El PRI le forjó una narrativa heroica y reivindicadora a Fidel Castro. Es parte de la "historia oficial" inducida desde la SEP en los libros de texto.
Y funcionó y funciona.
Una anécdota sobre ello.
La Primera Cumbre Lationamericana la promovió el hoy satanizado expresidente Carlos Salinas de Gortari.
Una forma de mantener los equilibrios políticos al interior y exterior del país.
Para ese 1991, Salinas ya había abierto el juego de llevar a cabo un tratado de libre comercio con EUA y Canadá. La joya de la estrategia neoliberal de los tecnócratas que lideraba Salinas.
Como siempre, se tachó el acuerdo como una rendición al "imperio" y olvido a LA.
Para mantener el "equilibrio" al interior del PRI, de la vieja guardia priísta, y mantener una narrativa de integración iberoamericana, vino a organizar la Cumbre en Guadalajara, que fue la primera sede del encuentro.
El primer día oficial de actividades, la agenda marcaba desayuno en Palacio de Gobierno de Jalisco.
Luego, traslado a la sede oficial de la cumbre, el Cultural Cabañas.
El recorrido entre uno y otro edificio son unas seis cuadras.
Se dice que, por una falta de coordinación de logística, al terminar el desayuno no estaban listos los vehículos para trasladar al los presidentes del Palacio de Gobierno al Cultural Cabañas.
La espera se hizo incómoda.
Castro preguntó qué tan lejos quedaba la sede.
Le dijeron la distancia.
"Pues podemos llegar a pié".
Y a píe se fue Castro a la sede de la Cumbre, por toda la Plaza Tapatía.
Y sí, el paso de Castro llamó la atención porque su figura, y historia, ya estaban inducidas desde la escuela elemental.
Castro saludó sonrió, lo siguió una romería de personas, hasta llegar al Cultural Cabañas.
Guadalajara de los años 90, tan indiferente a la política.
Ahí sigue, para bien o para mal, inducida la noción de la revolución cubana, la figura y obra de Castro, que el PRI le forjó en libros desde la SEP.
Han pasado ya 30 años.
Muchos ya dejamos atrás los libros del PRI.
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Ese affaire del "comes y te vas" da cuenta del uso que le daban a Fidel dentro de las reuniones latinoamericanas.
La revolución cubana era una narrativa reivindicadora vendida a toda latinoamérica.
Castro ya sólo era el validador de ese ideal, utopía muerta desde hacía mucho.
Cómo validador, Fidel tenía margen de maniobra con los gobiernos o cuadillos de la región que se autodenominaban "populares", "revolucionarios" o "transformadores".
Castro les legitimaba esa denominación.
¿Qué sucedía con los gobiernos que no se asumían ni populares, revolucionarios o transformadores?
Castro no les servía de aval, ni de totem, ni les aportaba mucho política o económicamente.
Ya conté está anécdota, pero hace un buen rato, así que va de nuevo para esta tarde tequilera.
Sucedió, ocurrió, pasó durante el Primer Encuentro Internacional del Mariachi.
No me lo contaron, es relato presencial.
Sépase que entre los peculiares gustos del exgobernador Emilio González Márquez estaba el mariachi y la charrería.
Así que, cuando fue gobernador, le dio por apoyar al gremio organizando un festival anual.
Pero a diferencia de López, como buen panista, González Márquez puso en marcha el Primer Festival del Mariachi y la Charrería de la mano de la Cámara de Comercio de Guadalajara.
Antes de comenzar a reflexionar sobre unos tuits que me encontré en esta tuurbulenta red social, y en pos de que todos tengamos presente el contexto que estamos viviendo estos días, tengan presente que vivimos inmersos en dos transiciones en lo que a audiencias se trata.
La primera, que comenzó desde mediados de la década pasada, es la migración de una gran parte del consumo de contenidos al streaming.
La televisión y radio convencional, el cable, cine y teatro pierden audiencia ante el avance de la plataformas de contenido vía web.
Esta transición prepandémica se estaba haciendo en la que yo llamo "La regla de Tarzán" que dicta: no dejes la liana que te sostiene antes de tomar la siguiente.
El negocio de contenido avanzaba en el streaming sin dejar los mercados convencionales consolidados de contenido.
Podemos criticar muchas cosas de los regiomontanos, pero cuando dicen "vamos a hacer unas carnes asadas", cumplen el concepto completo.
Lo que es.
La primera vez que los germanos me invitaron a una "carne asada" fue una tremenda decepción.
Había mas salchichas que bisteces. No había cebollas, ni salsas, ni tortillas.
Ah, pero tenían un refrigerador exclusivo para enfriar tarros de cerveza.
Para la siguiente vez que hubo "carne asada" con los germanos, los connacionales invitados llevamos nuestros complementos, y los anfitriones compensaron la proporción entre salchichas y bisteces.
Luego nos metimos en una debate si el chorizo es una salchicha.
Son los inicios de los años 80. La vanguardia de la Gen X había comenzado a establecer la ruptura generacional que se acentuaría durante la década una vez que el grueso de la generación entrara plena a la pubertad y la adolescencia.
Hasta ese momento, cuando este que escribe y sus contemporáneos dejábamos atrás la primera década de vida, habíamos seguido por voluntad o rendición los cánones sociales impuestos por nuestros padres.
La Gen X había callado o sido callada por muchos años. Eso deja huella.
Este fin de semana el cine festejaba el 40 aniversario de una película que iba a cambiar la industria del cine e iba a comenzar el proceso de culto de una generación con Steven Spielberg.
"Riders of the Lost Ark" cumplió 40 años.
Hay que decirlo, el ascenso del joven maravilla Steven Spielberg fue auspiciada inicialmente por la televisión, dentro de la división de la pantalla chica de Universal.
El éxito de Spielberg se da cuando la vanguardia de la Gen X vestía pañales.
Spielberg se mostraría competente para no sólo hacer programas de televisión, en 1971 filmaría DUEL, una película para pantalla chica que fue toda una sensación.
Eso le permitiría debutar en cines tres años después con THE SUGARLAND EXPRESS con mediano éxito.