Encontramos desde el capítulo 11 al capítulo 13 los acontecimientos de la sucesión del reino de Salomón y la división del reino en el Reino del Norte o Israel y el Reino del sur, Judá.
Empieza narrándonos cómo el rey Salomón se apartó de Dios presentando adoración y sacrificio a otros dioses.
El Señor le anuncia que quitará el reino de su mano, pero por amor a la promesa dejará un remanente. Le arrebatarán el reino y se dividirá por causa de su pecado.
Una verdad que la teología liberal, el 'evangelio' de la liberación y el 'cristianismo' woke querrían arrancar de la Biblia:
"Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros; y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis." Marcos 14:7
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El Reino de Dios no consiste en librar a los hombres de su pobreza económica sino en librar a los humildes en espíritu que reconocen su bancarrota espiritual ante la justa y perfecta ley de Dios.
Cristo no vino para traer riquezas materiales, sino para hacernos ricos en misericordia y gracia, de muere a vida capacitándonos para amar ahora sus mandamientos como más valiosos que el oro refinado.