Las formas de la música de Mahler siguieron un proceso gradual de refinamiento y de complejidad creciente, sin abandonar completamente su simplicidad básica.
Por ejemplo, en sus primeras canciones Mahler utilizó como modelo el Lied de una sola estrofa. Más tarde hubo un cambio sutil hacia una estructura más sinfónica pero aún dentro los límites de la canción romántica. Sus canciones finales están planeadas en una escala más ambiciosa.
Hay también una evolución gradual casi imperceptible en el desarrollo de las texturas, de la homofonía diatónica y de la fuga a dos voces de las primeras canciones y sinfonías, al modo más polifónico de las sinfonías intermedias como en el final de la 5ª:
Es posible que el creciente interés por Mahler en Bach lo haya llevado a adoptar una técnica polifónica en sus obras de madurez. El climax de esa tendencia lo alcanza en la doble fuga de la primera parte de la 8ª Sinfonía (minuto 12:51):
La forma sonata aumentada que Mahler usa en casi todas sus obras mayores deriva tanto de los últimos cuartetos de Beethoven como de las sinfonías de Berlioz y de Liszt. El número, carácter y extensión de los movimientos depende del programa psicológico de cada sinfonía.
Si una sorprendente variedad surge de la inclusión de movimientos vocales en la mayoría de sus sinfonías, los movimientos puramente instrumentales regresan una y otra vez a ciertos arquetipos relacionados con la obsesión de Mahler con la música folclórica (volkstümlich).
Casi todos esos movimientos se basan en un tipo de marcha (o marchas fúnebres), danza (waltz o Ländler) o elaboraciones en temas tipo canción, especialmente en los movimientos lentos.
Las marchas aparecen en casi todas las sinfonías, al inicio (2ª, 5ª, 6ª y 7ª) o en algún punto climático (3er movimiento de la 1ª). Las marchas y danzas están unidas por ritmos en sus más brutales aspectos y enfatizadas por el uso de percusiones.
Casi todas las sinfonías, excepto la 3ª y 8ª, tienen scherzos con danzas tipo Ländler. El carácter de Lied de los movimientos lentos que escribió Mahler está marcado por la técnica de variación (4ª) o el empleo de la forma binaria (Adagietto de la 5ª).
Sólo en los movimientos extremadamente emocionales y complejos de las últimas dos sinfonías Mahler finalmente alcanza un adagio de dimensiones brucknerianas.
Es muy significativo que Mahler utilizara algo parecido al idioma de Bruckner en esos temas solemnes que introducen sus movimientos de despedida, que deben mucho al propio adiós a la vida de Bruckner, el Adagio de su inconclusa 9ª Sinfonía.
La complejidad de los movimientos en forma sonata de Mahler se debe al número de grupos temáticos que presenta. La duración de algunos de sus movimientos se debe a que suelen contener un doble desarrollo y las largas introducciones tienen una recapitulación completa o extendida.
Mahler logra sostener esos movimientos extendidos no sólo con la temática y las implicaciones psicológicas de sus programas, sino con la ayuda de ciertos Leitmotivs que sirven como puntos de referencia. Normalmente tienen un carácter primitivo, como mensajes al subconsciente.
Un ejemplo es el motivo del “Destino” de la 6ª Sinfonía, con una temática rítmica siniestra en los timbales que sugieren una finalidad inexorable (minuto 1:46):
El arte de la orquestación de Mahler fue reconocido desde el principio de su carrera creativa. Su plenairismo orquestal, su predilección por los colores primarios, su gusto por pasajes expuestos por alientos y trompetas…
... y su descubrimiento de las cualidades expresivas des percusiones, representan un contraste con el principio de sonoridades combinadas de Wagner y orquestación en niveles de Bruckner, aprendida del órgano.
Algunas características de la orquestación de Mahler han sido ampliamente discutidas e incluso criticadas, como su preferencia por las orquestas enormes, que llegó a tamaños extravagantes en su 8ª Sinfonía, la “de los mil”.
Lo poderes imaginativos de Mahler son más que admirables cuando intenta traducir la experiencia metafísica en términos de sonidos, como los golpes de martillo del final de la 6ª Sinfonía.
Mahler introdujo muchos instrumentos nuevos a la orquesta para simbolismo y caracterización poética: el corno tenor, el cornetín bidermeier, el martillo, la mandolina, coros “a bocca chiusa”, el órgano, el piano, e incluso cencerros (minuto 6:42):
Para concluir este capítulo y la semana, comparto "Der Abschied" de "Das Lied von der Erde", interpretada por la extraordinaria Christa Ludwig y dirigida por Bernstein, donde se pueden apreciar las sutilezas orquestales de Mahler. Buenas noches.
Si bien la música de Mahler tuvo un sorprendente desarrollo, desde una simplicidad neoprimitiva y un estricto diatonismo, hasta las sutilezas cromáticas y la enrarecida atmósfera de la últimas sinfonías, hay elementos de estilo constantes que distinguen el idioma “Mahleriano”.
Para entender la peculiar posición de Mahler como melodista, cuya ecléctica alianza a los clásicos vieneses (como Brahms y Bruckner) nunca estuvo en duda y cuya inclinación a lo popular parecería incluso quijotesca, se pueden analizar morfológicamente dos de sus temas sinfónicos.
Para Nietzsche, la música de Gustav Mahler era el canto del cisne de su época. Al igual que Hugo Wolf, Mahler llegó tarde a la escena del movimiento romántico, y continuó con lo que Schumann y Schubert habían hecho con los ciclos de canciones.
También al igual que Wolf, Mahler parece haber sido sujeto a los estímulos del movimiento romántico cuando se acercaba a su climax artístico y emocional con el drama musical de Wagner y el poema sinfónico de Liszt.
Para Mahler, la decisión de continuar por un tiempo con la pesada profesión de director de ópera fue una concesión a su genio creativo. Estaba determinado a retirarse después de cumplir 50 años para dedicarse sólo a componer por el resto de su vida.
Con las ganancias que obtuvo de Estados Unidos, Mahler compró un terreno en Semmering y empezó a construir una casa que nunca habitaría. Cuatro años de trabajo arduo como director huésped en Estados Unidos parecían un pequeño sacrificio por la seguridad que después disfrutaría.
Con Wilhelm Jahn, el predecesor de Mahler, los estándares artísticos de la Ópera de Viena se habían deteriorado poco a poco. Con el apoyo de Hans Richer, Jahn había sido director desde 1881. Sin ser un mal músico, el deterioro de su salud lo había hecho perder el control.
Fue el Intendente von Bezecny quien buscó enérgicamente que el incansable trabajador, fanático y modernista Mahler fuera nombrado Director de la Ópera de Viena para sacarla del bache. Jahn, Richer y Nepomuk Fuchs hicieron todo para evitar su nombramiento.
La pobreza de Gustav Mahler durante sus años de estudios musicales no sólo era crónica, sino endémica en su grupo de amigos. Era compartida por Hugo Wolf, Hans Rott, Hermann Bahr, Guido Adler, los hermanos Krzyzanowski y otras amistades de esa época.
Para Mahler el trabajo de compositor tenía pocas prospectivas éxito después del rechazo que sufrió a manos del jurado del Premio Beethoven, y las clases de piano eran poco redituables. De mala gana optó por la carrera de director de ópera, sobre todo por razones financieras.
“Gustav Mahler’s life achievement were an unceasing tug-of-war between the duties of one of Europe’s most glamorous conductors and the increasing demands of a creative genius.”
Este “trágico dualismo”, como lo llama Redlich, que causó a Mahler mucho sufrimiento durante su vida, y pudo haber acelerado su muerte, fue en parte consecuencia de las circunstancias peculiares de su nacimiento.