Thread by @cronopiatw

Como muchos me pidieron más información sobre el por qué te sacan el apéndice cuando viajas a la Antártida, hoy les traigo:

"Leonid Rógozov: el médico que debió operarse a si mismo". ABRO HILO:

La historia comienza en 1961, cuando un grupo de 12 Soviéticos fue enviado a construir una nueva base en el Oasis Schirmacher.

Leonid Rógozov, de 27 años, comenzó a sentirse cansado, débil y con náuseas.

Más tarde, empezó a sentir un fuerte dolor en el lado derecho de su abdomen y le subió la temperatura. Siendo cirujano, no tuvo dificultad en diagnosticar que padecía una apendicitis aguda.
¿El problema? no poseían ningún dispositivo para llamar a un avión o a otro médico +

+y como la base más cercana quedaba a 1500 km de distancia no tenía más opción que operarse a el mismo, ya que debía tener una apendicectomía.

"No pude dormir en toda la noche. ¡Me duele como el demonio! Una tormenta de nieve azota mi alma, gimiendo como 100 chacales", escribió

"Todavía no hay síntomas evidentes de perforación pero una sensación opresiva de presagio pende sobre mí... eso es todo... tengo que pensar en la única salida posible, operarne a mí mismo... Es casi imposible... pero no puedo simplemente cruzarme de brazos y darme por vencido".

Rogozov elaboró un plan con lujo de detalles de cómo desarrollaría la operación y le asignó tareas específicas a sus colegas. Fue asistido por dos de sus compañeros, quienes armaron una sala de operaciones según él lo indicaba.

Uno de ellos era conductor y el otro era meteorólogo, por lo que ninguno tenía conocimientos médicos, mucho menos en el campo de operar. Se encargaban de entregarle instrumentos, posicionar la lámpara, y sostener el espejo, en el que planeaba ver lo que estaba haciendo.

El director de la estación también se encontraba en la sala, en caso de que alguno de los otros presentes se desmayara.
"Era tan sistemático que incluso les dio instrucciones de qué hacer si él perdía la conciencia+

+cómo inyectarle adrenalina y practicarle respiración artificial", comentó su hijo años más tarde, "No creo que su preparación haya podido ser mejor".

El uso de anestesia general estaba descartado por obvias razones.

Rogozov pudo administrar un anestésico local en su pared abdominal, pero una vez que hubiera hecho la incisión, el apéndice tendría que ser extraído sin más anestesia para poder mantener las ideas claras.

"¡Mis pobres asistentes! En el último minuto los miré. Estaban ahí vestidos con las batas blancas quirúrgicas, pero más blancos que ellas", escribió Rogozov luego.

"También tenía miedo. Pero cuando cogí la aguja con la novocaína y me puse la primera inyección, de alguna manera entré en modo de cirugía, y desde ese momento no me di cuenta de nada más”.

Tenía la intención de utilizar el espejo para ayudarse, pero como el punto de vista estaba invertido, decidió que era más una molestia que otra cosa. Por lo que terminó trabajando al tacto, sin guantes.

Al llegar a la parte final y la más difícil de la operación, casi perdió el conocimiento. Tuvo miedo de morir en el último momento.
"El sangrado era bastante pesado, pero me tomé mi tiempo... Al abrir el peritoneo, dañé el intestino y tuve que coserlo", escribió Rogozov.

"Me setía más y más débil, mi cabeza comenzó a girar. Cada cuatro o cinco minutos descansaba 20 ó 25 segundos".
"¡Finalmente aquí está, el maldito apéndice! Con horror noté la mancha oscura en su base. Eso significa que un día más y hubiera estallado... +

+Mi corazón reaccionó y se ralentizó notablemente; mis manos parecían de caucho. Bueno, pensé, va a terminar mal y lo único que va a quedar es un apéndice extirpado”.

Pero lo logró, contra todo pronóstico. La operación duró casi 2 horas.

Antes de descansar, instruyó a sus asistentes de cómo lavar los instrumentos quirúrgicos y sólo cuando la habitación estuvo limpia se tomó los antibióticos y las pastillas para dormir.

Finalmente, volvió a sus actividades luego de dos semanas libres para recuperarse.
Leonid Rogozov asombró al pueblo ruso, lo cual lo llevó a ser galardonado con la "Orden de la Bandera Roja del Trabajo“ al regresar a su país ese mismo año.
Murió en el 2000 de cáncer de pulmón.

Es por esta historia, el clima y los pocos instrumentos que hay en la Antártida, que a los trabajadores del lugar les sacan el apéndice antes de viajar.

Pero bueno, espero que les haya gustado!!! La verdad me pareció súper fuerte y admiro a este hombre, yo me moría.

No se olviden que pueden seguirme en @CronopiaHilos donde estan los casos más ordenados.
También les dejo el link con mi último video: instagram.com/tv/CIJ6ogFDBwr… Muchas gracias por leer! Los adoro🥰