La aerodinámica nunca ha sido precisamente fácil. Tratar de dominar el arte de volar ha llevado a más de un valiente y algún que otro ingeniero con menos talento que vocación, a en vez de surcar los cielos, a descansar bajo tierra.
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La mitología griega nos recuerda los sueños derretidos del iluso Ícaro. La estrategia del ensayo y error puede tener consecuencias fatales, sobre todo cuando el desafío se dirige a las leyes de la física, y en particular a esa fuerza que todo lo rige llamada gravedad.
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La evolución ha dotado al hombre de inteligencia pero le ha negado un par de alas. Es quizás por eso, el por qué le ha dedicado horas a la búsqueda de inspiración; ya sea en aves, insectos, algún que otro mamífero volador e incluso en las semillas de algunas plantas.
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Las serpientes están adaptadas para reptar por el terreno firme y las ramas de los árboles, y algunas ondulan para desplazarse en el agua, pero existe un grupo de ofidios del género Chrysopelea (5 especies) que además han desarrollado la capacidad de volar.
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Estos reptiles planean de un árbol a otro o hasta el suelo del mismo modo que lo hacen las ardillas, los lagartos y las ranas voladoras. Pero a diferencia de éstos, las serpientes voladoras carecen de extremidades y estructuras corporales para deslizarse por el aire.
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No se sabe mucho sobre su comportamiento en libertad, aunque se cree que son esencialmente animales arborícolas y que rara vez bajan al suelo. Las especies más pequeñas miden unos 60 centímetros de largo y las más grandes sobrepasan el metro.
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Su dieta varía según el territorio, pero se sabe que se alimentan de roedores, lagartos, ranas, pájaros y murciélagos. Aunque son medianamente venenosas, resultan inofensivas para el ser humano por tener los dientes pequeños y situados en la parte trasera de la boca.
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Las serpientes voladoras del género Chrysopelea son los únicos vertebrados sin extremidades conocidos capaces de volar usando la ondulación cuando se deslizan por el aire. Se lanzan al vacío con una habilidad envidiable para moverse, cazar y huir de los peligros.
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Mediante movimientos ondulantes hacia adelante y hacia atrás, y cambiando la forma de su cuerpo las serpientes son capaces de realizar giros. Técnicamente, las serpientes voladoras planean mejor que su equivalente entre los mamíferos, la más conocida ardilla voladora.
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¿Cómo lo hacen? El estudiante de ingeniería mecánica Isaac Yeaton y sus colegas de la Universidad de Virginia trataron de averiguarlo. Los resultados de su estudio se publicaron bajo el título "Undulation enables gliding in flying snakes" en la revista Nature Physics.
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Al rastrear sus deslizamientos con cámaras de alta velocidad, los investigadores analizaron cómo la ondulación afecta al movimiento de las serpientes. Luego, los autores construyeron un modelo por ordenador que simulaba el vuelo de la serpiente con y sin ondulación.
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Demostraron que sin ondulaciones las serpientes solo serían capaces de desplazarse una corta distancia. Al incluir la ondulación en las simulaciones, mostraron deslizamientos más largos y estables, lo que indica que la ondulación mejora la estabilidad y el impulso.
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Los autores sugieren que estos hallazgos podrían ayudar al diseño de nuevos robots voladores que podrían deslizarse usando un método inédito: la ondulación aérea, bio-inspirado en las serpientes, quién se lo diría a Ícaro y a tantos otros desdichados.
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Fuentes: Muy Interesante, National Geographic, Nature Physics doi.org/10.1038/s41567…, imágenes tomadas de internet
En estos #RelatosDeFin es tiempo de visitar virtualmente el estado de Querétaro. Últimamente hemos visto varias historias trágicas de desamor, hoy nos toca regresar al lado paranormal. La historia del Acueducto de Querétaro quedará pendiente para otro relato de fin.
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Corría el año de 1650 cuando un hombre muy pobre de nombre Bartolo Sadanetta y Legaspi, mejor conocido como “el Segoviano” llegó al estado de Querétaro acompañado de su hermana.
De la noche a la mañana Don Bartolo empezó a tener mucho dinero,
El jaguar, yaguar o yaguareté (Panthera onca) es el tercer felino más grande del mundo, después del tigre y el león, y el único del género Panthera que habita en América.
Su nombre proviene de la lengua Tupí-Guaraní “yaguara” que significa el que caza de un salto.
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Son parecidos a los leopardos, que viven en África y Asia, pero las manchas de los jaguares son más complejas y suelen tener un punto en el centro, se denominan motas o rosetas. El patrón de motas es único para cada individuo, gracias a ello es posible identificarlos.
El paleontólogo inglés Richard Owen, encontró semejanzas entre 3 especies descubiertas en Inglaterra, Megalosaurus, Iguanodon e Hylaeosaurus, que indicaban que pertenecían a un mismo grupo taxonómico, y en 1842 acuñó para este grupo el término “dinosaurio”.
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Owen no incluyó en el grupo a Thecodontosaurus, quizá por su pequeño tamaño. A dos de ellos ya los vimos anteriormente en estos #JuevesDeDinosaurios, hoy veremos a Hylaeosaurus.
Este hilo corresponde a otra complacencia, esta vez a nombre de Vero (@Funesta) y Math (@PunksUnited72). Espero les agrade.
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@Funesta@PunksUnited72 Entre los reptiles, los geckos son unos animales que gozan de gran aceptación, y hasta tienen un lugar importante dentro de los animales buscados como mascotas, particularmente el gecko leopardo (Eublepharis macularius), como el famoso gecko sonriente Kohaku.
Una investigación ha buscado y encontrado la causa principal de que algunos niños sufran síntomas graves de COVID-19 mientras que otros los experimentan solo de forma leve o incluso sin síntomas aparentes. El estudio es obra de científicos de un instituto del CONICET.
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Los autores de la investigación lograron identificar factores que explican por qué algunos niños tienen síntomas severos y otros leves o casi inexistentes al cursar COVID-19, lo cual permitiría explorar blancos terapéuticos para el desarrollo de futuros tratamientos.
Para hoy, en estos #RelatosDeFin, toca el turno a una leyenda de Tamaulipas, que, como tantas otras, combina realidad con ficción y que va cambiando conforme crecen las versiones contadas. Veremos la historia corroborada por el cronista de Tampico, Marco Flores.
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Longina Robledo González, nació en Ocampo, Tamaulipas a principios del siglo XX, en el seno de una familia católica y trabajadora, que ante la fiebre del petróleo, se mudó (siendo ella muy niña) al poblado de Árbol Grande, donde transcurrió su infancia y juventud.