Encajonado en un pequeño barranco, vive uno de los centinelas de nuestra Laurisilva.
Aún registra en su savia los paisajes de la esplendorosa selva de nieblas perpetuas con que un día fue tocada la isla de Gran Canaria.
Te presentamos el Viñátigo de Las Ánimas.
Tras la conquista, nuestro bosque más exuberante, fue progresivamente menguando hasta rozar su extinción. El son de la deforestación fue tal que algunas crónicas
aseveran que se podía bailar al ritmo de los hachazos.
El barranquillo de las Ánimas es un cauce que parte desde la falda oeste de la montaña de Osorio. En esta vaguada se distribuyen múltiples laureles (Laurus novocanariensis), olmos (Ulmus minor), algunos castaños (Castanea sativa) y grandes alamedas (Populus alba).
Y es aquí donde encontramos a nuestro protagonista. Muy alejado de sus congéneres del Barranco de la Virgen, el Viñátigo de las Ánimas es especial por su propia existencia.
Debido a su valiosa madera, “la caoba de canarias”, esta especie fue talada sin piedad en siglos pasados.
Algunos documentos históricos nos describen su casi desaparición en Gran Canaria. En 1804, el escultor grancanario Luján Pérez proyectó la realización de 16 tallas de madera para el interior del cimborio de la Catedral de Canarias, los 12 Apóstoles y los 4 Evangelistas.
Según instrucciones del artista, el obispado encargó madera de Viñátigo, pero ya no había suficiente en Gran Canaria. Se optó por sacarla del interior de los barcos varados en el puerto de Las Palmas, pues su madera se utilizaba en la industria naval por ser menos corruptible
A pesar de todo, el Viñátigo de las Ánimas ha logrado reponerse. La copa de este luchador sobresale por encima del cauce y con sus 17 metros de altura, ha conseguido
llegar a ser el mayor de la isla de Gran Canaria.
Para descubrir a nuestro superviviente de la Selva de Doramas no es necesario contemplar su copa, podremos encontrarlo observando los colores de la hojarasca,
pues tiñe algunas de sus hojas de vivos colores anaranjados y rojizos antes de desprenderse de ellas.
Hoy la situación se invierte poco a poco, la reforestación en el entorno cercano y el desuso agrícola han reactivado la potencia germinativa de este ejemplar y gracias a sus
mejores aliados, el mirlo y la Paloma Rabiche, han conseguido la regeneración natural en la zona.
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El 9 de octubre de 2019, los mapas de precipitaciones recogieron un fenómeno muy extraño.
Algo estaba ocurriendo en la Cruz de Tejeda. No existían avisos por lluvias, pero en el centro de Gran Canaria estaba lloviendo de manera muy intensa en un punto muy localizado.
HILO
La situación meteorológica que se esperaba en la isla esos días era de una densa nubosidad cargada de humedad, con rachas de fuertes vientos, pero sin lluvias de importancia.
Hasta que los marcadores de precipitación en tiempo real comenzaron a reflejar lo que ocurría en Tejeda
Los periódicos comenzaban a hacerse eco de las intensas lluvias recogidas en la zona de Cruz de Tejeda.
“..Dimos la vuelta a ese risco por mar. Saltamos en la plaia de Tazartico que era risco muy empinado por todas partes. Moxica, con sus 200 vizcaínos subieron la cuesta y al llegar a unos malos pasos nos echaron a rodar muchas i enorme piedras i maderos...”
HILO🧐👇
Así describieron las crónicas castellanas el ataque del capitán Miguel de Mújica y sus ballesteros a los canarios refugiados en Ajódar, penúltima batalla de la conquista europea de Gran Canaria, situada en los límites del actual macizo de Guguy
Tanto el relato castellano sobre los maderos, los topónimos del macizo como “montaña de los cedros” o carbones hallados de brezos, madroños, acebiños, sabinas y pinos en los sondeos arqueológicos en la cima de Hogarzales, esbozan un paisaje muy distinto al actual
Seguramente habrás oído hablar de términos como "economía circular" o "compost " relacionados con la gestión de residuos, pero lo que hoy nos suena a novedoso sistema de reciclaje formaba parte del día a día de las costumbres de nuestros antepasados
Hilo 👇
En la sociedad rural de antaño era habitual en cada unidad familiar aprovechar todos los residuos orgánicos de la cocina, la huerta y el estiércol de los animales para compostar y devolverlo a la tierra para que esta se mantuviera fértil para la siguiente siembra.
El auge del turismo en los años 60 provoca la migración de la población rural a zonas urbanas, reduciéndose la producción de compost, pero sobre todo por la aparición de los fertilizantes como fuente de nutrición mineral para la agricultura.