Thread by @Torremarte1

Simone Weil es una de las más grandes pensadoras del siglo XX y una de las que más me ha influido. Algún día haré un hilo sobre algunas de sus ideas que me parecen particularmente sugerentes para el historiador de la violencia. Pero hoy quiero abordar otro tema 👇

Como es bien sabido, antes de su conversión al catolicismo Weil fue comunista primero y desde 1935 anarquista. En 1936 se alistó voluntaria como miliciana en la Columna Durruti para luchar junto con los anarquistas en la Guerra Civil. Parece que no llegó a disparar un solo tiro

Nos ha dejado un testimonio conmovedor de su experiencia como miliciana en una carta al escritor católico francés Georges Bernanos: "“He conocido ese olor de guerra civil, de sangre y de terror que desprende su libro; lo había respirado (…) En una aldea que rojos y blancos

habían tomado, perdido, retomado, vuelto a perder, no sé cuántas veces, los milicianos rojos, habiéndola vuelto a tomar definitivamente, encontraron en las cuevas un puñado de seres despavoridos, aterrorizados y hambrientos, entre ellos tres o cuatro jóvenes. Razonaron así:

si estos jóvenes, en lugar de venirse con nosotros la última vez que nos hemos retirado, han permanecido aquí y han esperado a los fascistas, es que son fascistas. Por lo tanto, los fusilaron inmediatamente, dieron de comer a los demás, y se creyeron muy humanos (…) He aquí una

incitación, una ebriedad a la que es imposible resistirse sin una fuerza de ánimo que me parece excepcional, puesto que no la he encontrado en ninguna parte. He encontrado en cambio franceses pacíficos, que hasta ese momento yo no despreciaba, a los que no se les habría ocurrido

ir por sí mismos a matar, pero que se sumergían en esa atmósfera impregnada de sangre con un visible placer”.

También resulta muy interesante su experiencia directa de la crueldad fanática de Buenaventura Durruti. Démosle la palabra al historiador británico Anthony Beevor: "“Weil no podía entender las matanzas que se producían en zonas del este controladas por anarquistas.

Le horrorizó de forma especial el caso de un prisionero falangista de Pina de Ebro, de quince años, que fue capturado en el frente de Aragón y fusilado tras una conversación de una hora con Durruti durante la cual éste intentó convencer al muchacho de que sus ideas

políticas estaban equivocadas”.
(Antony BEEVOR, La Guerra Civil Española, Barcelona, 2005, p. 361.