Hace ya casi 8 meses que vivo con la sombra del #suicidio de mi madre en mi interior. Una sombra que vino sin que la invitaran, pero que llevaba semanas temiendo que apareciera y llegó para clavarse en lo más profundo en forma de llamada de teléfono. (Abro hilo)
He intentado pasar sobre ello de puntillas, pero no he podido. He querido olvidarlo, pero cada mañana mi coco me trae a la cabeza la imagen de la última vez que vi a mi madre y las cosas que la dije… Y lo inútil que eran todas nuestras estrategias, porque nada funcionaba.
Estuve en silencio 4 meses, “siguiendo con mi vida”. No me atrevía a hablar de ello porque la palabra SUICIDIO me atravesaba el corazón, sentía una presión en el pecho constante y la rabia me consumía. ¿Cómo podía pasarnos esto? ¿Por qué no pudimos ayudarla?
Pero luego te vas informando, leyendo testimonios de gente que ha pasado por lo mismo y te das cuenta de que hay casos cerca de los que nunca te habrías acordado de no ser porque te ha pasado a ti. Y sientes la necesidad de gritar, y hacerlo bien alto.
De repente ves que, igual que ha hecho tu madre, más de 10 personas van a quitarse la vida hoy. Que cada 2 horas y media alguien va a bajarse del mundo porque es incapaz de luchar contra esa sombra que le consume y nadie ha sido capaz de ayudarle.
Y comprendes que cuando alguien se suicida, no quiere dejar de vivir, sino dejar de sufrir. Mi madre quería vivir, era feliz… A pesar de tener un trastorno bipolar diagnosticado y controlado por medicación y psiquiatras desde hacía más de 30 años. Mi madre estaba bien…
Hasta que llegó el #COVID y todo su mundo se desmoronó, lentamente y en silencio. Siempre había tenido sus rutinas muy bien marcadas, y empezaron las restricciones. Incluso un día, un policía la llamó la atención por ir cogida de la mano de mi padre cuando paseaban.
Mi madre nunca había tenido un brote en este tiempo, y ahora sé que era ella misma la que se regulaba a través de esas rutinas o “manías” de cada día. La misma medicación todo este tiempo. El psiquiatra solo modificaba mensualmente la dosis en función de su estado de ánimo.
Jamás la vio un psicólogo. Nunca olvidaba sus pastillas, pero resulta que su medicina no era la Carbamazepina que tomaba, sino su actividad diaria. Al terminar la cuarentena y poder reunirnos por fin, me di cuenta de que no estaba bien. Hacía meses que no iba a revisión.
Y ahí empecé a preocuparme, aunque cuando la llamaba por teléfono no me daba señales de ir a peor. Hasta que un día dejó de responderme. Llevaba sin salir de la cama varias semanas y no me habían dicho nada para “no darme problemas”, según me dijo ella.
La llevamos a urgencias. La valoraron y la enviaron a casa con 2 cajas nuevas de pastillas y cita para el psiquiatra en 1 semana. En su informe ponía que no tenía ideas autolíticas (aún). Nos dieron a nosotros la responsabilidad de cuidarla sin tener ni idea de cómo hacerlo.
Las semanas siguientes fueron un calvario. 24hrs estuvo mi padre pendiente de ella, intentando animarla, haciéndola salir a la calle y moverse. Ella quería hacer cosas pero no era capaz, su cabeza iba a mil por hora y “todo estaba mal”… Nadie la entendía.
La llevamos al psiquiatra varias veces más. Ella tenía un cuaderno en el que escribió “si no hago nada mal, si me suicido mal también”. Y su psiquiatra lo leyó, pero “todo lo que la contaba era muy triste”. Cambios de medicación y a esperar a ver si hacían efecto las pastillas.
Hacía varias semanas que no veía a mi madre cuando la miraba a los ojos. Ella ya no estaba, y yo no paraba de decirla que tenía que esforzarse, que quería que volviera mi madre, que la echaba de menos. La última consulta psiquiátrica fue telefónica: ella no quería salir de casa.
Seguimos esperando a que la medicación hiciera efecto. Intentamos que la ingresaran pero no pudimos, y cuando por fin hubo una plaza nos echó para atrás que siguieran empastillándola, que no pudiéramos verla ni saber cómo iban a tratarla… Ella ya se había rendido.
El primer día que se quedó sola en casa porque mi padre volvió a trabajar, intentó hacer cosas, pero se vio incapaz de nuevo. Y al segundo día, a las 7:30AM decidió que ya no quería seguir sufriendo, y escapó saltando por la ventana. Murió sola, incomprendida y desesperada.
Mi madre se suicidó el 1 de septiembre de 2020 porque nadie fue capaz de dar luz a esa sombra que habitaba en su interior. Ni los médicos ni nosotros. Y yo me enteré 3 horas después de que saltara a través de una llamada de teléfono. Mi padre me lo dijo tras un largo silencio.
Se nos fue de las manos y no lo vimos venir. En cuestión de 3 meses, una sombra se apoderó de mi madre y no pudimos ni supimos luchar contra ella, a pesar de que pedimos ayuda. A pesar de que yo preguntaba que por qué no la veía un psicólogo para intentar hacerla reaccionar.
Y ahora que ella ya no está, se que el sistema de #saludmental está mal planteado. “Pastillas y a casa”, y que los familiares se encarguen. Porque los profesionales son pocos, porque no hay un equipo multidisciplinar de psicólogos y psiquiatras trabajando en cada caso.
Pastillas, porque es más fácil eso que invertir en profesionales públicos a los que TODOS podamos acudir. (Yo ahora me siento culpable por pagarme una psicóloga privada en lugar de habérselo pagado a mi madre. Sin esa psicóloga no estaría yo aquí. No podía esperar a la pública).
Pastillas como única solución, a pesar de ser más de 3600 personas las que se suicidan al año. Pastillas que yo me he negado a tomar en todo lo que llevo de duelo, para poder decir que SIN PASTILLAS y con psicoterapia SE PUEDE. Y os aseguro que no está siendo nada fácil.
Pero necesito seguir gritando, porque ya no me duele pronunciar la palabra #suicidio. Lo que me duele es que ya no volveré a ver a mi madre, y que se pudo haber evitado. Me duele ver que mañana habrá más de 10 familias preguntándose, como la mía, que por qué no lo vieron venir.
Grito, porque hablar del #suicidio lo previene. Grito para que haya un Plan de Prevención del suicidio, grito por #MasPlazasPIR y por conseguir un teléfono corto de ayuda. Grito por mi madre, la de @romanreye5, la de @cdecaarlos y las que vendrán si no se hace nada desde arriba
Que no son solo números, son personas que no encuentran otra solución. Que hay que hablar del #suicidio para eliminar el estigma y que necesitamos poder ayudar a los que lo necesitan 🆘 change.org/stopsuicidios🆘 @consaludmental
@SaludPublicaEs @sanidadgob @CarolinaDarias
Por si se puede malinterpretar: no he utilizado pastillas para controlar mi ansiedad porque la psicoterapia, aunque muy dura, en mi caso ha sido suficiente. No digo que los fármacos no funcionen en casos + graves, sino que lo ideal sería combinarlo con psicoterapia (hay estudios)
Rescato esta info para ilustrar lo que vengo diciendo en el hilo...

⚠️ Así funcionan los antidepresivos: el 'paper' que echa por tierra 50 años de psiquiatría ⚠️ #stopsuicidios #SaludMental elconfidencial.com/tecnologia/cie…

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