El 28 de enero de 1612, el filósofo y matemático jesuita Cristóphorus Clavius, miraba fijamente a la Luna Llena desde la ventana de su habitación. La había mirado infinitas veces a lo largo de su vida y ahora, a sus 73 años, cuando su cuerpo apenas era capaz 👇
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de mantenerle en pie, tenía el presentimiento de que sería la última vez. Siempre le atrajeron las manchas más oscuras del satélite y se preguntaba, como muchos otros, a qué se deberían ¿serían mares de agua, como aseguraban algunas tradiciones antiguas?
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Algo estaba cambiando en la forma de observar los cuerpos celestes, pero Clavius sentía que la revolución había llegado tarde para él. Ese invento endiablado que Galileo Galilei usaba para ampliar las imágenes del firmamento estaba perturbando los más profundos 👇
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conocimientos adquiridos por los grandes sabios del pasado, conocimientos que él mismo había contribuido a ampliar. Galileo aseguraba que había observado la Luna con su telescopio y había podido ver allí grandes montañas y valles, pero Clavius no podía creerlo.
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Durante más de 40 años, Clavius había enseñado astronomía y matemáticas a los alumnos del Colegio Romano y había escrito decenas de libros que eran ahora estudiados en todos los centros del saber de Europa. Los cálculos y tablas astronómicas desarrollados 👇
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durante muchos siglos permitían conocer con precisión los movimientos de la Luna, el Sol, los Planetas y las estrellas. La exactitud de esos cálculos le había servido para aconsejar al Papa Gregorio VII las correcciones necesarias para elaborar el nuevo calendario.
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El mes de octubre del año 1582 fue el más corto de la historia de la humanidad. Por orden del Papa, la cristiandad se acostó el jueves 4 de octubre, y despertó el viernes del día 15. Para evitar que en el futuro se acumularan nuevos errores, Clavius propuso que 👇
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se añadiera un día más cada cuatro años, excepto aquellos que terminaran en dos ceros y no fueran divisibles por 400.
Clavius murió el 6 de febrero de 1612, pensando aún que la Tierra era el centro del Universo.
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Sin embargo, apenas dos años antes, Galileo había publicado en Sidereos Nuncius un descubrimiento perturbador. Sus observaciones revelaron la existencia de cuatro puntos luminosos que acompañaban a Júpiter, alineados con él. Aquellos cuerpos no giraban 👇
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alrededor de la Tierra sino que eran satélites que circunvalaban al planeta gigante. No todo giraba, pues, alrededor de la Tierra, sino alrededor del Sol, como defendía Copérnico. Clavius murió sin aceptarlo.
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Tras la muerte de Clavius, el telescopio se convirtió en una herramienta indispensable para los astrónomos y, con el tiempo, favoreció un cambio profundo en la visión del Cosmos. La Luna, por su cercanía, fue el objeto celeste más observado. Una legión de 👇
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astrónomos estudió cada detalle de su superficie, anotando cada cráter, cada cadena montañosa, cada llanura. Pronto quedó claro que las manchas oscuras de su superficie no eran mares, sino regiones extensas que habían sido golpeadas por enormes cataclismos.
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Sin embargo, las alusiones al agua permanecieron en los nombres: Mar de la Tranquilidad, Oceanus Procellarum (Océano de las Tormentas), Mar de las Lluvias, Mar de la Serenidad, Mar de las Crisis, etc.
La idea de los campos o rayos de tracción, que permiten controlar el movimiento de objetos sin necesidad de contacto material alguno, aparece recurrentemente en películas de animación y de ciencia ficción, como en las sagas de la Guerra de las Galaxias o Star Trek.
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Estas ideas inspiran y animan nuevas investigaciones para crear campos de fuerza que modifiquen las propiedades del espacio tri-dimensional mediante diferentes tipos de ondas: luz o electromagnéticas, acústicas, e incluso las que se forman en la superficie del agua.
Tempe Mensa es una meseta en forma de cuña, de más de 50 kilómetros de largo y 30 en su parte más ancha, que se eleva más de mil metros sobre el terreno circundante, excavado en tiempos lejanos por una enorme corriente de agua.
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Los bordes de Tempe Mensa son laderas escarpadas, más pronunciadas en el suroeste, donde un meteorito de grandes dimensiones impactó con tal violencia que dejó una cicatriz en forma de cráter de 22 kilómetros de diámetro. Las imágenes aéreas del lugar son 👇
Hasta hace poco creíamos que el dominio de los dinosaurios había sido completo; que, durante millones de años, los mamíferos habían sido unos pequeños animalillos insectívoros y nocturnos que vivían atemorizados por los grandes reptiles.
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Pero esa idea cambió hace unos años, cuando un equipo de paleontólogos chinos y estadounidenses descubrió en los ricos yacimientos chinos de Yixian los restos fósiles de un mamífero que acababa de comerse a un dinosaurio.
Un nuevo estudio conducido por investigadores del Instituto de Ciencias Cognitivas del University College of London (UCL) indica que nuestros cerebros tienen un tope sobre cuánto es posible procesar cada vez que se reciben nuevos datos, esto se debe a 👇
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que la cantidad de energía que lo alimenta tiene sus límites.
Encontraron que poner atención puede cambiar la forma cómo el cerebro distribuye su energía limitada.
Nuestro desarrollo científico ha permitido descubrir amenazas que han estado ocultas hasta hace menos de un suspiro en términos evolutivos. Sabemos hoy de la existencia de microrganismos que pueden causar pandemias como la que vivimos.
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Sabemos del riesgo que para la civilización supone el calentamiento global, generado por ella misma. Sabemos también de la posibilidad de que un asteroide colisione con la tierra y pueda, si no destruirla por completo, sí causar un cataclismo lo suficientemente importante.
Aunque abunda la literatura sobre supuestas semillas que, encontradas en las tumbas de los faraones, han germinado en la actualidad, la historia no se ha podido corroborar. Sin embargo, existen experimentos científicos que han logrado la reproducción de