Siempre digo que lo que estoy viviendo hoy en realidad es el resultado de un montón de historias, a priori chiquitas, que me llevaron a ser quién soy. Mi abuela es protagonista de muchas, pero hay una en particular que me marcó un montón.
Se llama Victoria, pero todos le decimos Pocha. En este momento tiene 90 años, y tenía 80 cuando esto sucedió.
Cuando yo tenía 8 años, 2 días a la semana (todos los lunes y los miércoles) me acompañaba a Juan Lacaze (que está a poco más de media hora de acá) para que yo pudiese tomar clases de computación mientras mis padres trabajaban.
Contexto: Colonia es chiquito, en 10 minutos estás en cualquier lado. Ese viaje en ómnibus suponía la mitad de la tarde, porque a mitad del camino había que bajarse y esperar como 20 minutos para subir a otro.
Las clases a las que iba eran bastante especializadas y no las daban en la ciudad. Me enseñaron, por ejemplo, a tipear sin ver, y es muy concreto, porque hay que poner los dedos en una posición muy específica para agarrar velocidad.
Ahí escribí mis primeras palabras en un teclado. Me acuerdo que, para el día del abuelo, le escribí un poema y se lo imprimimos. Ella no aprendió braille, y eso fue una de las primeras cosas que pudo leer de mí. Se emocionó muchísimo.
Esta habilidad me acompañó en las etapas más importantes de mi vida. En el liceo, por ejemplo, sacaba apuntes a la misma velocidad en la que hablaba el profesor, y ahora en mi trabajo puedo transcribir entrevistas de forma rapidísima.
A veces me paro y pienso pa, probablemente yo no tendría la soltura que tengo con la tecnología de no ser porque mi abuela, a pesar de su edad y su condición física, eligió acompañarme todas esas tardes, sin falta. Porque siempre estaba.
En ese momento no me daba cuenta, pero hoy es de las cosas que más me marcan, porque no es más que una muestra concreta de todo el apoyo que recibí de mi familia para llegar donde estoy.
Es por eso que a veces digo que si bien mi historia es genial, tampoco es un reflejo de la situación de la discapacidad acá, Porque no todos los chicos con discapacidad tienen una familia así, y porque los recursos todavía no llegan a todos lados. Hay mucho por hacer.
Pero hoy recordábamos esta historia con ella, que a mí siempre me pareció muy linda, y quise compartirlo con ustedes.
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El 11F es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. En el marco de una campaña de varias instituciones nacionales me preguntaron qué mujer científica me inspira, y yo conté la historia de Mona Minkara, una de las científicas ciegas más reconocidas del mundo.
Cuando tenía 7 años, a Mona le diagnosticaron una discapacidad visual que generó que, poco a poco, fuese perdiendo la vista. Su sueño de chiquita siempre había sido ser científica, y no estaba dispuesta a que su discapacidad la detuviese.
No fue todo fácil. En un artículo contó, por ejemplo, que un especialista les aconsejó a sus padres que no gastasen un centavo en su educación. Y eso fue, como aclaración, en Estados Unidos. blindnewworld.org/blog/breaking_…
Cuando escribí sobre la educación, les dije que tenía historias lindas para contar, y la de Gerardo Menéndez, mi profe de geografía en primero y segundo de liceo, es una de las que más me marcaron. Con su permiso, acá les va.
Hasta que entré al liceo, no era muy fan de la geografía. Entendía todo, pero me aburría muy fácil porque me costaba asociar los países a un lugar en el espacio. Sabía que Uruguay estaba entre Argentina y Brasil, por ejemplo, pero se me hacía difícil interpretarlo mentalmente.
Como ya les conté, en la escuela mi madre pasaba las noches transcribiendo todos mis trabajos, así que el tema de los mapas estaba complicado. Habían intentado adaptar algunos con madera, pero no había funcionado muy bien.
A todos los que me han mandado DM preguntándome cosas sobre mi ceguera etc, primero, amo leerlos. Gracias por preguntar, por querer informarse- amo responderles, también! Pero disfruto mucho democratizando las conversaciones.
Todos somos diferentes, y pensamos de forma distinta, y con las personas ciegas no es la excepción, así que tal vez alguna respuesta que yo dé al privado no se corresponda con lo que piensa o vive gran parte de la comunidad.
Hoy me preguntaron si sueño, por ejemplo. Yo sí lo hago, y como dato random les cuento que en mis sueños es imposible que me choque con nada. Tampoco veo en ellos, porque nunca vi en mi vida, pero no sé cómo será para los demás.