Thread by @capitanintriga

💌 [BREVE CARTA DE AMOR A LA GENERACIÓN QUE CRECIÓ VIENDO SITCOMS DOBLADAS EN ESPAÑOL Y RINDIÓ EL FIRST CERTIFICATE]

Terminó #WandaVision, la primera serie del Universo Cinematográfico Marvel y una apuesta diferente en términos de producción y riesgos. En la monotonía de las franquicias, apostó a que la audiencia, fanatizada por las películas interconectadas, iba a bancarse semanas de intriga

En mi humilde opinión, terminó siendo de los productos más interesantes y redondos de Marvel. Si no la viste, este hilo tiene spoilers muy menores del octavo episodio.

Para los que no vieron WandaVision ni saben mucho del MCU, basta con saber que la trama gira alrededor de una realidad paralela en la que Wanda Maximoff recrea a la perfección sitcoms de diferentes décadas para poder vivir la vida que nunca pudo tener con su amor, Vision.

Con el correr de los episodios los motivos detrás de esto quedan claros pero durante varias semanas me pregunté por qué una adulta que había crecido en un supuesto país de Europa del Este había creado una reproducción de algo tan yanqui y ajeno a ella.

Ahora, sin embargo, me doy cuenta que la realidad de Wanda es mi realidad y la de tantas personas que crecimos viendo sitcoms y que ellas participaron de cómo construimos nuestra realidad, nuestra educación sentimental y nuestras referencias culturales.

Wanda debe tener diez o quince años menos que yo porque vio todas las series gracias a que su padre compraba cajas de DVD de series completas para venderlas o alquilarlas en un videoclub.

Yo vi las sitcoms estadounidenses en la televisión abierta y, luego, en los primeros canales de cable, como Sony Entertainment Television (¡así se llamaba! ¡lo juro!) o Warner Channel.

Con doblaje al español o con subtítulos vi Alf, Mork & Mindy, Blanco y negro, El superagente 86, The Nanny, Mad About You, Casados con hijos… ¡la lista es eterna! No existía la noción de temporadas: uno veía lo que estaba en pantalla y en su cabeza ordenaba la cronología.

Crecí en la década del 80 y del 90 en una ciudad de la provincia de Buenos Aires y no era usual pasar todo el día viendo tele pero sí antes y después de comer.

Las sitcoms me mostraron otras realidades, me hicieron conocer cómo se vivía en esos Estados Unidos perfectos y aprendí cosas como “la prepa”, el Día de Acción de Gracias o el baile de graduación. No me sonaba raro escuchar hablar de “tú” o de “tocino” ni ver bocas de incendios

Comparto con Wanda Maximoff que las sitcoms estadounidenses fueron parte de mi formación personal y sentimental (¡como los libros que leí, los amigos que tuve y las telenovelas que me devoraba!), participando de la construcción de eso que soy hoy.

Y que en muchos sentidos son mi “lugar seguro” al que puedo ir si me siento angustiado, nostalgioso o triste. En mi caso, buscando las series en cuentas de Instagram con memes, en escenas por YouTube o episodios completos por streaming.

Aunque mientras crecía siempre existió producción nacional de ficción y de programas de entretenimiento, la presencia de productos estadounidenses fue siempre fuerte, un monopolio que a veces se tomaba una tregua con alguna ficción española pero no mucho más.

Y si bien desde chico fui a un instituto de inglés de mi ciudad (¡hello, Mrs. Mercedes!) también con las sitcoms subtituladas aprendí a entender y hablar más.

La vida me llevó a tener que hablar y escribir en ese idioma por distintos trabajos y siempre resiento que no tuve una formación real más allá de mis 18 años y el bendito First Certificate… las sitcoms también me enseñaron a hablar otro idioma.

¿Fueron las sitcoms una educación ideal? Claro que no. Las vidas, las familias, los cuerpos y las personas eran perfectos en un sentido chato, poco realista y desmotivante.

Pero tampoco fueron una terrible escuela: me da mucha alegría saber que ahora hay personajes diversos, que tienen vidas más parecidas a las nuestras y que están muy lejos de cometer errores o entender que hay injusticias que son sistémicas y no de los individuos.

Por eso, ahora que terminó la serie, vaya este reconocimiento a Wanda Maximoff, a quien sentía tan lejana pero con la que ahora descubro tengo tanto en común.