Thread by @Thymocrat

¿Por qué es tan difícil hacer que un chairo-amlover razone con la evidencia documental que tenemos todos enfrente?

Hilo

Es cierto que un chairo-amlover de hueso colorado se informa exclusivamente en la Mañanera de los Otros Datos, y eso vuelve muy difícil que acepte información verdadera de otras fuentes.
Pero esto va más allá de ello.

Sólo pregúntate ¿por qué es tan difícil hacer que una persona deje de admirar a, digamos, un grupo como los Beatles o a un cantante como Michael Jackson, o un actor famoso como el recién fallecido Sean Connery?

Pues porque son personas que le han dado placer, son artistas que usaron su carisma para vender su propia imagen y ejecución artística en la pantalla o su magnífica música.
Por algo se les llama "ídolos de la pantalla" o "ídolos de la música".

Nos guste o no, los demagogos están en el mismo nivel. No en balde alguna vez se posicionó a López Obrador como cantante de rock.
El demagogo es un artista, sin duda. Comunica emociones, como cualquier artista, ejecuta el arte de la política como tal.

Se convierte en ídolo porque tiene una ejecución sobresaliente en el arte de la oratoria, aunque para el observador externo sea sólo un viejito hablando lento y diciendo sandeces.
Pero esto va más allá.

Es cierto que hay una especie de rapport, una cadencia o ritmo mutuo, una sensación de relación íntima entre el demagogo y su fanático, como ocurre entre los grandes artistas de cualquier rama y sus fanáticos.

El espectador ya enganchado, ya hecho un converso, siente que el demagogo LE HABLA PERSONALMENTE.
Las verdaderas estrellas hacen que el fanático se sienta personalmente relacionado con ellas.
En eso es un experto el demagogo: en conectarse personalmente con sus seguidores.

En consecuencia, su defensa se convierte en algo PERSONAL.
Sin embargo, el demagogo siempre busca algo más. Lo que quiere es devoción, quiere auto-negación, quiere que el devoto abandone todo y lo siga, se quiere convertir en motivo de adoración y amor puro.

Para eso necesita enemigos (no rivales ni adversarios aunque así le llame): blancos de destrucción que tiene que tener o construir en la mente del fanático.
Es ahí donde comienza la construcción de su imagen mítica, más allá de lo legendario: comienza el culto a su personalidad.

Muchos de los seguidores de los grandes ídolos musicales o actorales lloran al conocerlos o al verlos en persona, aunque sea de lejos. Es su máximo gozo, es un momento de placer que sienten, no bromeo, infinito.
Eso mismo sienten los fanáticos políticos de un demagogo.

E incluso va más allá.
¿Qué razón hay para que un seguidor de Judas Tadeo lo adore? ¿Le ore?
¿La verdad?
Ninguna.
Es una DECISIÓN PERSONAL, asumida desde una posición enteramente arbitraria.

Es cierto que hay un componente egoísta: ora porque quiere un milagro, que le haga el milagrito.

Cuando tú le preguntas a una persona porqué es devota de tal o cual santo o tal o cual deidad por lo general te responde que porque le hizo un milagro o porque espera un milagro de ella.
En realidad, casi podría responder: "porque sí".

No existe una razón en particular más allá de una decisión personal.
Tomás de Aquino decía claramente que la fe era una cuestión de decisión personal.
Uno cree porque quiere creer. La fe es voluntaria.

Aunque la mayoría de las veces el creyente cree que va a obtener un premio en lo futuro: el Cielo. y que huye del castigo eterno: el infierno.

O el Nirvana o la rueda de las reencarnaciones o renacimientos (la cual los Buddhistas y los Hinduistas creen que es el equivalente al infierno).
Ese premio y ese castigo se dan en una dimensión metafísica que para otros puede o no existir.

Entonces, a corto plazo, el objetivo es un milagrito. A largo plazo, el objetivo es alcanzar un Cielo o salvarse de un infierno.
Entonces ¿qué es lo que hace el demagogo?
Presenta el "Cielo que nos tienes prometido" nomás que aquí en la Tierra.

Viene a salvarnos del infierno de la pobreza, viene a salvarnos del infierno de los criminales.
Su habilidad es que lo presenta muy vívidamente. El espectador, ya enganchado, SIENTE en carne propia lo mismo el Cielo que el infierno.

Su sola presencia va a hacer que todo se componga. El demagogo vende un producto imposible sin una administración política increíblemente eficiente.
Pero para muchos creyentes es muy importante un elemento muy humano, lleno de odio y rencor: la venganza.

Se siente elegido y en consecuencia, quiere que el no-creyente, se una, o si no será castigado eternamente. En especial, le desea el mal, el dolor, a los que siente que lo han agraviado personalmente.

Hay un toque de sadismo en esto, la verdad, de rabia y cólera justificada o no frente a la injusticia generalizada.
En el caso de los demagogos, éstos se enfocan en ir contra el CORRUPTO. El corrupto está evitando que el pobre reciba lo que se merece.

En consecuencia, hay que acabar con dicho corrupto, como quiera que se llame.
El político ha timado al ciudadano, y en consecuencia, merece ser destruido como venganza (disfrazada de justicia).
El demagogo juega con un elemento fundamental: el dinero, el presupuesto.

Lo va a usar como elemento de venganza, para apaciguar la rabia de los que se sienten timados.
En el caso de Trump, éste prometió riqueza generalizada, y eliminar la corrupción del "pantano de la Casa Blanca".
En el caso de López, éste prometió pobreza generalizada.

Jamás ha prometido riqueza: su forma de venganza para el pobre, cuya rabia es ser pobre, es que el rico sea pobre. No puede haber venganza más terrible que satisfaga el rencor de mejor manera.

Entonces tenemos que concluir que la República Amorosa en esta narrativa es la del pobre solidario con el pobre, que vence al rico volviéndolo pobre. Su objetivo NO es que todos seamos más ricos, sino que todos seamos más pobres.

Estos elementos son los fundamentales para entender cómo funciona la demagogia: es un aparato para producir fanáticos que mantengan al demagogo en el poder.

Aunque su ídolo político emita todo tipo de dislates y atrocidades, el fanático político va a explicarlos de las maneras más estúpidas, de la misma manera que una persona hipnotizada va a tratar de explicar porqué se pone a cantar como gallo o a aullar como lobo.

Te dirá las cosas más absurdas para justificar sus actos.
Eso lo va a hacer un fanático político. Siempre va a justificar sus actos y los actos de su gurú o mesías político.
Lo va a adorar.
Va a defenderlo en sustitución de su patria y hasta de su propia religión.

El demagogo pretende convertirse en el centro de su vida, por eso trata de tener presencia continua en su mente: se posiciona como indispensable, se nutre de la atención que le dan enemigos y amigos.

El colmo llegará cuando trate de entregar su propia vida y la de su familia y amigos para que sobreviva la imagen del demagogo.

Por eso es un merolico: habla y habla y habla para convencer a quien sea, y el que no quede convencido se convierte en el enemigo de los que sí han sido convencidos.
Pues entonces defenderá dicha imagen sin pensarlo siquiera.

Nada puede mancharla, es sagrada, inviolable e intocable.
Por eso los chairos-amlovers no soportan la crítica.

Entonces la única solución es seguir denunciando las mentiras del demagogo a mayor velocidad que él, con la esperanza de que el chairo-amlover algún día descubra las contradicciones y salga de ellas, que descubra los absurdos y que enfrente las atrocidades.

Las verdades también merecen marketing político eficiente.

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