El sabio Zhuangzi decía que usar lo limitado para buscar lo ilimitado es una necedad.
Nuestro lenguaje y cognición están condicionados por nuestra propia perspectiva y debemos tener cuidado al creer que nuestras conclusiones son igualmente ciertas para todas las cosas (wanwu).
Nuestro lenguaje y cognición están condicionados por nuestra propia perspectiva y debemos tener cuidado al creer que nuestras conclusiones son igualmente ciertas para todas las cosas (wanwu).
La historia es siempre perspectivística. Pero a lo largo de nuestra historia humana, siempre ha existido una constante: la diferencia entre un sabio y un necio.
La gente de conocimiento trata de comprender su entorno más allá de sus prejuicios, es curiosa por naturaleza, explora, cuestiona, no se engaña, pone atención a la relación que existe entre el mundo interno y el mundo exterior, y por lo mismo, suele tener una mayor sensibilidad.
Los necios, en cambio, intentarán siempre aferrarse a cualquier discurso o ideología que les permita justificar sus miedos y odios más profundos.
El sabio tiene una peculiar propensión al amor y la compasión, pues al saberse parte del todo, es capaz de adentrarse en el corazón de las otras personas y entender sus debilidades.
El necio, en cambio, muestra una tendencia natural a la agresión, pues siente un terror profundo ante lo mucho que ignora. Intelectualizar sin compasión engendra monstruos.
En algún punto de esta dicotomía se encuentra la delgada línea que divide al bien y el mal.
La verdadera sabiduría sólo es posible cuando la razón pasa por el filtro del corazón.
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La verdadera sabiduría sólo es posible cuando la razón pasa por el filtro del corazón.
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