Un 7 de agosto de 1890, Carlos Pellegrini asumía la presidencia de la Nación luego de la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman en medio de una gran crisis económica y semanas después del levantamiento armado de la Unión Cívica conocido como la “Revolución del Parque”.
El nuevo presidente asumió en un país abatido por la crisis, fuga grotesca de capitales, retiro masivo de los depósitos bancarios, devaluación monetaria, escasez de oro, corridas, imposibilidad de pagar deudas, desconfianza, quiebra de bancos, inflación, desempleo, entre otras.
No había plata porque los billetes se iban al exterior y por eso en los últimos meses de la gestión Juárez Celman se realizaron emisiones clandestinas lo que provocó un fuerte aumento de la inflación. Todo el desarrollo magnífico del gobierno de Roca se va desvaneciendo a pique.
Tiene entre sus manos un fierro muy caliente y se lo hace saber a todos el día de la asunción: “Que el edificio no se me venga encima”, advierte.
Elige como ministros a varios personajes notables tanto del PAN como de la Unión Cívica Nacional, Julio A. Roca en Interior, Vicente Fidel López en Hacienda, Eduardo Costa como Canciller, Nicolás Levalle en Guerra y Marina y José María Gutiérrez en Justicia e Instrucción Pública.
Pellegrini toma medidas concretas para conseguir nuevo crédito y revalorizar la moneda. En su primera semana como presidente junta a los principales empresarios. Les explica la situación caótica y la inminencia de un pago a acreedores externos.
Los principales hombres de negocios del país ponen la plata y se evita la deshonra del incumplimiento. En previsión de similares circunstancias a futuro, Victorino de la Plaza es enviado a Londres para renegociar la deuda con la Baring Brothers.
Se lanza un empréstito interno con muy buenos resultados y se sancionan leyes impositivas para mejorar el descalabro de las finanzas. Los controles sobre la emisión de papel moneda se hicieron rigurosos y la maquinita detuvo su loca carrera hacia el precipicio.
Se fundó la Caja de Conversión y el Banco de la Nación, instituciones nuevas que le pusieron un poco de orden al desquicio financiero. Como corolario del desastre, la deuda pública pasó de 355.762.000 a 425.570.000. Casi todas las obras en curso quedaron postergadas.
En un párrafo de una carta que Pellegrini le escribe a uno de sus hermanos se refleja la situación del país de ese momento:
En 1891 las exportaciones fueran mayores a las importaciones y gracias a la creación del Banco de la Nación y de la Caja de Conversión. Esas medidas lograron que lentamente la crisis terminara.
En el breve tiempo del Gringo en el poder se pudieron apreciar sus habilidades supremas, que fueron la muñeca para maniobrar en situaciones límite, su conocimiento técnico para obtener resultados en el corto plazo y el coraje para tomar decisiones.
Al aproximarse el final del período presidencial de Pellegrini en 1892, había una luz al final del pasillo y Argentina pudo salir lentamente de esa gran crisis que casi puso en jaque su progreso y desarrollo.
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Un 9 de agosto de 1914 fallecía el presidente de la Nación Roque Sáenz Peña en la ciudad de Buenos Aires.
Sáenz Peña había ejercido ese cargo desde el 12 de octubre de 1910 cuando sucedió a Figueroa Alcorta hasta su muerte.
Sáenz Peña había nacido el 19 de marzo de 1851 siendo hijo del también presidente Luis Sáenz Peña y de Cipriana Lahitte. Se casó con Rosa González (hija del político mendocino Lucas González) y tuvieron una hija, llamada Rosa, que luego se casaría con Carlos Saavedra Lamas.
Cursaba estudios de derecho cuando se produjo la Revolución de 1874 y dejó entonces los libros para actuar a las órdenes de Luis M. Campos. Permaneció en la milicia hasta 1877, pero ya dos años antes había obtenido el título de abogado y se había afiliado al partido Autonomista.
Emilio Bieckert nació un 16 de junio de 1837 en Barr, Alsacia (entonces bajo dominio Francés) siendo hijo de una familia de larga tradición cervecera.
Atraído por las posibilidades de la naciente industria argentina, Bieckert llegó a nuestro país hacia 1855 con 18 años.
Apenas puso un pie en la Buenos Aires convulsionada de 1855, enfrentada a la Confederación Argentina, se identificó ante las autoridades aduaneras como cervecero, oficio que de inmediato le abrió las puertas del establecimiento “Santa Rosa”, dirigido por el alemán Juan Bühler.
Poco tiempo después abandonó su primer empleo. Emilio aprendía rápido y le llevó poco tiempo dar forma a lo que serían los años por venir, así inauguro el 15 de febrero de 1860, la primera “fábrica” de cerveza en los fondos de una casa situada en Piedad y Azcuénaga.
Un día como hoy pero en 1890 comenzaba en Buenos Aires, la Revolución del Parque dirigida por la recién formada Unión Cívica, liderada por Leandro Alem, Bartolomé Mitre, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen y Francisco Barroetaveña.
Esta terminó con resultado favorable al gobierno nacional ya que pudieron reprimirla tras tres días de acción en el centro de Buenos Aires. Pero provocó la renuncia del presidente Juárez Celman y la asunción, días después, de su vicepresidente Carlos Pellegrini.
La Revolución fue causa de la pésima situación económica y la inflación rampante (el oro que se cotizaba en 1885 a 137 pesos, subió a 148 en 1888, en marzo de 1890 estaba en 260 y en julio en 310). Además de que el gobierno había entrado en cesación de pagos de la deuda externa.
Un 26 de junio pero de 1821 nacía en Buenos Aires el general Bartolomé Mitre. Fue militar, historiador, escritor, político y fue Presidente de la Nación entre 1862 y 1868, Gobernador del Estado de Buenos Aires entre 1860 y 1862, entre muchos otros cargos que desempeñó.
Mitre nació en el hogar de Ambrosio Mitre y Josefa Martínez Whertherton. Paso gran parte de su vida en el exilio por su oposición al gobierno de Rosas, viviendo en Uruguay, Bolivia, Chile y Peru, donde se desempeñó como hombre de letras y de armas.
Fue hermano del General Emilio Mitre, quien participara en las distintas guerras civiles argentinas, en la Batalla de Caseros, en la Batalla de Pavón, en la Guerra del Paraguay, en la Revolución del Parque, etc.
Pietro Vassena nació en Lecco, Lombardia el 9 de noviembre de 1846, siendo sus padres Giacomo Vassena, tintorero y Margherita Mainetti, bobinadora textil. En los talleres de su aldea natal, cercana a la frontera con Suiza, aprendió el duro oficio de la herrería.
Llegó a Buenos Aires en 1865, siendo adolescente. Después de un largo y accidentado viaje a través del Atlántico, el velero que lo transportó ancló a cierta distancia de la costa.
El muchacho, que no tenía dinero para pagar el carro en que debía transportar su equipaje, cargó con él al hombro, atravesando algunas cuadras del río con el agua a la cintura. Pero no eran éstos verdaderos contratiempos para doblegar su fuerte carácter y su férrea voluntad.