Cuando el hombre que vive en el palacio virreinal es el primero y mayor agente de polarización del país.
El hombre que se asume voz y presencia de aquel ente abstracto que llama pueblo, pero que realmente no son todos a quienes, se supone, gobierna.
El hombre que se asume voz y presencia de aquel ente abstracto que llama pueblo, pero que realmente no son todos a quienes, se supone, gobierna.
Cuando el hombre que vive en el palacio virreinal puede hacer esa distinción es porque está exhibiendo la forma en que ve el ejercicio de lo que cree es el poder, el gobernar, "gobernar"; sólo para quienes concuerdan con él. Y ya.
Cuando recita esa retahíla de adjetivos anula la identidad de quienes no concuerdan con él, de quienes no simpatizan con él, de quienes le critican, exigen, denuncian. Y marca la diferencia entre grupos sociales. Divide. Polariza.
Esos ejes de diferenciación social, de segregación, son el eje narrativa de esta cosa extraña que exige llamarse gobierno, aunque en el fondo sean nada más que un muegano disforme de complicidades.
Qué él, quién dice gobernar, marque esa diferencia también induce en sus leales los elementos suficientes para ejercer esa nefasta forma de censura coercitiva, cotidiana en esta administración tan hostil.
Cuando él, ESE hombre, desde su puesto de autoridad privilegiado y poderoso, llama como llama y adjetiva cómo adjetiva, es porqué EL los necesita poner en esa posición, asignarles esas características, para justificar ante él y ante su séquito, sus acciones u omisiones....
....aunque para eso les niegue la cualidad de CUIDADANOS.
Esas palabras son del porque ÉL discrimina. Él segrega. Él estigmatiza. Él polariza. Él fanatiza.
Esas palabras son del porque ÉL discrimina. Él segrega. Él estigmatiza. Él polariza. Él fanatiza.
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