Ayer visité una zona de la ciudad a la que no iba hace casi un año, y la encontré muy sola, apagada, incluso sucia. Diría yo, desteñida.
Fue como ver una fotografía vieja: ya sin color, y hube de esforzarme por recordar qué estaba yo viendo.
Vi una sola cara conocida: la del tipo con quien tenía la cita. Tuvimos una charla de esas, llena de sobreentendidos:
-Ya no lo había visto...
-No, ya no.
-Cómo va con todo esto...?
-Regular. Usted? Su papá?
-Bien los dos. Mi apá por ái anda, luego viene.
-Me lo saluda.
En 10 minutos finiquitamos el trámite. Al despedirnos, la recomendación ya perenne:
-Siga cuidándose, fulano.
-Usted también. Y no se me canse.
Salí de ahí a plenas 10 am, y aún así a la escena le faltaba color. Y sonido ambiental. Y extras: el único testigo era un perro.
Una zona que siempre fue bulliciosa, con sus calles desiguales desbordadas, estridentes, incómodas de tan llenas, hoy luce como pueblo fantasma ya bien entrada la mañana.
Y yo me pregunto en dónde anda esa gente, haciendo cuáles cosas, temiendo qué...
Ya con el auto en marcha, los seguros bajando me dieron una paz incómoda: un año atrás yo formaba parte de aquello, y un día nomás ya no fui; volví para muy poco, y apenas me dejé sentir.
Doña Elsa, el señor Romero, Silvia, los pinches locos, el don de los tamales... en qué andarán, y cómo.
Desde ayer traigo ese amago de remordimiento, ese parpadeo culero detrás de los ojos, esa cuestión de si algo quedé a deber ahí.
Una de las aristas más pinches de la pandemia es esta sarta de partidas sin trámite, estas despedidas mudas, estas pérdidas sin duelo.
Si debí, si estuvo bien, si habría cambiado algo.
Y sigo. Una ceja arriba, y esa media mueca que mi esposa siempre toma por inoportuna sonrisa.
Mi ciudad siempre cambiaba, pero nunca a este ritmo, y menos para mal.
Hay que seguir caminando.
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El sistema político mexicano llegó a un punto de inflexión en 1997, y pudo elegir entre ir a una transición madura o administrar el status quo.
Eligió lo segundo, y limitó la discusión política a validar o no validar a un esperpento culero, en torno al cual se sigue moviendo.
López no se explica como "líder opositor" si no es a partir de una burbuja creada y sostenida por el propio sistema (autoridades, grupos de poder, medios) permitiendo así que un pobre pendejo, groseramente ignorante y violento, transitara DOS DÉCADAS como opción.
Del mismo modo, López no se entiende como "presidente" si no es a partir de esa misma burbuja: un esperpento como él requiere la protección de todo el sistema para transitar: caso contrario, ya estaría en casa, diciendo cómo fue que "la mafia en el poder" le impidió salvar a MX.
Si la orden de liberar al Güero Palma es auténtica o fake, para el caso es trivial: el hecho es que el sistema (autoridades, medios, grupos, canales, figuras) YA NO DA CERTIDUMBRE ni siquiera a quienes lo tienen en usufructo directo.
No hay orden. Hay, pues, caos.
El poder real en México se fragmentó en 1987.
Formalmente, comenzó su fragmentación relevante en 1989, con el triunfo de Ernesto Ruffo en BC.
La fragmentación fue hábilmente despresurizada con Zedillo: en 1997 se perfeccionó en el Congreso federal; en 2000, en el Ejecutivo.
-A ver: la Señora era el aval de X y Z, con la venia del Señor. Ahora quién lo va a hacer?
-Psss... no hay nadie así de cercano con el Señor. Ni modo que liberemos al Güero Palma!
-...
-...
-Tons... sí?
-A ver, mi sorcho: que dice el señor que le resuelvan lo de la señora, o va a haber pedo...
-No hay forma de interceder por ella. Dice el jefe que pidan algo que sí se pueda hacer.
-Entonces suelten al Señor Palma... eso sí pueden?
-Sí, eso sí se puede.
Los muy jóvenes no tienen claro quién es Héctor Luis Palma Salazar, aka "el Güero", porque la figura del Chapo atrajo la atención desde su primera captura, pero Palma tiene su propia, terrible y aterradora historia, que no le pide cosa alguna a la de Joaquín Guzmán Loera.
De esto, podríamos extraer una noción útil: quien quiera una OPOSICIÓN orgánica que SIRVA, necesita votar por perfiles QUE NO TENGAN esa soga en el cuello, o que la tengan muuuy flojita.
Caso contrario, a la hora buena los van a empinar.
Y a nosotros con ellos.
Ojalá los pendejos entre los pendejos, esos que simplemente piden votar "por quien sea" contra #morena, alcancen a medio entender que eso NO basta; que hay que hacer más, y hay que hacerlo mucho antes de ir a votar.
En #Querétaro tenemos la oportunidad, y quizá la obligación, de enviar un mensaje clarísimo no sólo a todo México sino al mundo: AQUÍ EL POPULISMO NO ES BIENVENIDO, REQUERIDO NI CONSENTIDO.
Podemos aprovechar para derrotar 3 a 1 a la opción populista, y hacer un statement cívico.
Se puede aprovechar que la contienda arranca así de clara, para enfocarnos en construir con el ganador una agenda que sea útil para ambos DESDE HOY, y así conseguir que el voto sea algo más que una marquita en la boleta, y un cheque en blanco.
Debemos aprovechar que el régimen federal, ante la evidencia, bajó los brazos en #Querétaro, para mamarnos los dientes, y hacer que su mojiganga pierda 3 a 1, y dejar fuera de toda duda que aquí esas pendejadas caudillistas NO.
Para que vayan viendo el esquema completo, mexicanos.
Ya que digieran esto, piensen en cuán similares deberían ser las sociedades mexicana y venezolana, para que sus clases (es un decir) políticas sean tan similares.
Eso, tal vez, es lo que pone fuera de sí a los cruzaboletas cuando alguien se atreve a cuestionar a "la oposición" y, dios nos ampare, a amagarlos con anular su voto ante la falta de diferenciación: temen reconocer que los primeros en cagarla son ellos.
Temen esos cruzaboletas, esos chairos multicolores, que la realidad los arrolle: NO BASTA con votar.
De hecho, ese es el acto más cómodo de la democracia: marcar un papel.
Eso, casi cualquiera puede, incluidos algunos animales.