La película "La Panelista" vendió 3272 entradas desde su estreno hace una semana. Se proyectó en 68 pantallas, lo que da un promedio de 48 espectadores por pantalla. Suponiendo dos funciones por sala, son 24 espectadores por función. Hagamos números:
El valor de la entrada promedio para este mes es de $349,65
La recaudación bruta es de $1.144.054,8
De eso hay que sacar el 21% de IVA, quedan $945.500. El 10% de eso es para el INCAA, o sea $94.550. La distribuidora se lleva la mitad de lo que queda, es decir $425,475
La película tuvo un subsidio de $17 millones.
Que seguramente no fue el costo total.
Deduzcan ustedes dónde estuvo el negocio.
Nota final: en Argentina existe algo llamado "cuota de pantalla" para las películas nacionales, que obliga a los exhibidores a mantener la película en cartel si supera un porcentaje de ocupación de salas. No fue el caso. Sale de cartel.
Acá @juancristonomo me hace una observación estupenda:
Si dividimos por días, pantallas y funciones nos da 3.5 espectadores de promedio por función.
Aclaración: "Cuota de pantalla" significa que los cines están obligados a proyectar películas nacionales en una sala al menos en el 50% de las funciones de la sala. Lo otro es media de continuidad, si supera entre el 16 y 20% de ocupación, la película no puede sacarse de cartel.
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Sé que hay buenos, responsables y cumplidores, pero en general qué tipos jodidos son los desarrolladores de software. No quiero trabajar más con desarrolladores.
Como siempre hay demanda, les importa un comino conservar al cliente o al empleador. Al otro día consiguen trabajo. Si trabajan remoto, se dan el lujo de no contestar mensajes ni llamadas. Si trabajan on site, están mandando CVs a su próximo empleador desde tu oficina.
Les parece lo más normal del mundo incumplir plazos de entrega. Siempre están por terminar, y ese "ya termino" puede durar semanas. Y uno está atrapado, sabe que mandarlo al impropio significa perder lo poco o mucho que ya hizo el tipo y empezar de nuevo con otro desconocido.
Sobre la prestigiosa revista The Lancet:
En 1998 esa revista publicó un estudio del entonces Dr Andrew Jeremy Wakefield, que relacionaba la aparición de casos de autismo con la aplicación de la vacuna triple.
Ese fue el origen del movimiento antivacunas.
Gracias a ese artículo, y al activismo del chanta de Wakefield, la tasa de vacunación cayó notablemente en Estados Unidos y se registraron brotes de sarampión, enfermedad que casi estaba erradicada.
En 2004 una investigación de un periodista del Sunday Times descubrió que Wakefield tenía intereses económicos en el asunto, porque estaba tratando de patentar una vacuna propia.