Si bien la música de Mahler tuvo un sorprendente desarrollo, desde una simplicidad neoprimitiva y un estricto diatonismo, hasta las sutilezas cromáticas y la enrarecida atmósfera de la últimas sinfonías, hay elementos de estilo constantes que distinguen el idioma “Mahleriano”.
Para entender la peculiar posición de Mahler como melodista, cuya ecléctica alianza a los clásicos vieneses (como Brahms y Bruckner) nunca estuvo en duda y cuya inclinación a lo popular parecería incluso quijotesca, se pueden analizar morfológicamente dos de sus temas sinfónicos.
Ambas melodías representan uno de los lados elementales de la personalidad musical de Mahler: el húngaro-eslavónico y el germano folclórico. La primera de ellas aparece en el 3er movimiento de la 1ª Sinfonía (minuto 2:22):
Esto debió de haber escandalizado al público de finales de los 1880s, acostumbrados al idioma musical de Brahms, Raff y Volkmann. Sin embargo, analizada cuidadosamente, la melodía revela su linaje, ya que claramente deriva del segundo tema del final de la 9ª Sinfonía de Schubert.
Ambas melodías son repetitivas, con una mezcla de jovialidad vulgar y hastío, y con un acompañamiento de cuerdas primitivo. Schubert usó a propósito melodías “populares” en sus sinfonías principalmente por sus connotaciones psicológicas (minuto 1:39):
La vulgarización intencional y la sutileza psicológica de utilizar melodías triviales para lograr un anticlimax fue un gran logro de Mahler, aún cuando tomó la idea de la vulgarización de la "ideé fixe" original del Sabbat de las Brujas de la Sinfonía Fantástica de Berlioz.
El segundo arquetipo de melodía sinfónica de Mahler puede ser ejemplificado con el principal tema de la 3ª Sinfonía, el llamado de corno (minuto 0:04):
Pero se parece todavía más al tema principal de la 1ª Sinfonía de Brahms, y por tanto a un desarrollo del último movimiento de la 9ª Sinfonía de Beethoven (minuto 5:15):
Estas similitudes y parecidos ocurren frecuentemente en las tonadas populares de Mahler, incrustadas de experiencias melódicas. Él usaba estas melodías precisamente por su valor asociativo. Esta técnica llamada pastiche se suele usar para recrear una cierta atmósfera histórica.
Un ejemplo es el coral luterano que introduce el Urlicht en la 2ª Sinfonía (minuto 0:02). Este tipo de melodía eclesiástica que Mahler siguiendo los pasos de Bruckner llamaba coral, fue muy utilizada en los climaxes emocionales de sus sinfonías.
Los efectos “pastiche” no están confinados únicamente a la órbita eclesiástica. Son aún más frecuentes en la música de inspiración militar, como el motivo “Ablassen” del ejército Imperial Austriaco, usado en el 3er movimiento de la 3ª Sinfonía:
Mahler también incluía motivos de la naturaleza, que van desde símbolos acústicos amorfos como los del inicio de la 1ª Sinfonía, que aluden a la planicie morava, con cantos de cucú y llamados de trompeta…
…hasta la estilización de cantos de pájaro como los que aparecen en la 3ª Sinfonía (minuto 2:30), inexpresablemente solos y remotos, como simbolizando lo infinito de la naturaleza:
Los cantos de pájaro son una característica persistente en el idioma musical de Mahler, del principio al fin, significan el movimiento eterno de la naturaleza, como en Das Lied von der Erde (minuto 4:10):
Hablar de Mahler como armonista parecería contradictorio, pues fue un compositor que se aferró al principio del contrapunto a dos voces y evitó el concepto de armonía básica. Veía la música más como antítesis temáticas que como una melodía soportada por una armonía cambiante.
Mahler utilizó la escala pentatónica en obras como la 5ª Sinfonía y Das Lied von der Erde. En esta última obra, Mahler buscaba reconfigurar su idioma musical para evocar una atmósfera del lejano oriente:
Las progresiones cromáticas son muy poco frecuentes en las primeras obras de Mahler, pero en obras posteriores tendió a utilizar esas progresiones al estilo de Bruckner, como en el Urlicht de la 2ª Sinfonía (minuto 3:58):
Redlich compara este pasaje con uno del Adagio de la 7ª Sinfonía de Bruckner (minuto 10:40). Para él, existe una muy cercana afinidad espiritual entre Mahler y Bruckner.
Para concluir este capítulo y la semana, comparto la 1ª Sinfonía de Mahler, dirigida por Rafael Kubelik, con sonidos de la naturaleza, melodías de inspiración popular y contrastes anticlimáticos, todos elementos del idioma "Mahleriano". Buenas noches.
Para Nietzsche, la música de Gustav Mahler era el canto del cisne de su época. Al igual que Hugo Wolf, Mahler llegó tarde a la escena del movimiento romántico, y continuó con lo que Schumann y Schubert habían hecho con los ciclos de canciones.
También al igual que Wolf, Mahler parece haber sido sujeto a los estímulos del movimiento romántico cuando se acercaba a su climax artístico y emocional con el drama musical de Wagner y el poema sinfónico de Liszt.
Para Mahler, la decisión de continuar por un tiempo con la pesada profesión de director de ópera fue una concesión a su genio creativo. Estaba determinado a retirarse después de cumplir 50 años para dedicarse sólo a componer por el resto de su vida.
Con las ganancias que obtuvo de Estados Unidos, Mahler compró un terreno en Semmering y empezó a construir una casa que nunca habitaría. Cuatro años de trabajo arduo como director huésped en Estados Unidos parecían un pequeño sacrificio por la seguridad que después disfrutaría.
Con Wilhelm Jahn, el predecesor de Mahler, los estándares artísticos de la Ópera de Viena se habían deteriorado poco a poco. Con el apoyo de Hans Richer, Jahn había sido director desde 1881. Sin ser un mal músico, el deterioro de su salud lo había hecho perder el control.
Fue el Intendente von Bezecny quien buscó enérgicamente que el incansable trabajador, fanático y modernista Mahler fuera nombrado Director de la Ópera de Viena para sacarla del bache. Jahn, Richer y Nepomuk Fuchs hicieron todo para evitar su nombramiento.
La pobreza de Gustav Mahler durante sus años de estudios musicales no sólo era crónica, sino endémica en su grupo de amigos. Era compartida por Hugo Wolf, Hans Rott, Hermann Bahr, Guido Adler, los hermanos Krzyzanowski y otras amistades de esa época.
Para Mahler el trabajo de compositor tenía pocas prospectivas éxito después del rechazo que sufrió a manos del jurado del Premio Beethoven, y las clases de piano eran poco redituables. De mala gana optó por la carrera de director de ópera, sobre todo por razones financieras.
“Gustav Mahler’s life achievement were an unceasing tug-of-war between the duties of one of Europe’s most glamorous conductors and the increasing demands of a creative genius.”
Este “trágico dualismo”, como lo llama Redlich, que causó a Mahler mucho sufrimiento durante su vida, y pudo haber acelerado su muerte, fue en parte consecuencia de las circunstancias peculiares de su nacimiento.
La impresión de que el impulso creativo de Bruckner comenzó a disminuir en la última etapa de su vida es errónea. Sus últimos 15 años de vida estuvieron llenos de productividad febril y de nuevas concepciones musicales.
Las últimas 3 sinfonías fueron compuestas al mismo tiempo que sus últimas grandes obras corales eclesiásticas, el Te Deum y el Psalm 150, y de sus más importantes obras corales seculares, Helgoland y Das deutsche Lied.