No deja de sorprenderme la impunidad con la que esta clase de lógicas antihumanas se nos presentan como humanistas más allá de toda duda.
Auguran el apocalipsis y con la amenaza del mismo exigen a la gente adoptar como meta su propia ruina.
Los enterraremos.
Ellos renuncian a la democracia, ala república, al progreso del bienestar. A todo.
Porque ellos ya están a salvo de la miseria, bajo el abrigo del patrimonio.
La portavocia de la izquierda de esta clase de canallas es un grandísimo problema.
Coges las más disparatas metas del ordoliberalismo y le añades un "debemos hacerlo porque el planeta es finito" y ya tienes el discurso de todos estos decrecentistas, ecologistas y similares.
Es tan obvio que me entra la risa floja.
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Volvemos a la carga. ¿Por qué el decrecentismo no es una doctrina anticapitalista pese a muchos de sus proponentes afirmar serlo?
El decrecentismo implicito en declaraciones como las de @agarzon sobre la carne son una adaptación religiosa de la erosión del modelo meritocrático.
La llamada Tercera Vía surgida al calor de la caida de la URSS demostró, con su "igualdad de oportunidades", ser una herramienta al servicio del desmantelamiento de los Estados del Bienestar. Sin embargo sus proponentes afirmaban ser socialistas.
La idea detras de la igualdad de oportunidades renunciaba a poner en duda la distribución primera de la riqueza, y se centraba en la secundaria.
Fenómenos como el desempleo estructural o la creciente desigualdad eran respondidos con la idea de la meritocracia.
Encarecer la luz, la comida y el transporte parece la única vía sensata de que la extrema derecha pueda gobernar. Y es que la izquierda en España ha alcanzado sus límites biofísicos. Es responsabilidad de todos.
Ha llegado a tal punto la degradación moral de la izquierda que como ya no es capaz de concebir un mundo sin capitalismo, se ha lanzado a teorizar sobre el fin del Mundo mismo.
Esta izquierda que ya no cree en un Mundo sin capitalismo pretende que la acompañemos en una hoja de ruta milenarista, religiosa, de renunciación a lo material que sólo la alta burguesia puede concebir como un proyecto de progreso. Es un acomodado idealismo.
Españoles por el Mundo siempre sacan a pijitos que intentan venderte que salieron de un pueblecito con la maleta y triunfaron en el extranjero. A medida que avanza el reportaje ya aparece que son "hijos de" o que se fueron al extranjero con contrato en origen o "se casaron con".
Y otro punto intolerable de Españoles por el Mundo es que emplean como si fuese guías turísticos a los españolitos en cuestión. Y les permiten, sin corregirles luego, decir auténticos disparates históricos y cuñados.
En el Españoles por el Mundo que tengo de fondo sale un pijo del pirineo aragonés señalando un tanque de la 2ª Guerra Mundial diciendo que es de la 1ª o afirmando que la primera batalla de la 1ª Guerra Mundial fue en Belgrado.
La respuesta del mundillo Twitter-Podemos a la polémica de la carne de @agarzon, y perdonad que me repita, es sintomática de los problemas que acechan hoy a la izquierda en España.
Si hay algo que no entiendo/tolero es el planteamiento deliberadamente ingenuo de "nada de lo que ha dicho @agarzon es falso".
Porque los de Podemos siempre han ido con el maquiavelismo y el cálculo político por bandera. Ahora pretenden que lo olvidemos.
El maquiavelismo de Podemos siempre ha pasado por simplificar debates o simplemente hacerlos desaparecer (pertenencia al Euro, Cataluña y su soberanía, la OTAN, Renta Básica Universal, etc). Este cálculo político del "no nos conviene", "ahora no toca", "seguimos trabajando".
Me he metido entre pecho y espalda unas cuantas conferencias de Slavoj Zizek y no puedo dejar de imitar su brutal acento en mi cabeza.
Tras la máscara del personaje, extraigo de Zizek varios análisis muy atinados. Por ejemplo que las fuerzas de izquierda son los mejores verdugos de la austeridad neoliberal mientras que sólo la extrema derecha se atreve a desafiar esa "restricción presupuestaria".
Esto es un problema tremendo. Además de que los partidos pro-establishment surgen de la nada presentados como frente antifascista. Siempre gana la ortodoxia neoliberal.