El murmillo fue un tipo frecuente de gladiador en la Antigua Roma⚔️
No se sabe a ciencia cierta la procedencia de su nombre, pero se especula que provenga del latín ‘’murmo’’, un pez cuyo nombre en castellano es mabre.
El mabre era un pescado frecuente en la cocina romana, por lo que es coherente que la población lo conociese y lógico que lo relacionase con el gladiador.
Uno de los oponentes más frecuente de los murmillones eran los reciarios, que a modo de pescadores combatían con una red y un tridente y los atrapaban en combate. También era frecuente que combatiesen con tracios, provocatores y oplomachus.
Otra teoría es que provenga de muraena, la morena, debido al modo de combate del murmillo. Igual que la morena aguarda tras las rocas para atacar a su víctima, el murmillo estaba dotado de un gran escudo, y atacaba cuando estaba seguro de dar un golpe certero.
Su casco tenía una cresta similar a la aleta de un pez. Para equilibrar el combate, pues el murmillo era un luchador de tipo pesado por su armamento, su casco solamente le permitía la visión de frente, por lo que si quería ampliar su campo de visión debía ladear la cabeza.
Llevaba una manica protectora en el brazo derecho. Con este mismo brazo sostenía un gladius o un puñal. Con el izquierdo sujetaba el scutum, un escudo rectangular similar al de los legionarios romanos.
Portaba grebas, normalmente en ambas piernas, con lo que, en posición de guardia, con el pie adelantado y junto al escudo, cubría la mayor parte de su cuerpo.
Ahora, si habéis estado atentos a los datos sobre el armamento del murmillo, os habréis dado cuenta de que la ilustración de portada no sería del todo correcta. Si no os habíais dado cuenta, revisad la publicación hasta que veáis el fallo.
Fuentes:
Mañas, A. (2018). Gladiadores. El gran espectáculo de Roma. Barcelona: Editorial Ariel📚
Ilustración de portada de Armand Serrano🖌️
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El origen del número 666 lo encontramos en el último libro del Nuevo Testamento, el Libro de la revelación, más conocido por su nombre en griego: Apokálypsis 😈
El manuscrito fue obra de Juan de Patmos, quien anunciaba el fin del mal con la inminente llegada del reino de Dios.
Juan concretaba que este suceso se daría en cuarenta y dos meses y que dos bestias controlarían el mundo hasta la llegada de Dios:
‘’Y vi subir del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas […] y vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida sanó.
Y toda la tierra se maravilló en pos de la bestia. Después vi otra bestia que subía de la tierra, y que tenía dos cuernos semejantes a los del cordero; pero hablaba como el dragón.’’
¿Sabías que en las carreras de cuádrigas lo normal era colocar al mejor de los caballos en la parte más a la izquierda?🐴
Este era el punto fundamental para controlar la cuádriga y evitar volcar, sobre todo en los giros. Los accidentes eran comunes y, muchas veces, mortales.
Para intentar evitar la muerte, los conductores se protegían la cabeza con un casco y las piernas con vendas. Las riendas estaban colocadas alrededor de su cintura y el auriga disponía de un puñal con el que cortar las riendas para liberarse en caso de volcar.
La carrera consistía en dar siete vueltas a la pista. Había diferentes modalidades de competición. Podían competir cuatro carros por carrera, cada uno representando a una facción, o tres aurigas por facción, con lo que podían ayudarse mutuamente para superar a sus oponentes.
¿Cómo nació la relación con los gatos en distintas sociedades antiguas?🐱
La relación entre gatos y humanos se origina entre el 7000 y el 7500 a.C. y su domesticación surge en Egipto alrededor del 4000 a.C. fruto de la búsqueda del beneficio común.
Con el desarrollo de la agricultura empezó a almacenarse excedente de grano, lo que atraía a pequeños roedores indeseados, serpientes y otras alimañas. Los gatos se convirtieron en un gran aliado para los humanos de aquella época.
Los egipcios creían que los gatos velaban por las almas de los muertos. Además, eran animales protectores, bellos y con gracia, por lo que se asociaron a Bastet, diosa de la fertilidad, protectora de las mujeres embarazadas y el hogar.
¿Sabías que la población de Esparta, o de Laconia si tenemos en cuenta toda la geografía sobre la que tenía influencia, era variada?🌎
Había jerarquía incluso entre los considerados espartiatas y, para ser considerado un igual, no bastaba con haber nacido de padres espartanos.
El grupo más privilegiado era el de los ‘’hómoioi’’, los iguales. Eran hombres espartiatas de más de 30 años con plenos derechos políticos y civiles. La edad y el género no eran suficiente requisito para ser considerado un igual.
Aquellos nacidos libres en Esparta, hijos de ciudadanos espartanos, eran considerados simples espartiatas, pero la condición de hómoioi no se ganaba hasta superar la agogé, la educación espartana, formar parte del ejército y recibir un lote de tierra estatal llamado klêros.
¿Sabías que conocer la hora del desayuno de sus enemigos fue fundamental para que Escipión derrotase a los cartagineses en Hispania?🍎
Durante el invierno del 207 a.C., los cartagineses aprovecharon para rehacerse en Gadir tras las continuas derrotas infligidas por Escipión.
Los púnicos formaron un ejército de 60.000 soldados de infantería, 4.000 jinetes, treinta y dos elefantes, comandados por Asdrúbal Giscón. Por otra parte, Escipión contaba con 45.000 soldados de infantería y 3.000 jinetes.
En el verano del 206 a.C., el ejército púnico se desplazó al noreste del río Baetis -actual Guadalquivir-, y los romanos avanzaron desde Tarraco hacia el sur. Ambos ejércitos organizaron sus campamentos cerca del otro.
¿Sabías qué ocurría en la Antigua Roma con aquellos niños y niñas que eran rechazados por sus padres?👧🏻
De entre los diversos poderes que tenía el padre de familia romano, uno era el de decidir si un recién nacido era admitido o no en la familia.
Cuando un bebé nacía, la partera lo colocaba en el suelo para que lanzara su primer grito y examinar su salud. Sin embargo, el padre decidía, alzándolo o dejándolo en el suelo, si lo reconocía.
Diversos eran los motivos para exponer al bebé: una malformación, la duda de su legitimidad o la incapacidad económica de mantenerlo.
Las mujeres no tenían capacidad de decisión por sí solas y el aborto, el infanticidio o la exposición sin el permiso del marido, eran delito.