NADA ES FÁCIL EN BESMAYAH. INSTRUYENDO A LA 72 (I).
Toca cambiar de escenario. Dejo atrás mi paseo por tierras afganas del segundo semestre de 2012 y voy a intentar contarles qué fue eso de instruir al ejército iraquí en su guerra, que era también la nuestra, contra el DAESH.
Pero antes voy a explicar por qué uso DAESH y no ISIS (Islamic State of Iraq and Syria) o, simplemente, Estado Islámico. DAESH es el acrónimo árabe de al-Dawla al-Islamiya al-Iraq al-Sham (Estado Islámico de Irak y Levante). Hasta aquí, podrían parecer iguales las denominaciones.
Pero la pronunciación de DAESH, en árabe y en francés, da pie a juegos de palabras con un significado más correcto sobre lo que estos mierdas son. En árabe significaría “algo que pisotear” o “persona intolerante”. Leve matiz que, con gente que rebana cuellos por menos, es válido.
La pronunciación en francés (2º idioma en muchos países árabes) es próxima a “dèche” (miseria) o “tache” (mancha). El uso “oficial” de DAESH lo inició Hollande, en seguida lo adoptó Obama y terminó por generalizarse. Así que nada de blanquear “hideputas”. Ni de ETA ni de estos.
Vamos al lío… En 2015/16 tuve el honor y la responsabilidad de participar en la 3ª rotación de la misión Inherent Resolve –ALFA/INDIA en nomenclatura española– en Irak, como jefe del Equipo de Adiestradores de Brigada (BDE). Nuestra misión se podía resumir en una sencilla frase:
Instruir y adiestrar a las unidades del Ejército Iraquí para que afrontaran la lucha contra el DAESH en las mejores condiciones posibles. ¡Y qué misión! Alguna vez, la justificación de la presencia de las FAS en un escenario puede ser complicada de entender para el español medio.
Por ejemplo, Bosnia-Herzegovina o Kosovo podían ser socialmente asumibles por la relativa proximidad geográfica (y por otros aspectos psicosociales), pero la implicación en Afganistán o en El Líbano escapa muchas veces a la comprensión del que busca su ubicación en un mapamundi.
Esa incomprensión torna, a veces, en cabreo cuando ese ciudadano lee la noticia de la muerte de un cabo en la posición 428 en Ghayar o escucha que un IED –Artefacto Explosivo Improvisado– ha arrancado las piernas a un teniente y su soldado conductora a unos kilómetros de Ludina.
Pero en Irak, Mali o Centroáfrica la lucha militar–que no es la única ni la más importante– contra el DAESH & Co. la entiende casi todo el mundo. Porque están matando en Paris, Barcelona o Londres. Y, desgraciadamente, predecir dónde puede matar un lobo solitario es imposible.
Pero, sobre todo, les están matando a ellos. A los iraquíes. Civiles y militares, cristianos y musulmanes. Y aquí no nos enteramos (o no nos queremos enterar) ni de la mitad de lo que allí pasa. Un atentado en París que es portada en medio mundo es el anónimo día a día de Bagdad.
Por eso estoy tan orgulloso de esta misión. De haber estado allí, con ellos. De haber puesto el granito de arena hispano en su lucha allí, que repercute también en la nuestra aquí. “Un soldado no vive mucho en Irak” nos decía el comandante de la compañía Ranger de la Brigada 35…
Y era verdad. En las brigadas iraquíes que instruíamos había mucha “carne picada”, como decía mi capitán y buen amigo Chinto –carne de cañón, para ser menos gráfico–, mucho soldado con todas las papeletas para caer en el instante que asomara los morros en Faluyah, Ramadi o Mosul.
Pero como repetí hasta la saciedad a los jefes de las unidades iraquíes que veía a diario, “si con nuestro trabajo somos capaces de salvar la vida aunque sea a uno más de tus hombres, sólo con eso, ya nos supondrá una satisfacción y nuestro esfuerzo estará bien empleado”.
In sha Allah! me respondían la mayoría de ellos, lacónicos, con la mirada triste e incrédula del que ha perdido más gente de la que quiere admitir. Sí, aumentar su supervivencia y su letalidad en el campo de batalla en el escaso tiempo disponible. Así de simple… ¡y así de duro!
No es la primera vez que escribo esta historia. Ahora la traigo aquí para acercarles, otra vez, lo que los soldados españoles hacemos a unos miles de kilómetros de casa. Allí pasamos la Navidad. Allí sudamos algo más que la camiseta convencidos de la utilidad de nuestra misión.
De las 3 brigadas que instruimos A/I-III me centraré en la 72. Fue la primera y también la que más tiempo estuvo con nosotros. También fue a la que pudimos ver su comportamiento en combate. Eran nuestros chicos y estas líneas van también por ellos. Y que Alá les proteja siempre.
No es fácil resumir aquí la intensidad del adiestramiento de la brigada 72 del Ejército Iraquí. Intensidad hasta en nuestra toma de contacto, en la que los instructores, todavía con el petate sin deshacer, entraron a “frotamiento duro” en la instrucción de los “yundis”.
“Yundi” significa soldado en árabe. Para nosotros, por extensión, militar iraquí. El ritmo que imponen los vuelos de relevo en estas misiones, hace que no haya tiempo para aclimatarse. El adiestramiento sigue y 2 semanas y 3 tacadas después, se ha relevado a todo un contingente.
Pero paremos primero en la pequeña Base “Gran Capitán”. En la Navidad de 2015 albergaba menos de 300 militares (llegó a 600) principalmente españoles, pero también portugueses, británicos y norteamericanos. Era una base liderada por España dentro de un campo de maniobras iraquí.
Es decir, en el centro de la nada. Dormíamos en “villalatas” (prefabricados de techo de uralita), en villamadera” (prefabricados de madera) y en tiendas COLPRO. Teníamos nuestra depuradora de agua, un comedor, un pequeño bar con pizzas y cerveza sin alcohol, un mini gimnasio…
…Y unos baños mixtos (en ase momento no era viable dividirlos por sexos) que a diario visitaba el “chupacacas” (implosionó una vez…) para mantenerlos operativos. Pero nos considerábamos privilegiados, porque lo que vivió La Legión cuando abrió allí escenario sólo lo saben ellos
Pero volvamos al curre. La 72 brigada iraquí no era una unidad recién llegada al campo de instrucción de Besmayah. Llevaban ya un mes largo de instrucción y el buen trabajo del contingente A/I-II, mis queridos “paracas”, estaba dando sus frutos.
Lo previsto –y ahí descubriríamos que hablar de previsiones en Irak es como fiarte del horóscopo de una revista del corazón– era que en 2 semanas terminasen su adiestramiento con un gran ejercicio de batallón, de fuego real, denominado CABEX (Combined Arms Breaching Exercise).
Esto es un tema de ofensiva, con apertura de brecha en obstáculos con cuatro métodos diferentes: manguera explosiva pesada en campo de minas principal, movimiento de tierras en un foso, manguera explosiva ligera en el perímetro de una posición y explosivo en voladura de “T-wall”.
Con ese objetivo, sin prisa pero sin pausa, empezamos a trabajar. Sin hacer mucho ruido, con tanta modestia de recién llegados como ganas de hacer un buen trabajo, conscientes de la responsabilidad de representar a España y como primera unidad de Fuerzas Pesadas allí desplegada.
La brigada 72 estaba dividida en 3 batallones de Infantería con 3 compañías de fusiles –2 de ellas ligeras sobre camión –en el que se subían increíblemente como para batir un record Guinness– y la tercera dotada con el Mine-Resistant Ambush Protected (MRAP) MaxPro norteamericano.
Una sección de reconocimiento con “Hummvies” tuneados y una sección con 3 morteros de 81 mm. Estas eran las unidades que veníamos preparados para instruir. Pero de nuevo, empezamos a descubrir lo que se convirtió en el lema de la Agrupación: “Nada es fácil en Besmayah”.
Así, teníamos que instruir también a una compañía Ranger, una sección de protección y una batería de morteros de 120 mm. Para seguir adelante, asigné “doble gorra” a 2 capitanes y 1 teniente de mi plana, que con 3 suboficiales de los equipos de instructores asumieron este marrón.
No hubo ni una mala cara, ni un “pero” en ninguno de ellos ni en sus jefes. Primer tiempo del saludo, como buenos soldados que son. Nunca les podré agradecer, especialmente a los 3 de mi plana que recargué de trabajo, esa predisposición para sacar adelante una situación delicada.
(continuará) Eso es todo por hoy, en breve más. Espero que esta serie de hilos, escritos quizás en un tono más sobrio –especialmente este primero– les interese también. Otro tipo de misión, otro escenario, muy diferente del afgano, aunque puedan no parecerlo. Un saludo a todos.
FE DE ERRATAS: Las tiendas en las que dormíamos eran DRASH, no COLPRO. Es una chorrada, ambas son parecidas, pero hay que ser preciso en los contenidos. Las eliminaron una o dos agrupaciones después. Perdón por el error y un saludo a todos.
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JESUSITO DE MI VIDA, ¡JESÚS, QUÉ VIDA LLEVO! CAPÍTULO 8.
Bossie es negro. Negro y grande de cojones. Sergeant Mayor, cabeza afeitada, boca grande llena de dientes blanquísimos y unas manos que como te aplaudan te falta cielo para dar vueltas. Es clavado a Morpheus, el de Matrix.
Eso y sus 7 misiones, contando sólo las de Irak y Afganistán, son razones más que suficientes para tenerle respeto. Nos sentamos mesa con mesa. Cada mañana me suelta "Salam aleikum, sir". Yo, le respondo "Aleikum salam, Bossie. How's it going?". "Scandalous" –me contesta.
Pues ese pedazo de negro, con un prestigio que hace que se le acerquen coroneles americanos sólo para saludarle, ha decidido que soy su amigo. Lo sospechaba, pero ahora lo sé porque, el otro día, me dio una onza de su Toblerone. Del de kilo. Y eso no lo hace con cualquiera.
Los Tercios españoles también eran expertos en “encamisadas”, también denominadas “alboradas” o “trasnochadas”. Consistían en un golpe de mano al campo contrario, normalmente dado en la penúltima y última “imaginaria” (guardia nocturna), que es cuando más cuesta vencer el sueño.
Se atacaba aprovechando la sorpresa de la noche y se ajustaba para replegarse al alba, facilitando el regreso. Para distinguirse en la noche, los españoles se ponían la camisa sobre el resto de la vestimenta, de ahí el nombre.
Algunos reprochaban la ejecución de estas acciones, cortas y de una violencia explosiva, por no ser muy caballeroso eso de dar “matarile” al enemigo mientras dormía. Las posibilidades de distinguirse en combate que proporcionaba la encamisada apartaba cualquier remilgo.
Por fin un código de conducta para los representantes del pueblo español, no como en la retrógrada Familia Real... Espera, enero 2015, leo:
“S. M. el Rey ha considerado conveniente regular el régimen de regalos a favor de los miembros de la Familia Real: elpais.com/espana/2020-10…
Los miembros de la Familia Real no aceptarán para sí regalos que superen los usos habituales, sociales o de cortesía, ni aceptarán favores o servicios en condiciones ventajosas que puedan condicionar el desarrollo de sus funciones.
En el caso de obsequios que, de acuerdo con estas normas, tengan carácter institucional, se procederá a su incorporación al Patrimonio Nacional.
La disciplina era clave en los Tercios. Para mantenerla era clave un sistema punitivo duro, breve y sumario, pero que respetara la particular idiosincrasia del infante español (honor, honra, alta estima...). “Sujetar” a los “tipos duros” de los Tercios no era tarea fácil...
Pero volvemos a tener peculiaridades exclusivas del español. Así, la obediencia “ciega” al mando sólo era exigible “en el servicio del Rey”. Fuera de este, un capitán y un alférez podían cruzar aceros por una mujer, por ejemplo, sin que el segundo temiera de la justicia por ello.
Otra era que el castigado debía mantener su honra y seguir sirviendo de soldado. “Sin honra no podía seguir sirviendo al Rey”. La amonestación debía ser preferentemente “en secreto”, para no avergonzarle ante sus pares.
Hoy ha habido otro suicidio entre los componentes de las FCSE. Otro más. Otro latigazo de dolor que atraviesa a una familia, a compañeros, a amigos. Y una pregunta que siempre queda en el aire: “¿Por qué?”. Me animo a contarles una experiencia personal que sigue escociendo.
X era mi amigo. No éramos de la misma promoción pero habíamos coincidido de capitanes en la misma unidad y en varias “movidas” después. Él me metió en eso del Cross Fit y nos unía la pasión por las motos. Conectamos desde el primer momento y nos reíamos mucho cuando nos veíamos.
Hace un año lo ficharon para un trabajo en la vida civil. Un puesto de responsabilidad, acorde con sus conocimientos. Se abría un nuevo futuro y le veía ilusionado. Desgraciadamente llegó la COVID y se interrumpieron las quedadas regulares que hacíamos.
Lo siento, no me gusta absolutamente nada la campaña de la DGT 2020: “Este país no puede soportar más muertes”. Creo que es otra campaña de eslogan frívolo y“blandiblue” que busca tocar una “fibra sensible”, sin entender que hoy es, todavía, una “herida abierta e infectada”.
Así, analizando un poco, vemos que en 2019 fallecieron en accidente de tráfico 1.098 personas. Trágico, sin duda alguna. Pero estamos en verano de 2020 así que cojan, al azar, dos dias cualquiera de hace poco, entre el 20 de marzo y el 20 de abril de 2020.
En sólo esos dos dias murieron por COVID más personas que en todo 2019 por accidentes de tráfico (datos oficiales).¿Esos sí nos los podíamos permitir? Los 131 que murieron por el virus el día 18 de agosto, ¿Estos sí los podemos soportar? El valor de una vida es siempre igual.