Hace poco subimos una foto en nuestra cuenta de Instagram de una pileta en la vereda, y como era de esperarse muchos de los comentarios tuvieron un claro énfasis reaccionario:
Eh mirá los gronchos.
Que desubicados.
Cosa de negrxs.
Están apropiandose de la vía pública.
Está mal.
De cuarta.
Desubicados
Y siendo que hace mil grados de calor , es un buen momento para pensar y repensar sobre las reacciones que generan estás prácticas ligadas al goce, la apropiación y resignificación del espacio público, lo comunitario,lo publico y lo privado, accesibilidad y problemas de vivienda.
Aclaración: las practicas del uso de las piletas en la vereda son variadas, a veces comparten a veces no, a veces es idea de un puntero, otras de gente que no tiene lugar en la casa, otras tantas de gente que aún teniendo lugar decide extender sus terruños hasta la vereda.
Es decir que debemos atender a la complejidad y heterogeneidad para no caer en el individualismo metodológico de decir "ehhh en mi barrio el que puso en la vereda no la comparte".
Ahora sí vamos a intentar pensar estas prácticas fuera de las visiones moralizantes “del esto está bien esto esta mal”. Para eso convocamos a una médium que nos conectó (¿) con Miguel Fucó.
Hola, soy Michael Foucault, quizás me recuerden de libros como Vigilar y Castigar, Historia de la Sexualidad y el poder es una bestia pop magnífica. Vengo a hablarles de cuestiones vinculadas al goce, la normalidad y el capitalismo
Muchas veces caminando por el conurbano (podemos encontrarnos con escenas disruptivas que escapan al paisaje cotidiano o aquello que denominamos normal. Suele suceder que eso fuera de lo cotidiano resulto molesto. Por ejemplo una pileta en la vereda.
¿Qué diferencia puede haber entre la pelopincho en la vereda y esto para que uno sea motivo de contenido noticioso y el otro sea “normal”?
Auto: calle
Pileta: fondo
Cocina: maíz.
¡Ahh que linda que son las categorías.
-¡Pero se está apropiando del espacio público Miguel!
-¿Pero por qué el auto no es noticia si también se está apropiando del espacio público?
Para eso te propongo pensar esto en los siguientes términos: pileta: goce/diversión.
Nuestra percepción del goce y la diversión está atravesada por la lógica capitalista y la moral del siglo XIX, momento en que se despliega una maquinaria institucional con el fin de instaurar las piedras fundamentales de la sociedad moderna.
Cuando decimos que el goce está atravesado por las lógicas del capitalismo es justamente porque goce, diversión y entretenimiento están mercantilizadas.
Es decir que existe una industria dedicada el goce como un producto de consumo y, por lo tanto, pago.
Lo que supone que para divertirte tenés que pagar. Si no podes pagar…bueno no te diviertas. O busca otra forma.
Y en un entorno clasista, donde a regañadientes se tolera que quien no tiene reciba alguna asistencia básica, es intolerable que alguien con carencias pueda divertirse. Pues la diversión es un bien suntuario. Tenés que sufrir hermano.
Por otra parte, la moral conservadora ha reservado el goce para un lugar íntimo, a veces de alcoba. En un mundo civilizado está mal pasarla bien a la vista de todo el mundo. Asistimos así a una doble privatización de la diversión: la económica y la de la individualidad.
No vemos la misma cantidad de discursos que sostengan: “si no tenes garage pagate uno o no tengas auto”. Es en ese plano que las piletas en las veredas le pegan un martillazo en el dedo chiquito del pie a los prejuicios clasistas y la moralina civilizadora.
Así que conurbano, ya sabes: sigue por el camino de escandalizar al costumbrismo tilingo y la moral pacata. Por mas pelopinchos y menos viejos vinagres.
Adios amigos y amigas, me despido con esta foto en look Federico Klem. Y que los eunucos bufen.
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Hola a raíz de los acontecimientos recientes queremos invitarlos a un safari fantástico por el apasionante mundo del prejuicio y la violencia simbólica.
Un prejuicio es una herramienta cultural que sirve para justificar relaciones de desigualdad y dominación, y los privilegios que ellas conllevan.
A lo largo de la historia podemos encontrar estos mecanismos en nociones como:
Las mujeres son menos inteligentes que los hombres por eso deben estar en la cocina.
Los indios no tienen alma y por eso hay que esclavizarlos
Los negros son brutos y por eso hay que esclavizarlos
¿Sabías que en medio de zona sur hay enclaustrado un cementerio abandonado, en el que no transcurren historias de fenómenos paranormales sino una de explotación sexual y crimen organizado?
Sale hilo.
Queda en Avellaneda y es conocido como “El cementerio de los impuros” o “Cementerio de rufianes y prostitutas”. ¿por que es conocido de esa manera? Para develar este misterio tenemos que hacer un pequeño viaje al pasado. Más precisamente hacía el principio del siglo XX
Avellaneda en esa época se llamaba Barracas al Sud, porque todavía no había gente suficientemente importante como para ponerle nombre a los partidos, ciudades y calles. Así que todo tenía un tiente más bien descriptivo.
Residencia de lujo, cabecera de un proyecto turístico, hogar del gobernador, colonia de vacaciones para niños huérfanos y uno de los abandonos más impresionantes del país, todo eso es el Palacio Piria.
La historia del Palacio Piria comienza en la segunda mitad del siglo XIX. El millonario Catalán Luis Castells y Sibila, dueño de todo aquello a lo que hoy en día le decimos Villa Elisa, comienza a construirlo pero se suicida antes del final de obra.
El que sí lo termina es su hijo, Luis Castells Uriburu. Yerno de Julio Argentino Roca (sí, el de los billetes. En ese nivel de aristocracia andamos). La cosa es que para mediados de los 20' don Castells estaba tapado en deudas y no le queda otra que vender su palacete.