Que sepamos, nunca ha habido en Caracas mayor terremoto que aquel de hace 209 años, del 26 de marzo de 1812, justo cuando venía de comenzar también la mayor traición venezolana contra la verdadera patria de los venezolanos, es decir, contra aquel inmenso imperio global del cual
era parte consubstancial Venezuela, fundada por el católico y generador reino de la península ibérica.
Sobre este dramático sismo de 8.0 en la escala de Richter, ocurrido el Jueves Santo a las 4:07 de la tarde (según Heredia), recoge en 1951 el historiador Salvador de
Madariaga (tomo I de su obra «Bolívar») que «también fue horrible el estrago en La Guaira, donde solamente las murallas y la casa que fue de la Compañía Guipuzcoana quedaron en pie. En el pueblo inmediato de Mai­quetia, que tenía muchas y buenas casas, y era un vergel delicioso,
no quedó piedra sobre piedra; y fue tan violenta la vi­bración de la atmósfera, que se encontraron algunas personas muertas en descampado sin señal de golpe ni lesión alguna».
De su propia experiencia nos relata el Doctor José Domingo Díaz: «Eran las cuatro: el cielo de
Caracas estaba extremadamente claro y brillante: una calma inmensa aumentaba la fuerza de un calor insoportable: caían algunas gotas de agua sin verse la menor nube que las arro­jase. Yo salí de mi casa para la Santa Iglesia Catedral. Como cien pasos antes de llegar a la plaza de
San Jacinto, convento de la Orden de Predicadores, co­menzó la tierra a moverse con un ruido espantoso: corrí hacia aquélla: algunos balcones de la casa de Correos cayeron a mis pies al entrar en ella, me situé fuera del alcance de la ruina de los edificios, y allí vi caer sobre
sus fundamentos la mayor
parte de aquel templo; allí también, entre el polvo y la muerte vi la destrucción de una ciudad que era el encanto de los natu­rales y de los extranjeros. A aquel ruido inexplicable sucedió el silencio de los sepulcros. En aquel momento me hallaba solo
en medio de la plaza y de la ruina…».
Nos informa Madariaga: «En Caracas se desplomaron enteramente las iglesias de la Pastora, San Mauricio, la Merced, Santo Domingo y la Trinidad, que­dando esta última tan desmoronada que casi todos sus materiales se hicieron polvo, y por
mucho tiempo creyeron las gentes que se había hundido. Todas ellas en aquella hora estaban llenas de número considerable de personas, que encontraron allí su sepultura cuando menos lo pensaban. El canónigo D. José Cor­tés y Madariaga, uno de los corifeos de la revolución, refería
con mucha viveza la impresión de horror que le causó el ruido
que hacía el movimiento de las gentes en la [iglesia de la] Merced, a cuya inmediación estaba al comenzar el terremoto, y el profundo
silencio que siguió pocos momentos después en que todos que­daron sepultados
bajo las ruinas del edificio. En Caracas y la Guaira perecieron cerca de diez mil almas [un tercio de los habitantes], y como cuatro mil en las otras poblaciones. Los que quedaron vivos se retiraron a los campos inmediatos, donde estuvieron muchos días a la intemperie, hasta que
pudieron construir chozas».
Pongamos ahora atención en las siguientes «coincidencias» del destino, que se suman a las precedentes a un nivel no poco sorprendente:
«La iglesia de la Trinidad —prosigue Madariaga—, precisamente la que el terremoto redujo a polvo, era la que
habían erigido los antepasados de Bolívar, terminándola el mismo año en que nacía Bolívar, bau­tizado, entre otros nombres, con el de “la Santísima Trinidad”.
Veamos ahora cuidadosamente los curiosos hechos que nos relata un testigo presencial, el Doctor José Domingo Díaz,
en su libro Recuerdos de la Rebelión de Caracas: «El templo de la Trinidad de Caracas, que sobre robustísimos pilares sostenía una enorme bóveda, estaba situado en la parte septentrional y en lo más elevado de su gran plaza. En el extremo opuesto de ella se hallaba situada
aquella misma horca en que ocho meses antes habían sido colgados los cadáveres de los fusi­lados en julio [por el gobierno de facto republicano]. Este templo, inme­diato al gran cuartel veterano, era la iglesia castrense, y en el pilar de una capilla llamada de los Remedios,
destinada al servi­cio eclesiástico de los militares, estaba pintado el escudo de las reales armas de España. Este templo cayó sobre sus mismos fundamentos: fue un hundimiento: ni una pequeña piedra salió fuera de su área, y sólo un gran pedazo de uno de aquellos pilares saltó
con la violencia de la caída, rodó por la plaza en
dirección a la horca, tropezó con ella y la derribó. Sólo quedó en pie el pilar de las armas, que se descubría desde todas partes sobre aquel montón de ruinas».
La reacción de los sobrevivientes no es difícil de imaginar,
ni sería hoy muy distinta a la nuestra ante tan impactante serie simbólica de eventos. En medio de pérdidas humanas, imposible prácticamente para simples mortales en cualquier época disociarlos de una intervención divina.
El testimonio de José Domingo Díaz nos lleva aún de la
mano: «Mien­tras que el R. P. Prior de los Dominicos, puesto sobre una mesa, en medio de la multitud asombrada y llorosa, pronunciaba una vehemente oración; mientras que el Dr. D. Nicolás Anzola, regidor del 19 de abril, pedía de rodillas y a gritos perdón al señor Don Fernando
VII; mientras que todos estábamos miran­do nuestros sepulcros abiertos a nuestros pies, se presentó el mayordomo de los hospitales, don Rafael de León, con el sem­blante más alegre y risueño que he visto jamás, felicitando a todos por haber tan patentemente declarado Dios su
voluntad, destruyendo hasta las casas hechas por los españoles. ¡Ceguedad extrema y estado propio del espíritu cuando está apoderado del delirio de la independencia!».
El flamante gobierno revolucionario de entonces, nada disímil en intencionada torpeza al régimen actual, se
reunió a las 5 pm en la plaza central en medio de las ruinas para tomar medidas frente a la catástrofe. Las peores por supuesto: «Dispuso que se abandonase la ciudad por todos sus habitantes, situándose en sus inmediaciones e hizo así entregar las fortunas de todos a un enjambre
de ladrones que en aquella noche robaron cuanto quisieron en las casas abandonadas y en los templos medio arruinados».
«Al principio de la noche llegó al gobierno, así la noticia de los enér­gicos sermones predicados por la tarde en la plaza de los Domi­nicos [...] como la de
la conmoción general que existía con el acontecimiento del pilar de la Trinidad, el cual, unido a las demás circunstancias expresadas, hacía temer una explosión [social]. El gobier­no, presidido por Francisco Miranda, mandó fusilar inmediatamente a aquellos dos eclesiásticos y
derribar el pilar; pero la ejecución de lo primero quedó sin efecto por el temor del mis­mo pueblo, y para lo segundo no hubo quien se atreviese a
ejecutarlo».
Parece que Miranda, no viendo sus ojos aún suficientes muertes ante semejante tragedia, no tenía problema alguno
en medio de aquel horror en encargar algunas más. Pero no pudo hacer nada. ¿Habrá dicho también allí «¡bochinche, bochinche!»? Es lo más probable.
Al régimen de entonces no le quedó más remedio que obligar al Arzobispo, Don Narciso Coll y Prat, a propagar entre la población
explicaciones «racionales» sobre los fenómenos «de la naturaleza» ocurridos. Contra su voluntad el Arzobispo promulgó su carta pastoral acercándose a las ideas del gobierno, pero sin éxito: el 22 de junio el gobierno la prohibió. «No siendo la pastoral que V.S.I. ha remitido el
papel que desea y ha pedido el Go­bierno, éste ha acordado hacérselo así presente, mandando ar­chivarle por antipolítico, y prohibiendo absolutamente su circu­lación».
Hacia finales de ese año del terremoto, José Félix Ribas, nombrado gobernador de Caracas, empezaría a
encarcelar a todos los ibéricos y canarios, y también a muchos mantuanos, y a saquear sus pertenencias. Igual suerte correrían los equivalentes en La Guaira. Todos sufrieron un año de suplicios en las mazmorras, hasta que el 8 de febrero de 1814 Bolívar enviase este correo desde
el Cuartel General Libertador en Valencia al carcelero José Leandro Palacios en La Guaira: «…ordeno a Ud que inmediatamente se pasen por las armas todos los españoles presos en esas bóvedas y en el hospital, sin excepción alguna».
Era su manera de oponerse a la naturaleza y
hacerla que le obedeciera. Al mejor estilo de Lucifer…
Él también tendría sus propios terremotos para disidentes, y poder desmayarse de éxtasis (como solía ocurrirle, y no figurativa sino literalmente) cada vez que el terror, la ignominia y el exterminio le regalaban una
ciudad en escombros y la gloria de entrar en ella y verla arrasada lo vencía de placer.
¿Cómo no inspirar con tales inicios a generaciones enteras en la continuidad de un siglo de guerras intestinas, habiendo la revolución destrozado a fuerza de «libertad» todo cuanto había?
Lo único que quedó en pie tras el terremoto de 1812 de aquel Jueves Santo en aquella plaza fue el pilar de un templo de la Santísima Trinidad con el escudo de armas de España. La revolución se vio delatada.

X. P.

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10 Feb
IMAGÍNENSE, hoy hace 207 descuartizaban con hachas, sables y bayonetas en la plaza Bolívar de Caracas, en La Guaira y en Valencia a 2400 (dixit Ricaute) civiles españoles (900 criollos). Lo ordenó quien dijo «maldito el soldado q etc». Nos han hecho unos IMBÉCILES de nacimiento.
Luego de 5 días de este horror sin precedentes, lo coronaron con música, fiesta, baile. Y muy conscientes de su atrocidad cerraron el puerto de La Guaira para que la noticia no viajase. Estos son los vzlanos que fundaron la «República». Dios nos mandó el chavismo para despertar…
Lamentablemente, NO HAY militar vzlano que no sea bolivarista. Tampoco político ni persona pública vzlna. Hasta el gran Renny lo fue. Nuestro problema es MAYOR, xq así como fue exterminada aquella población así lo fue nuestra memoria. Y nuestra ignorancia es proporcional a ella.
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2 Feb
Para terminar con el MITO de la esclavitud colonial en Vzla, tan útil a la retórica de cartón en que se funda nuestra Republiqueta. Cojan papel y lápiz:
En 1810 el ejército de la Corona en Vzla estaba compuesto por 3 mil europeos y 10 mil americanos. Casi todos los americanos
militares eran indios y mulatos, zambos o negros libres, pero no esclavos.
Los esclavos de esta provincia española, que pasaban de 70 mil, eran realistas. De ellos sólo unos 10 mil tomaron las armas para defender la Corona ulteriormente, cuando hubo que hacerlo. Todos al
ejército español y a las filas de Boves. Esto fue siempre la más terrible bofetada para el discurso revolucionario de los llamados «patriotas». Sólo un insignificante número de esclavos traidores abandonaron su condición para seguirlos. La casi totalidad de los que tomaron las
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9 Jan
La VERDAD no es ese garabato de la realidad q se ha impuesto en las últimas horas sobre el mundo, esa asociación mal intencionadamente simplista de eventos q los apologistas del fraude presentan como atentado a la democracia. NO, el fraude los precede, son un castillo de cartas…
Nada más contradictorio e ingenuo q pretender salvar la democracia escondiendo un fraude. Es echar la basurita bajo la alfombra. Persistirá la sospecha mientras no se quiera levantar el tapiz, sin lo cual la mitad de un país jamás tendrá paz ni dejará a la otra mitad tenerla.
Ello forzaría al nuevo poder a recurrir a más fuerza de la q condena en su beato discurso de unificación nacional. Empieza por la censura, luego pasa a la represión, a la «paz» chavista… ¿Y quién libera al pueblo de una dictadura en la 1ª potencia? ¡Quién se mete allí…!
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8 Jan
Estas palabras de una amiga suramericana son ciertas: «Lo q pasa en tu patria es pura y exclusivamente lo q tiene q pasar. Duele, no me regocijo. Son arrastrados después son irreverentes, son despiadados después son compasivos, son tormentosos luego los ves dando cátedra. Ojo al
igual q mis compatriotas. Latinoamérica es un nido de escorpiones, pirañas y tiburones».

Este INMUNDO BINOMIO de régimen + oposición q padecemos lo ha producido nuestra cultura. Debemos empezar x reconocernos como 1 pueblo «patético».

Esos HDP son venezolanitos, y bolivaristas!
La verdad de esta torva escena presente está arraigada en la coprológica farsa de nuestra independencia, fundadora de nuestra cultura carroñera. Desde el salvaje Bolívar para acá, desolación y oportunismo. A un destello de luz con Medina Angarita, una sombra prechavista, adeca.
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13 Sep 20
EL MEGA SAQUEO INDEPENDENTISTA EN CIFRAS

¿Uds piensan que los chavistas operaron un desfalco sin precedentes a la economía de Vzla? Eso es porque ignoran lo que ocurrió en la «independencia». Pónganse los cinturones (atención, a cada cifra en pesos españoles que verá a
continuación agréguele 2 ceros y léala en euros):

No se los voy a relatar yo sino un venezolano a quien no se lo contaron, sino que presenció los acontecimientos de la susodicha «revolución patriota» de 1810, liderada por Simón Bolívar.
(Recuerden: de pesos a euros, con 2 ceros adicionales para redondear —hacia abajo—.)

Porque 1 «peso» (en realidad 1 «peso fuerte», q equivaldría a 20 reales de 6,375 euros cada uno) equivaldría hoy a 127,5 euros.

Ejemplo: 30.000 pesos = 3.825.000 euros.
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10 Sep 20
¿Qué hace una tiranía cuando el país REALMENTE se queda sin gasolina y no puede siquiera importarla, aun teniendo dinero? Se inventa unas elecciones «importantísimas» y la falsa oposición llama a una consulta «súper urgente». Producen la ilusión de que el problema es político.
Pero están rejodidos. En Vzla nada supera al hecho de que NINGUNA refinería marcha actualmente (sólo El Palito: 7%). La gasolina iraní llegada en mayo se agotó. El 2do envío fue decomisado hace un mes. Ningún otro envío se atreve a zarpar. En 30 días Vzla no podrá consigo misma…
El petróleo, esa ex-industria de este país mono industrial, no sólo no produce ya, sino que destruye. El Palito lleva 9 derrames en un año. Casi uno por mes. El ecocidio ya es estable, adulto. En Campo Morichal (faja del Orinoco) hubo en abril un mega derrame sin stop por 4 días.
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