo que tanto Raniere como Nancy S les hacían creer que todo los horrores que les hacían eran por su propio bien. Y, al sentirse desgraciados, pensaban que era entonces por su culpa, por sus fallas.

Tanto a Emiliano como a Junco y a las Bronfman, por ejemplo, les restregaba los pecados de sus padres —su ambición y su riqueza, entre otros—, haciéndolos sentirse culpables y diciéndoles que necesitaban expiarlos ellos a través de NXIVM.

India Oxenberg dijo algo particularmente perturbador: sabemos la obsesión de Raniere por que sus mujeres estuvieran en los huesos, pero ella lo articulo así: “querías tenerme desvelada y hambrienta, que me viera como una niña de 12 años”.
Ouch.

Y siguió diciendo cómo hasta hoy sigue despertando aterrada, todas las noches, recordando su voz pidiéndole que lo esperara, a veces por horas, desnuda y en su cama. Recordaba su tacto, no deseado y repulsivo, que aceptaba sólo por miedo a que fuera liberado su colateral.

Raniere le decía que su madre era una psicópata, y Nancy Salzman y Clare Bronfman le exigían que la demandara, a lo que ella se rehusó, para ser castigada con duchas frías o noches sin dormir.

También contó como a Michelle Hatchette, la única afroamericana del grupo y quien hasta la fecha pelea por su amo, bailándole bajo las ventanas de la prisión, Raniere le gustaba decirle "Nigger”.

Por cierto, interrumpimos este programa para anunciarles que ya, oficialmente, la condena a Raniere quedó en 120 años.
Y aquí lo escuchó primero.

Lo más duro del día fue, sin duda, las declaraciones de la familia Fernández, cuando menos de la parte que se liberó del monstruo: Adrián, Daniela (quien volvió después de su contundente testimonio), Adriana (la madre) y la bomba de la sentencia: Camila.

Camila, la menor de las Fernández, al llegar a NY, desde los 13 o 14, fue cultivada para Raniere. Comenzó diciendo así: mi abogado me recomendó callar, no decir nada, pero sé del peso de mis palabras y decidí venir, aunque todavía me pesa pronunciar su nombre.

Reemplazó mi voz, mis pensamientos, con los suyos. Me separó de mi familia, de mis amigos, de mi vida entera hasta que mi valor se redujo a qué tanto podía complacerlo. Al principio me repugnaba, pero todos a mi alrededor me empujaban a él.

El 10 de septiembre del 2005 tuvimos sexo. Yo tenía 15 años, él más de 40. Constantemente me pedía hablar de mis aventuras sexuales, pero yo no tenía ninguna; hasta llegar con él era virgen. Sigo sin poder saber qué es una relación normal y una abusiva.

Dejó expirar mi visa y me controló de allí en delante con eso (ardid que repetirían con más de una persona). Me sacó de la casa de mis padres para mudarme a una donde estuviera sola; decía que sería "nuestra casa” pero sólo llegaba, teníamos sexo y se iba.

Decía que mi mayor valor era la pureza, así tuve una relación afuera para que me dejara ir, pero no; sólo comenzó a devaluarme y castigarme. Me exigía que no pesara más de 45 kilos y desarrollé anorexia. Pedí ir al doctor y me decía que él sabía más que cualquier doctor.

Intenté suicidarme y, cuando llegó a la casa, la sangre me corría por los brazos pero él sólo dijo: “¿sabes el daño que me harías si hubieras muerto?”, y me dijo egoísta por hacerle eso.
En 2017 salió, gracias a su hermana Daniela, con un cuerpo de 27 años y una mente de 15.

Sigue peleando con la anorexia, tiene palpitaciones y virus de papiloma humano que le ha causado lesiones precancerosas en la vagina. Y terminó así: Pido a la corte que considere mis 12 años perdidos antes de dictar sentencia.

Adriana Aguilar, su madre, le dijo directo que, si pudiera entender el daño que le hizo a su familia, caería de rodillas. Daniela su hermana dijo que Raniere, a ella y a su hermana, no les tuvo la menor misericordia. Y pidió a la corte que tampoco a él le tuviera misericordia.

Adrián, “Fluffy” Fernández, el único hombre de la familia, dijo que Raniere destruyó a su familia. Que él por 3 años no le habló a su madre, por 6 años no le habló a su hermana, y que su otra hermana y su padre tenían dos años de no hablarle.

Y terminó así: Anhelo el día cuando tu nombre sea completamente olvidado.
Amén por eso. De toda esta historia de horror me queda un infinito respeto por las víctimas, cuyo valor e integridad rescatan mi menguada fe en la humanidad.

Epílogo: el juez le prohibió a Raniere tener contacto con cualquier ex miembro de NXIVM. No es gratuito: desde la cárcel seguía moviendo los hilos de su “manada de lobos”, como dijo Susan Dones, para levantar el teatro ese de que su juicio había sido corrupto.

Para cerrar, y para quienes pudieran aún tener dudas, Raniere dijo que no estaba arrepentido, que era completamente inocente, que pedía perdón a sus víctimas si las había lastimado pero que todas habían mentido.
Y con esto me despido, que luego se hace vicio.

¡Pásenle, pásenle, hay sopa para todos!